Bernardo Gutiérrez Parra/Desde el Café
Pasaron las campañas pero algo queda. Por los resultados electorales producto del conteo de los votos, pareciera que el partido que obtuvo mayores beneficios en las urnas fue el PAN, por que extiende su influencia política en varios estados del país que antes no gobernaba, pero no fue así. Lo que pasa es que los ciudadanos ya agarraron la onda de cómo poder castigar a un partido cuando los resultados del gobierno en turno no son los que esperaba la sociedad.
No es que el PAN sea la mejor opción sobre el PRI o cualquier otro partido. Lo que pasa es que los ciudadanos escogieron al candidato opositor con mayores posibilidades de triunfo, para alcanzar el objetivo de derrotar al partido que está detentando el poder local. En los recientes comicios se observó que en los estados con mayores críticas al gobierno en turno, los votantes se inclinaron por dirigir su voto a los que, por las circunstancias, tendrían mayores posibilidades de arrebatarle el poder al PRI.
Lo anterior es el reflejo de la madurez de los votantes que optaron por una fórmula tan pragmática como ahora lo son los partidos.
El juego se dio entre los dos con mayor estructura: PAN y PRI, por eso los candidatos de los partidos con menos membrecía no figuraron.
Sin embargo, es importante mencionar que aunque en ésta ocasión se utilizó al PAN para derrotar al PRI, el crecimiento de MORENA es un claro mensaje al PRI y al PAN. Si para las siguientes elecciones los ciudadanos deducen que el PAN no respondió a las expectativas esperadas, será castigado utilizando a MORENA o, tal vez, al mismo PRI como ocurrió en Oaxaca.
Por supuesto que MORENA no sería la fórmula democrática que requiere México, pero la gente lo colocó en una posición amenazante para enfrentarlo al PAN en la elección presidencial. Ese será el juego mientras no tengamos otro modelo de participación política.
Lo ocurrido en el estado de Oaxaca comprueba la hipótesis. Ahí es gobierno la coalición PAN-PRD, pero por el cuestionado desempeño del gobernador Gabino Cué, la población electora lo castiga en las urnas facilitando el regreso del Revolucionario Institucional.
Realmente, la decisión fue mandar un claro mensaje no tan solo a los gobiernos actuales, sino a los que próximamente tomarán posesión. La decisión popular ya está tomada: castigar al que se porte mal sin importar el partido por el cual haya sido postulado.
Otro ejemplo lo es el gobierno de la Ciudad de México. En las recientes elecciones el PRD de Miguel Ángel Mancera quedó totalmente desdibujado. Uno de los principales motivos que provocaron el severo malestar en la gente son las medidas autoritarias e inviables respecto a la vialidad, además de los problemas de la gran ciudad que el Jefe de Gobierno no ha podido resolver. La gente ya aprendió a castigar a los partidos políticos con el instrumento de las urnas electorales.
Dada la fórmula y la decisión de los ciudadanos de acudir copiosamente a cumplir con su deber de votar, en elecciones posteriores no tendrán gran efecto todo aquello que se utiliza para motivar el ánimo del votante, como son las despensas con productos de mala calidad y caducos, o el tan denostado pago por voto, práctica común de los partidos políticos con los presupuestos más altos. A fin de cuentas, la secrecía del sufragio es un derecho constitucional.
Una vez comprobado el mecanismo de castigo, necesariamente tendrá que cambiar también la forma y estilo de las campañas proselitistas. Las grandes concentraciones no servirán de mucho. Cuando a los presuntos electores se les traslada de lugares distantes y la atención y comodidad no son las esperadas, el resultado no es el esperado.
La publicidad tendrá que ser más personalizada de acuerdo al perfil de cada candidato y, lo más importante, si los partidos postulan a personajes con perfil ganador la campaña resultará mucho más barata. No se necesita gastar mucho dinero cuando los candidatos son conocidos y con prestigio que apostar. El discurso necesariamente debe modificarse. Cuando las propuestas se reducen a promesas inviables, en la siguiente elección será castigado el partido o el funcionario votando por el opositor con mayores posibilidades de ganar.
Los partidos también tendrán que modernizarse. Ningún partido político es modelo a seguir. Todos presentan atrasos. Por ejemplo. aún no aprenden a utilizar los medios de comunicación para seducir al elector. No se ven por ningún lado a candidatos que sepan dirigirse a los universitarios, académicos o a las clases medias. Los discursos son ocurrentes peroratas.
Por cierto, a la hora de votar también se calificó el trabajo de los alcaldes. El PRI perdió en los distritos de ciudades con trabajo deficiente o prácticas corruptas por parte de los munícipes en turno.
El reciente proceso electoral deberá analizarse con mayor profundidad para rescatar lo que sea útil, modificar o actualizar lo que se considere obsoleto y priorizar la selección de los mejores perfiles para candidatos.