Teresa Gil/Libros de ayer y hoy
El mensaje de un bautizo
Si alguien piensa que en estas épocas todo es odio en política, el sábado hubo una señal de que también pueden convivir los antagonistas de la disputa por presidencia, que de hecho ya inició.
En un fraccionamiento de Santa Fe, poco después del mediodía, se acercaron y tomaron una fotografía destacados personajes que participan con fuerza en busca del triunfo en las elecciones de julio.
Ahí estaban casi todos los equipos.
Sonrientes frente a la cámara y ante sus adversarios políticos, acudieron al llamado para la foto que hizo el presidente Peña Nieto: Dante Delgado, Miguel Mancera, Santiago Creel Miranda, Rafael Moreno Valle, Emilio Gamboa, los precandidatos priistas Aurelio Nuño, Miguel Osorio, José Antonio Meade y José Narro, entre otros.
Fueron invitados por Manuel Velasco Coello y Anahí Puente de Velasco, a lo que pareció ser un evento insólito cuando de por medio se libra una ruidosa disputa por el poder.
Bueno, el anfitrión de verdad todavía no tiene edad para sopesar lo que se festejaba a su alrededor. Era el niño Manuel Velasco Puente, que recibía el bautizo de la fe católica.
Puede parecer frívolo comentar el hecho. Un acontecimiento para páginas de sociales, pero no es así.
En política es fundamental que nunca se rompan todos los puentes.
Que no dejen de hablarse los que tienen capacidad de decisión, de construir o de hacer daño.
Lo íntimo del festejo es asunto de ellos, pues lo importante es que todavía se pueden reunir y conversar los dirigentes de partidos políticos enfrentados.
O los de un mismo partido, que luchan entre sí por la candidatura presidencial, como es el caso de los priistas y los del Frente Ciudadano.
En la reunión que se celebró con motivo del bautizo, el presidente pudo sostener una plática larga y distendida con Santiago Creel, el mentor de Ricardo Anaya.
Por ahí estaba el presidente del PRI, Enrique Ochoa, más los precandidatos a suceder a Velasco en el gobierno de Chiapas, Luis Armando Melgar y Roberto Albores.
Y dos dueños de medios de comunicación: Olegario Vázquez Raña y Manuel Arroyo, así como el empresario Carlos Slim.
Por ahí, un mexiquense del que se menciona que es un derrotado por no haber ido al gabinete, y sin embargo se le siguen abriendo puertas porque al parecer no se peleó a muerte con nadie: Eruviel Ávila.
Esa es la clave, parece decirnos la reunión de los Velasco Puente: que lo pleitos tengan límites y nunca se pierda la capacidad de sentarse a conversar, con respeto, aunque sea con el motivo amable de un bautizo.
Rosario Robles y Luis Miranda, fueron otros dos miembros del gabinete que estuvieron en la convivencia. De todas las tendencias y de diferentes capillas dentro de los partidos, departieron con sus esposas y esposos en la informalidad de un sábado en la tarde.
Ojalá así siga hasta después de las elecciones, porque sin diálogo y civilidad entre los protagonistas el país corre riesgos. Cuando hay fractura arriba viene los derrumbes.
“Oye Manolo, qué buena convocatoria. Sólo te faltó Andrés Manuel”, le dijo Peña Nieto a Manuel Velasco.
Y es verdad. Se equivocan políticos que toman como un agravio personal que otros piensen diferente y se niegan a compartir con sus competidores.
López Obrador se ha distanciado de manera iracunda y hasta violenta de los que no están con él. Desconoció hasta a su hermano Arturo.
Eso le hace daño al país.
Pero estimula saber que otros adversarios, que luchan entre sí, le ponen límites al encono y pueden compartir la palabra, el pan y la sal, uno que otro chascarrillo y una fotografía para el recuerdo.