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Pablo Jair Ortega/Columna sin nombre
Un Angel en el cielo
El destino de la vida que cierra su ciclo con el paso al más allá, la partida al paraíso en donde se coincide en un final con un comienzo.
La vida después de la muerte, es parte de un comienzo, a veces difícil de entender, pero con los muchos años de estudios teológicos y definitivos se aprende con el tiempo a entender que Dios en su preciado diseño del ser humano, dispuso que su máxima creación el hombre, dicho de forma genérica tuviera un nacimiento, vida y muerte.
En todo este proceso, el momento doloroso del ser querido que se va, es parte de una situación natural.
Los hijos con sus padres, todo es difícil, pero el momento del padre que entrega a su hijo al creador, puede ser uno de los pasos que se dice a veces anti-natura, aunque muchas veces también hay que entender que Dios como fuente de vida, no se equivoca.
Nuestro hermano de generación, de lucha y del trabajo filosófico de la escuela de la vida por más de cuarenta años, el profesor y licenciado Antonio Cabañas Saldaña, encabezó por varios años una de las luchas más intensas de que se tenga memoria de un padre por un hijo.
El profe Cabañas, aguerrido y vertical como ha sido siempre, acompañó a su joven hijo Angel Cabañas Figueroa, en una gran lucha por varios años en la búsqueda de su salud, al padecer un problema al parecer congénito del corazón.
Haciendo, el hermano y amigo una doble función de padre y madre con su hijo por razones del destino, en donde quedó patente entre sus familiares y amigos de la férrea voluntad de acompañar a Angelito en todo su camino de varios años de recorridos en hospitales y consultas médicas.
Ninguno de los dos padre e hijo se vencieron, nunca se derrotaron y juntos fueron pasando obstáculos y venciendo resistencias, de ambos jamás se escuchó una queja, al contrario el espíritu de lucha por lograr el objetivo de la salud de Angel, fue la bandera de los dos.
Iban y venían, incluso en largas jornadas a la ciudad de México, la lucha siempre fue en contra del tiempo, por el padecimiento del corazón de Angelo.
Todos los elementos a la mano siempre, medicamentos, oxigeno, en ocasiones la silla de ruedas para evitar las caminatas y el profesor Antonio Cabañas, estoico convertido en el mejor padre del mundo, nunca cedió ni un ápice a la voluntad de su hijo Angel, un joven de su tiempo muy inteligente, critico agudo y experto en los temas de la era del ciberespacio, la literatura, música, idiomas y avanzando en la carrera del conocimiento sin dar tregua al tema del padecimiento en la salud.
Estudió su carrera profesional, dedicó tiempo al inglés, francés, italiano y últimamente se concentró en el idioma alemán, en donde se mostró como un ávido estudioso de todo lo que le significará abrevar en su preparación.
Angelito, así se convirtió en un experto de los temas deportivos y disfrutó de ver junto a su papá, todos los partidos de futbol de la liga mx y de Europa, ni se diga como un seguidor del Real Madrid.
Lo rodeó la familia Cabañas Saldaña con un cariño normal, sin que se le abrumará en atenciones, aunque con todas las formas de sus cuidados especiales, sin que se notara y sintiera por demás imposibilitado para realizar por si todas sus actividades. Así pasó mucho tiempo con la familia de la abuela materna y atendiendo a sus clases de idiomas o sus incontables horas de navegación en su computadora o celular, siempre de última generación por lo avanzado en su aprendizaje.
Después, de todos estos años, y de esperar una mejoría en la salud con la implementación de todas las atenciones en cuestiones médicas, Angel, cedió su alma al creador, siempre muy consciente de lo inevitable que en este mundo tiene que llegar, a todos los seres vivos.
Angel, ya descansa y su espíritu vive en el recuerdo de su familia y de sus muchos amigos. Al profesor Antonio Cabañas Saldaña, la fortaleza del creador para que de paso a esta etapa de la vida en donde el compartió un ejemplo que fue motivo de orgullo y de éxito con su hijo Angel, con quien convivió más de 20 años, y nunca se separó de él, a quien le dio todo su tiempo y su máximo cariño de un padre con su hijo.
Angel Cabañas Figueroa, descansa en paz, en el paraíso en donde no hay dolor y todo es felicidad. Tu recuerdo vivirá siempre de un espíritu indomable. Hasta pronto amigo. Así sea. Así las cosas.