Raúl López Gómez/Cosmovisión
Barrales-Sheinbaum, un pleito de familia
El PRD optó por quien le puede dar la batalla a Claudia Sheinbaum en la capital. Y esa es Alejandra Barrales.
Muchos veíamos con más simpatías a Salomón Chertorivski para ocupar la jefatura de gobierno, pero la realidad manda otra cosa. La disputa por la Ciudad de México será un pleito de familia, a la que ni Chertorivski ni Mikel Arriola pertenecen.
Aquí habrá una batalla de clientelas: Morena contra PRD.
De poco sirve el carisma o tener una trayectoria de eficacia. La llave para el triunfo la da el control de las colonias, gremios y delegaciones.
Nos jactamos de que la Ciudad de México tiene al electorado más politizado e instruido del país, lo cual es una verdad a medias, si no es que una falsedad.
Aquí gana el que tiene el control de los ambulantes, de los apoyos a los adultos mayores, de las colonias irregulares, de los taxis piratas, de los dinosaurios de barrio, de los que entregan la leche, mandan en los tianguis, de la mercancía irregular, de las mafias vecinales.
¿Tenían algo que hacer Chertorivski y el doctor Ahued en medio de esta selva que tiene sus propias leyes no escritas? Ninguna.
Barrales sí, porque conoce el inframundo político de la ciudad y sabe dónde están y cómo se activan los resortes del poder real.
La candidata del PRD se va a enfrentar a la maquinaria de López Obrador, no solo a Claudia Sheinbaum.
El jefe de esa tribu es AMLO, y sus operadores principales son Martí Batres, René Bejarano y Dolores Padierna.
Buena parte del control de la ciudad pasa por esas manos, pero no son las únicas: el PRD y el gobierno capítalino también tienen a los suyos y no son hermanas de la caridad.
Las tribus de uno y otro se conocen. Morena y el PRD son ramas de un mismo tronco, el que ganó la ciudad de 1997 y no la va a soltar porque, en amplias y pobladas zonas, es suya.
Claudia Sheinbaum es la más radical de los integrantes del círculo íntimo de López Obrador, donde hay muy pocos. Por eso le ganó a Monreal.
Enemiga del nuevo aeropuerto, opositora total de la reforma energética, disfruta ponerse un casco y supervisar personalmente cómo trabajadores a su cargo derriban a mazazos la casa de un adversario político. Y conoce al detalle, junto con AMLO, cómo se hicieron los segundos pisos y el distribuidor vial de San Antonio. La tragedia del Rebsamen le resbaló, porque tiene el teflón de su jefe en la Ciudad de México.
¿Quién se le iba a enfrentar a ella? ¿El caballeroso e ilustrado Cherto? ¿El muy bien dispuesto doctor Ahued? ¿El eficiente Mikel Arriola?
Por supuesto que no. La batalla se dará en los sótanos del poder capitalino, y ahí los que mandan no conocen el lenguaje de tan honorables personalidades como Salomón, que tiene fulgurante carrera en la administración pública, siempre ligado a objetivos nobles. O que Ahued, que llevó el médico a su casa. O Arriola, un administrador impecable.
Barrales, como toda persona pública que cuenta con una larga trayectoria, tiene luces y sombras. Es una mujer con espíritu de combate, ha sido probada en la batalla política, se ha superado y no le ha sido fácil abrirse paso en la conflictiva fauna de la izquierda capitalina.
Tiene con qué dar la pelea a la poderosa maquinaria lopezobradorista. ¿Va a ganar? Puede, pero el desenlace de la confrontación familiar es de pronóstico reservado.