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Raymundo Jiménez/Al pie de la letra
Para bien del PRD no estuvo mal que se hayan inclinado por Alejandra Barrales para comandar a los de corazón amarillo que, a decir verdad, no las tienen todas consigo. Muy aparte que algunos supongan que hubo imposición, Alejandra procede de un liderazgo auténtico, contrario a lo que ocurre con otros partidos políticos. Se formó en el sector de las aeromozas abanderando causas por demás justas, pero siempre con su particular estilo ubicado más del lado de la izquierda moderada, reflexiva y prudente.
Barrales, mujer guapa pero que ha crecido políticamente por su inteligencia y concepción de la problemática social, sabe y no oculta que el partido que ahora dirige se ha hecho daño a sí mismo por la dispersión de intereses al interior de ese instituto político, y los pleitos estériles entre las llamadas tribus. Alejandra Barrales tendrá la sensibilidad que se requiere para concitar los diversos intereses que en los últimos tiempos han representado pesada carga para el PRD. Además de líder sindical, ha sido legisladora, funcionaria del gobierno del DF y dirigente perredista.
Andrés Manuel conoce las virtudes de la Barrales, por eso los guiños de ojos. El tabasqueño tratará de convencerla de integrarse en una gran alianza de las izquierdas de cara al 2018. La posibilidad no estaría tan lejana si se consideran las declaraciones de la nueva líder en el sentido que estaría abierta a formar alianzas, aunque no nada más con la izquierda. La decisión dependería de los prioritarios acuerdos con los panistas que en las recientes elecciones le proporcionaron una buena bocanada de oxígeno.
Barrales sabe de negociaciones. Calculará los acuerdos con otros partidos. En su alianza con el PAN no le fue mal, pero sabrá medir los alcances para no caer en el papel de ser para el azul lo que el verde ha sido para el rojo. No hace falta darle muchas vueltas al asunto para pensar que la idea de la señora será darle autonomía y competitividad, hasta ahora impensable por que con sus gobernadores no le está llendo nada bien.
También sabe que en las gubernaturas donde compartió los triunfos con el PAN, la repartición de los puestos seguramente se hará con criterio subjetivo, ya que de manera exacta no se sabe realmente cuántos votos le aportó el PRD al PAN, ya que por las circunstancias actuales no se puede determinar cuál es el voto duro de cada partido si se piensa en una repartición justa. Por ésta razón se esperan inconformidades de los amarillos cuando consideren que el pago por sus servicios no fue el esperado.
Si el PRD decidiera formar parte del frente que lideraría López Obrador a través de Morena, convencido del crecimiento que tuvo en las pasadas elecciones, correría el riesgo de quedarse colgado de la brocha por el empeño del gran poder de atajar la carrera del tabasqueño.
Buena tarea le espera a la acaudalada Barrales para tomar las decisiones correctas, pero que no se aparten tanto de los principios del PRD. Suerte
LAS TAREAS DE ENRIQUE OCHOA REZA.
Mucho tiene que hacer el nuevo dirigente priista si la intención es repetir en la Presidencia de la República. El PRI ha venido arrastrando diversas prácticas que ya no dan resultados, pero la fuerza de la costumbre pesa y pesa mucho.
Por ejemplo, tendrá que romper con la costumbre que los delegados del CEN en los estados deban ser de otra entidad, bajo el argumento que los foráneos puedan hacer su trabajo con mayor imparcialidad que en la realidad no resulta así. Los vencen las tentaciones de los gobernadores siempre dispuestos a controlar todo lo que llegue del altiplano.
El nuevo líder priista tendrá que reflexionar que los enviados del centro no conocen la problemática política y social del estado asignado, Tampoco saben de la fuerza de los grupos políticos, ni los compromisos ni nada que abone en la buena toma de decisiones. Salvo honrosas excepciones, los delegados quedan convertidos en simples damas de compañía de los candidatos sin aportar ningún resultado significativo.
En cambio, si es del lugar, con pleno conocimiento de los grupos políticos, los caminos, la problemática política y social y que sepa masticar la técnica electoral para que opine con solvencia, podría incrementar ostensiblemente las posibilidades de triunfo para el partido que representa.
Contrario a los que mandan de fuera, alguien del lugar podría elaborar una agenda propia para cubrir más terreno y avanzar más aprisa.
Por supuesto que el prospecto debe tener ciertas características. Escogerlo dependerá de una consulta entre quienes saben de elecciones y de tareas proselitistas. Deberá seleccionarse a alguien con solvencia moral y prestigio que apostar, y que sepa cómo ganar elecciones.
Un delegado que se suma al plan proselitista pero como un invitado de lujo, no es funcional. En ello debe poner atención el neo dirigente si quiere resultados favorables.
*Este texto es responsabilidad absoluta del autor.