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XALAPA, Ver., 31 de agosto de 2016.- “Hijo mío, no hay distancia, ni tiempo, el amor de tu madre se impone por encima de todo, es invencible. La lucha ha sido continua pero tu madre es imparable. En todo momento, toda mi vida, hasta mi último aliento, va por ti hijo adorado. Dios te bendiga”.
Éste es el mensaje que Lucía de los Ángeles Díaz Genao, madre de Luis Guillermo Lagunes Díaz, “DJ Patas”, desaparecido el 28 de junio de 2013 en el puerto de Veracruz, escribió en su muro de Facebook en su cumpleaños.
Ella disfrutaba de la vida cuando la tragedia tocó a su puerta. Madre de tres hijos adultos, llevaba una vida rutinaria, y pensó que ya era el momento de dedicarse a lo que le gusta: viajar.
Lucía es dominicana, licenciada en Idiomas y trabajó como traductora e intérprete. Se mudó a México y eligió Veracruz para vivir. “Yo quise que se criaran allá porque era un ambiente muy lindo en aquella época, ellos fueron felices allí”, pero ese paraíso se convirtió en su infierno.
Cuando crecieron, dos de sus hijos dejaron el estado, pero Luis Guillermo hizo muchas amistades en Veracruz; la música, su pasión, lo convirtió en uno de los DJ más solicitados por la sociedad porteña. Su éxito fue tal que pronto lo convocaron de diferentes partes del estado y del país.
Antes de la desaparición de su hijo, Luchy -como le dicen de cariño- llevaba una vida rutinaria, atenta de su hogar, de su esposo; se habían mudado a la Ciudad de México. “Mis hijos estaban grandes, no requerían que los mantuviera. Con lo poco o mucho que yo conseguía podía hacer lo que quisiera, ya había dejado de trabajar”.
“Dije: creo que voy a conocer un poquito del mundo, mi esposo tiene que viajar mucho por el trabajo, y lo acompañaba”.
A Luis Guillermo, desde niño, le decían “Patas” por el tamaño de sus pies, es delgado, alto y su talla de calzado es 11.5.
“Desde pequeñito la gente me decía: ¿oye por qué le compras sus zapatos tan grandes? Ir a la zapatería era un pleito, cuando cumplió 11 o 12 años ya no había zapatos para él y tenía que encargarlos, porque sólo había hasta la talla 9 y a esa edad ya era talla 10”, recuerda Luchy.
Cuando desaparece Luis Guillermo, la primera que se alarmó fue la novia. “A la mamá es común que no le llamen, mi hijo siempre me llamaba, me mandaba mensajes de WhatsApp, porque yo le decía, hijo como está Veracruz, por favor te suplico, mándame mensajes a cada rato, yo podía estar en cualquier parte del planeta y siempre estaba en contacto con él, por Skype, por WhatsApp”.
Pero a la novia le llamaba cada cinco minutos, “a mí me llamaba una vez al día”.
Luchy recuerda que estaba fuera de México porque su hermana estaba mal de salud: “cuando yo comencé a sospechar que algo no estaba bien, salí corriendo para Veracruz y ahí comenzó mi calvario con las autoridades”.
“Tienes a tu hijo desaparecido y crees que te van a ayudar y qué sorpresa, te das cuenta que tienes unas autoridades que dan pena ajena, digo así para no decirlo de una manera grosera, no tienen la menor idea de lo que es buscar a una persona, ni de la urgencia de los casos, ni de la necesidad, son insensibles, ineptas, indolentes, no tienen empatía con los demás seres humanos, no dicen: mira a esa señora, tiene a un hijo desaparecido y eso es injusto, vamos a ayudarla”.
Sumergida en una depresión severa, no quería levantarse de la cama, pero se sostuvo, iba a las oficinas de la Fiscalía, buscaba a su hijo, preguntaba con amigos, y cuando llegaba a su casa se tiraba nuevamente. Sin embargo, aun cuando estaba en esa “depresión tan negra, nunca, ni por un momento, dejé de buscarlo, así estuviera con el alma hecha pedazos”.
Han pasado tres años y dos meses desde aquel junio de 2013. “Uno todavía tiene días muy duros, un hijo desaparecido es como estar muerta, hay una sensación de que no tienes interés en vivir tu vida, pero a la vez tienes la necesidad de hacerlo porque si no, quién lo va a buscar… El dolor sigue, el dolor nunca se va a quitar, pero si cambias y te activas, puedes hacer cosas con mucha contundencia”.
Cuando una madre pierde a su hijo, es como caer en un pozo que no tiene fin, es vivir en la oscuridad, así describe Luchy Díaz la tragedia que comparte con miles de madres que tiene un hijo desaparecido en Veracruz.
Coordinadora del Colectivo Solecito de Veracruz, se llama así porque “cuando buscas a un familiar estás en la oscuridad, lo que tratas de ver es un poco de luz, entonces se me ocurrió poner en el grupo de Whatsapp una imagen de un sol y puse como lema: el sol volverá a brillar, eso es lo que le digo a estas mujeres y a mí misma, encontraremos a nuestros hijos y el sol volverá a brillar para todos”.
¿Has pensado en tirar la toalla?
Es la primera vez que escucha esa frase, dice, pero no le cuesta trabajo comprenderla.
“Yo no pienso en eso, ni remotamente, yo sólo pienso en lo que tengo que hacer y más nada, no pienso que eso sea una opción, yo no podría verme a mí misma en un espejo y decir, mira, ya tiraste la toalla, aparte en el corazón de una madre no hay manera cerrar esto.
Si llegaras a encontrar a tu hijo en alguna de esas fosas, ¿encontrarías paz y dejarías esta búsqueda?
“Yo no estoy buscando solo uno, tiene rato que yo no busco solo uno, se trata de encontrar a todos, además yo ya tengo la paz que necesito, yo lo que necesito es encontrarlo a él y encontrar a los demás”.
“Algunos de los que estamos en este camino sabemos que son cosas de la vida, pero uno entiende que no es el fin de un ser humano, al menos quienes tenemos creencias religiosas fuertes, podemos llevar la paz por encima de todo, encima del mundo y de la gente, porque si basas tu fe en los demás, no vas a tener paz ni sosiego, ni siquiera asomo, uno se vuelve mucho más sensible, pero hay ciertos temas que se entienden, por eso uno no se desmorona con cada mención.
Ella es Luchy Díaz Genao; su vida está dedicada a buscar a Luis Guillermo, DJ Patas para los amigos.