Teresa Gil/Libros de ayer y hoy
A NUESTROS FIELES DIFUNTOS…
** Año trágico para México estimados Lectores: y por muchas razones que tienen que ver precisamente con la Salud y el ánimo, nos impidieron este año, convocar a Luzer con sus Calaveras y continuar la tradición. Por primera vez en 8 años consecutivos, no les comparto las cuartetas obligadas de aires sotaventinos, pero a cambio les dejo para el día, algunas lecturas muy a modo con el día.
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“La puerta del fondo se abrió y esta vez apareció el sacerdote limpiando los lentes con un pañuelo. Sólo cuando se los puso pareció evidente que era hermano de la mujer que había abierto la puerta.
_¿Qué se le ofrece?_ preguntó.
_Las llaves del cementerio_ dijo la mujer.
La niña estaba sentada con las flores en el regazo y los pies cruzados bajo el escaño. El sacerdote la miró, después miró a la mujer y después, a través de la red metálica de la ventana, el cielo brillante y sin nubes.
_Con este calor _dijo_ . Han podido esperar a que bajara el sol.
La mujer movió la cabeza en silencio. El sacerdote pasó del otro lado de la baranda, extrajo del armario un cuaderno forrado de hule, un plumero de palo y un tintero, y se sentó a la mesa. El pelo que le faltaba en la cabeza le sobraba en las manos.
_¿Qué tumba van a visitar? _ preguntó.
_La de Carlos Centeno _dijo la mujer.
_¿Quién?
_Carlos Centeno_ repitió la mujer.
El padre siguió sin entender.
_Es el ladrón que mataron aquí la semana pasada_ dijo la mujer en el mismo tono_. Yo soy su madre.
El sacerdote la escrutó. Ella lo miró fijamente, con un dominio reposado, y el padre se ruborizó. Bajó la cabeza para escribir…
(“Los funerales de la Mamá Grande” de Gabriel García Márquez, Edit, Diana, 1986)
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“Por las tardes, al regresar de la escuela, los niños pasaban a jugar al jardín del gigante, el cual era muy extenso y estaba deshabitado, además de que lo cubría un delicado y verde pasto. Por doquier había bellas flores que resplandecían como las estrellas; también había doce árboles de duraznos, en los que en primavera florecían hermosas flores de color rosa y perla, y en el otoño daban sabrosos duraznos. Los pájaros se paraban en esos melocotoneros y entonaban alegres cantos, tan dulces que los niños suspendían momentáneamente sus juegos para oírlos.
_¡Somos muy felices en este lugar!_ afirmaban.
Pero un día el gigante volvió. Estuvo un largo periodo en casa del ogro de Cornualles, quien era su amigo y al que acompañó durante siete años.
Durante ese tiempo comentaron todo lo que tenían que platicar, pues su charla era muy limitada; por lo tanto determinó volver a su castillo. Cuando llegó vio que varios niños jugaban en su jardín.
_¿Qué hacen en mi jardín?_les gritó con gran fiereza.
Al oìrlo los niños corrieron atemorizados.
_Este jardín sólo a mí me pertenece –gritó el gigante- . Todos deben saber esto, y no admitiré que nadie , a excepción de su propietario, goce de él.
Con un elevadísimo muro, el gigante cercó el jardín, y colocó un aviso en que se leía: “está prohibida la entrada, los intrusos serán castigados…”
(“El gigante egoísta”, de “Los mejores cuentos de Oscar Wilde, Ediciones Leyenda, México, 2007).
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“Tenía un perro que se llamaba Marte, un animal grande y espléndido, parte galgo y parte podenco, con rasgos de ambas razas. Marte era un gran placer para él y siempre estaban juntos. Pero yo esperé el momento adecuado, y un día en que se me presentó la oportunidad atraje al animal y lo liquidé con estricnina en un trozo de carne. Eso no le causó ninguna impresión especial a John Claverhouse. Su risa seguía siendo tan campechana y frecuente como siempre, y su cara era la luna llena que siempre había sido.
Entonces prendí fuego a sus almiares y a su granero. Perro, a la mañana siguiente, que era domingo, él apareció alegre y contento.
_¿A dónde vas?_ le pregunté cuando pasaba junto al cruce.
_A la trucha_ dijo, y su cara resplandecía como la luna llena_. Me encantan las truchas.
¿Era posible que existiera hombre más absurdo? Su cosecha se había echado a perder, al arder sus almiares y granero. No estaba asegurado. Yo lo sabía. Y sin embargo, ante la perspectiva de un invierno de hambre y frío, se iba alegremente a pescar truchas; increíble, porque le “encantaban”. Si hubiera fruncido el ceño, aunque fuera ligeramente, o si sus rasgos bovinos se hubieran alargado expresando seriedad en vez de resultar como los de la luna, o hubiese borrado esa sonrisa de su cara por una vez, estoy seguro de que le habría perdonado por existir. Pero no, se mostraba incluso más alegre que nunca ante la desgracia…”
(“Cara de luna”, de “Ley de vida y otros cuentos” de Jack London, Clásicos Universales, Madrid, 2002)
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** Estimados: la vida es frágil y es un instante. En los últimos días para muchos de nosotros esta verdad nos ha golpeado. Para quienes en estas horas luchan por sus vidas, les acompañamos, rogando por su Salud. A los amigos y familiares de enfermos, les decimos: aquí estamos. Abrazo para quienes lloran hoy por sus recientes pérdidas. Para muchos no hay consuelo a la vista y es entendible. Sigámonos cuidando y cuidando a nuestras familias: los que no entendieron y les vale, ya no cambiarán. Los que enfermaron de Covid y siguen sin cubrebocas y en reuniones: aléjense de ellos. No hay más que hacer. Y la cura no se ve para este año. Buen lunes para todos.
DEL DICCIONARIO A LA DIABLA…
DEUDOS.-Los que quedan a deber amor/ tiempo/ entrega/ respeto/ reconocimiento/ dedicación.
DEUDAS.-Las que no son materiales pero crecen y pesan como las monetarias: el perdón no pedido/ la disculpa a tiempo/ el reconocimiento oportuno/ el lugar merecido/ la traición a mansalva.
MUERTOS.-Los que siguen vivos pero sin ilusiones/ planes/ proyectos/ ambiciones/ amores/ sueños.