Carlos Ramírez/Indicador político
* De congruencias y lealtades
Amadeo Flores Espinosa le apuesta a la desmemoria. Le atribuye al «mal gobierno» de Javier Duarte la razón de la derrota de Héctor Yunes, y en su afán de deslindarse -y mantener el cargo en el que fue impuesto- argumenta que él no hizo campaña con el candidato, pues se dedicó a «reorganizar las estructuras del partido», dando a entender que éstas no funcionaban, y haciendo evidente que él no logró dicho cometido, pues al final el abanderado priista fue derrotado.
Amadeo olvidó muy pronto las palabras que le dedicó a su «amigo» Javier Duarte el 5 de diciembre del 2015, al conmemorar un aniversario más de su organización Vía Veracruzana:
«Falta mucho por hacer y están pendientes por atender muchos rezagos, pero coincidimos con nuestro amigo el Gobernador Javier Duarte en que tenemos un estado con rumbo y metas cumplidas, como fue expresado por él en su quinto informe de gobierno. Con ese reconocimiento, nos sumamos a la convocatoria de pensar y actuar por Veracruz».
¿En qué momento pasó Veracruz de ser un estado «con rumbo y metas cumplidas» a un estado que «políticamente no funcionó»?
En una oportuna y muy completa entrevista realizada por los periodistas Manuel Rosete, Raymundo Jiménez y José Ortiz, el aún dirigente estatal del PRI admite que Héctor Yunes Landa inició la campaña por la gubernatura 14 puntos abajo de su primo hermano, Miguel Ángel Yunes Linares, y aunque en los días previos a la elección ya se encontraban en un empate virtual, la derrota se dio «porque la gente quería ver más claridad en el gobierno y decidió un cambio».
Eso lo dice Amadeo Flores Espinosa, el mismo que hace casi ocho meses le ofrecía lealtad incondicional a Javier Duarte:
«Hicimos compromiso con usted y sólo con usted y, en esa línea de respeto, lealtad y confianza mutua, le acompañaremos hasta el último día de su gestión de gobierno, con una actitud de responsabilidad política y congruencia, con la certeza de que somos sus amigos hoy y lo seremos siempre».
Pues resulta que Amadeo Flores, el «amigo» de Javier Duarte y dirigente de los priistas veracruzanos, se quedó callado cuando el candidato derrotado del PRI, Héctor Yunes Landa, salió a hablar con los medios para pedir la renuncia del Gobernador, del primer priista de Veracruz.
Dejó pasar la ofensa, a pesar de que fue Javier Duarte quien le otorgó a su hijo Amadeo Flores Villalba, el cargo de Magistrado del Poder Judicial del Estado, aunque no cumplía lo que la Constitución local establece como «preferente» en los requisitos para una designación, que es la experiencia profesional en la judicatura.
Si Héctor Yunes Landa fue derrotado en las urnas por su pariente del PAN, en esta etapa de transición (entre el día de la elección y el relevo) quiéranlo o no el primer priista en la entidad sigue siendo el Gobernador en funciones. La congruencia -de la que tanto presume Amadeo Flores Espinosa- indica que el dirigente estatal del PRI debe salir a defender a su jefe político o, en todo caso, si coincide con la postura de quien lo puso en el cargo que hoy ostenta, debió acompañar a Héctor Yunes a la conferencia de prensa en la que pidió la cabeza de Duarte.
No hizo ni una ni otra cosa. Prefirió guardar silencio, para después subirse a la campaña de denostaciones. Él, lo mismo que Héctor Yunes y muchos otros, ya encontró a quién echarle la culpa de sus propios tropiezos.
Si el PRI tiene aún la esperanza de recuperar la gubernatura en el 2018, el primer paso debe ser el ejercicio de la autocrítica. Los que participaron en la derrota deben hacerse a un lado y dejar que lleguen nuevos liderazgos, más frescos, más congruentes, que motiven a la militancia a luchar para recuperar lo que fue suyo durante más de ocho décadas.
*Este texto es responsabilidad absoluta del autor.