Carlos Ramírez/Indicador político
¿También de eso tiene la culpa Peña Nieto?
Anaya acusa a EPN por un video en que aparece Juan Barreiro, presunto hermano de Manuel, quien a través de su chofer le compró a Ricardo Anaya una nave industrial en 54 millones de pesos que el panista había adquirido en siete.
¿Dónde está la mano del gobierno en ese video y esa trama?
¿Acaso Peña mandó darle una pócima a un fulano para que en tres conversaciones diferentes con una empresaria argentina comience a despepitar imprudencias?
¿Hubo espionaje telefónico?
¿Peña Nieto le dio 54 millones de pesos al chofer de Manuel Barreiro para que le comprara una nave industrial a Anaya?
¿Peña Nieto mandó ese dinero a recorrer paraísos fiscales para que recayeran en la cuenta de Ricardo Anaya?
¿Para quedar bien con Peña Nieto el presunto hermano de Barreiro se embarca en realizar una grabación que lo compromete como traficante influencias y de dinero?
Anaya y su equipo de asesores cercanos, que non son del PAN, han llegado demasiado lejos en sus ataques a Peña.
Están en los terrenos del absurdo, que sólo se puede explicar por la desesperación.
La lógica dice que hay que batallar hasta el final y no darse por vencidos con excusas.
Hoy deberíamos estar en plena efervescencia de ideas acerca de cómo asegurar que el país va a evitar la pérdida de libertades.
Es momento de formular estrategias para defender el derecho a pensar diferente y decirlo.
México está en riesgo de que, a partir de diciembre, se estigmatice al que es empresario u opositor.
Y resulta que los estrategas de Anaya han llevado el debate a otro lado: a un video que embarra a Ricardo Anaya y éste acusa al presidente.
López Obrador debe estar feliz. El foco de atención se desplazó al “ataque de Peña Nieto” contra Anaya.
Si hay pacto o no hay pacto entre Morena y el PRI.
Si el abanderado de la coalición PAN-PRD-MC lavó dinero o no.
Pura superchería, trivialidad, tonterías comparado con lo que está en juego.
Es una locura la reacción de Anaya y su furia contra Peña Nieto, cuando el foco debe centrarse en López Obrador, el puntero, y lo que implicaría una posible victoria suya.
Desconozco por completo si ese presunto Juan Barreiro es hermano de Manuel Barreiro, el patrón del chofer que le compró la nave industrial a Anaya en un parque industrial de Querétaro.
Pero que Anaya salga a decir que “es una estrategia orquestada e impulsada por el gobierno del presidente Peña Nieto para dañar mi candidatura”, es una temeridad y un absurdo.
¿Cómo se les ocurre seguir peleándose los que deberían estar juntos pues tienen la derrota encima?
Todo es una reverenda tontería. De párvulos.
Y Anaya se enganchó con esa bobería, pues no sabemos ni siquiera quién es el tipo ese.
No es momento de hacerse la víctima, sino de combatir por las vías democráticas que existen.
Claro que se le puede ganar a AMLO, si se suman fuerzas, pero no acusando a Peña de los tropiezos del candidato del PAN-PRD-MC.
El problema de Anaya no se llama Peña Nieto. Tiene otros nombres y están muy cerca suyo.
Su problema también es la forma en que se hizo de la candidatura presidencial.
Dejó lastimados por todos lados, en el PAN y en el PRD. Algunos se fueron de esos partidos. Están divididos, rotos, enfrentados. ¿Culpa de Peña Nieto?
Acción Nacional tenía la mesa puesta para que su candidata o candidato fuera el gran aglutinador de las fuerzas democráticas del país y vencer en buena lid a AMLO.
Pero la campaña de Anaya se ha centrado en atacar a Peña, en lugar de ir tras el primer lugar.
Rompió a su partido y luego en campaña apunta sus baterías contra el gobierno que va de salida y no hacia el puntero que puede ganar.
Escupió a sus aliados potenciales y dejó avanzar tranquilo a López Obrador hacia la meta.
Y después de ese tiradero, resulta que “la culpa es de Peña Nieto”.