
Raymundo Jiménez/Al pie de la letra
El doctor Miguel Casillas, destacado investigador y académico de la UV, de amplio prestigio internacional, realizo un importante ensayo, sobre el tema del cambio climático y los compromisos que se deben asumir en la universidad.
Establece, que el pasado 7 de agosto se difundió el reporte del Panel intergubernamental sobre cambio climático de la Organización de las Naciones Unidas, 2021: _Climate Change 2021: The Physical Science Basis. Contribution of Working Group I to the Sixth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change._
Dice que: en ese reporte se analiza con datos y referencias científicas la evolución del cambio climático que experimenta la Tierra como producto de las actividades humanas, y presenta un modelo de evolución climática donde se hace observable la ruptura de todo equilibrio en los últimos 50 años, desde que el impulso a la industrialización y la ampliación del comercio han tenido consecuencias funestas para el planeta, que ponen en riesgo su existencia y con esto también a la del género humano.
El informe tiene como base empírica un conjunto de indicadores. Se observa un incremento en la concentración de gases con efecto invernadero y de aerosoles producidos por las actividades humanas.
“Ha aumentado el dióxido de carbono, el metano, el óxido de nitrógeno. Se constata un aumento de la temperatura global del planeta. Hay un cambio en los patrones de lluvias acusando un importante incremento en el siglo XX”.
También: Hay un cambio en los niveles de salinidad del mar, en su acidificación y sus niveles de oxígeno.
“Ocurre un intenso derretimiento de nieves y glaciares. Aumenta el nivel del mar y se desatan fenómenos climáticos extremos: temperaturas muy altas y muy bajas, desertificación, intensificación en el número y la fuerza de ciclones y tormentas tropicales”.
Comenta, que el grupo de expertos de la ONU, formula diversos escenarios, pero en general se anuncia la catástrofe hacia 2050 y peor hacia 2100.
“Si no se hace nada la temperatura puede aumentar todavía más, hasta en 5 grados centígrados y si realmente proyectáramos una modificación profunda de la vida social, aun así, el mundo seguirá calentándose por el efecto acumulado de la actividad humana.
En el peor escenario de aumento superior a 4 grados, las consecuencias pueden ser terribles: por ejemplo: América Central y casi toda Sudamérica sufrirían un proceso de desertificación, mientras que las lluvias se concentrarán en demasía en África, Asia menor y en los polos donde no habría más hielo. Hacia 2150 el mar habría aumentado hasta 8 metros su nivel, desbordando diques y costas.
El informe de la ONU, es contundente, no deja lugar a medias tintas: las actividades humanas ligadas a la industrialización y la ampliación del consumo han generado una situación catastrófica que es necesario detener y hacerlo de manera urgente.
“Urge un cambio civilizatorio que modifique radicalmente los patrones de producción, el consumo de energías, las formas industrializadas de agricultura, los niveles de consumo de mercancías, el uso de medios de transporte, las maneras en como cuidamos y conservamos el medio ambiente”.
Establece, que, las universidades están obligadas a contribuir en la lucha contra el cambio climático. Ya se hacen muchas cosas, pero es todavía insuficiente su contribución. Hay que ampliar sus capacidades de investigación y de producción de nuevo conocimiento sobre los efectos locales del cambio climático; tienen una enorme responsabilidad en la difusión y concientización de la sociedad entera; disponen de una agenda de acciones que favorecen el ahorro y el reciclaje; muchas de las instituciones participan en proyectos de protección y restauración ambiental.
Sin embargo, hasta la fecha no se ha modificado el contenido de la enseñanza profesional, ni se han generado procesos de socialización suficientemente efectivos, como para hacer de los universitarios agentes del cambio social requerido para salvaguardar al planeta.
En las universidades, recientemente se ha desdibujado la lucha en contra el cambio climático, bajo el eufemismo de la responsabilidad social universitaria, que confunde y oculta el fundamento radical que se necesita en la transformación.
Al mismo tiempo, se construyen enormes aparatos burocráticos que tienden a disociarse de las comunidades y a generar sus propios espacios de poder.
“Urge replantear las prioridades y las formas de impulsar un cambio profundo en el sentido del trabajo universitario”.
Recomienda: que las profesiones y las disciplinas, deben reformular sus prácticas y contenidos; no pueden seguir formando egresados que reproduzcan los patrones de producción y consumo que nos están llevando a la ruina.
“Desde la universidad debemos luchar por cambiar las prácticas profesionales y las maneras de trabajar. Es inadmisible que las universidades sigan fomentando el consumo de energías no renovables, que se fomente la industrialización desmedida y el consumo de combustibles fósiles en todas las carreras de ingeniería, que no se consideren los impactos ambientales y sociales de seguir promoviendo la industrialización de la producción agropecuaria, que se desconozcan los impactos ambientales de los procesos económicos y que las carreras sigan promoviendo la cultura del negocio por encima de los criterios de conservación y protección del patrimonio natural”.
Las universidades, son el espacio privilegiado para la investigación y el desarrollo de energías limpias. Tienen ante sí el reto de comprender y brindar soluciones a los impactos específicos a escala regional del cambio climático: en la agricultura y la producción de alimentos, el agua, el aumento del nivel mar, y los riesgos meteorológicos.
Pero también, las universidades, como agencias culturales, deben construir una nueva socialización que sostenga nuevas maneras de ser y vivir, reduciendo la dinámica global de consumo, de desperdicio y de gasto inútil; cuidando el impacto ambiental de las acciones humanas, y reduciendo los efectos de la condición humana sobre el planeta: cuidando, conservando y restaurando los ecosistemas.
En otro asunto, el uso de los servicios o entregas a domicilio pueden evitar aglomeraciones y la exposición a contagios, es por ello que IMSS en Veracruz Norte, exhorta a la población en general, a hacer uso de estos servicios y también a realizar una correcta técnica de limpieza y desinfección de los productos recibidos.
“Es importante continuar con las medidas de limpieza, aún y cuando hayamos sido vacunados pues no se está exento de contraer COVID, la vacuna nos asegura no evolucionar a un caso grave secundario en caso de contagiarnos, por ello es mejor evitar lo más posible alguna posibilidad de contraer el virus” explicó Fanny Serrano Domínguez, Enfermera Especialista de la Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE) No.14.
Si se va a realizar un pedido a domicilio sea bien comida o cualquier otro tipo de producto, se debe de hacer una limpieza del paquete para prevenir cualquier posible contagio durante el transporte de este.
“Se debe de designar un área donde se colocará el paquete o bolsas de productos, para evitar el contacto con el repartidor si es posible, esto también nos ayudara a desinfectar las cosas antes de ingresarlas en casa, por lo que se recomienda rosear la mercancía con algún aerosol desinfectante.” No hay que bajar la guardia, dijo Serrano Domínguez. Así las cosas.