Raúl López Gómez/Cosmovisión
Basta ya de cañones antigranizo.
La estupidez humana, derivada de la ambición económica no tiene límites. Se ha pronosticado que la temporada de lluvias 2020 será muy pobre, en consecuencia habrá carencia de agua y al no haberla la infiltración de mantos freáticos será escasa, y por esa razón quienes viven de cultivos tradicionales dependientes del ciclo de lluvias pasarán por un mal momento. Si sumamos dos eventos desastrosos para la economía: ausencia de lluvias y la pandemia, tendremos un cuadro doblemente dramático.
Pero solo la estulticia humana y la codicia pueden propiciar un tercer factor para empeorar las cosas. En el caso del campo los protagonistas de semejante insensatez son los aguacateros que poseen cañones antigranizo y que en la primer lluvia de mayo han decidido abortarla cañoneando las nubes para proteger el sacrosanto derecho superior de sus aguacates, importándoles un sorbete el derecho humano a un medio ambiente sano.
El sábado 9 de mayo en la sierra de Madero, el sur de Acuitzio del Canje y de Morelia, iniciando la tarde, se comenzó a precipitar una abundante lluvia que en estos tiempos es recibida como bendición por los campesinos. Al paso de los minutos en algunos lugares de la zona se acompañó de escaso granizo. A la hora de este evento climático y mientras sólo llovía en abundancia de manera simultánea se dispararon dos cañones antigranizo con estallidos cada 5 segundos y durante más de 50 minutos. Ambos cañones, uno situado en la localidad de Llanitos del municipio de Madero y el otro en las inmediaciones de la localidad de Cruz Gorda del municipio de Madero, y a una distancia entre ambos no mayor a dos kilómetros, lograron en tan solo diez minutos dispersar la nubosidad densa y dar fin a la lluvia.
Van a ser dos años de que por esta misma razón se manifestó un gran descontento social en la región y a través del Consejo Promotor del Área Natural Protegida, que promueve los valores ambientales en estos tres municipios, se entregó a la autoridad estatal correspondiente, una solicitud respaldada por más de 6 mil firmas de los tres municipios, exigiendo la intervención de las autoridades ambientales para que en apego el principio de precaución se procediera a clausurar los susodichos cañones. Resultado de ello se clausuró solo uno instalado en Arroyo Hondo del municipio de Acuitzio del Canje y lugar cercano a Villa Madero.
El año pasado el resto de los cañones continuaron funcionando ante el descontento ciudadano frente a la prepotencia de los aguacateros ecocidas que crédulamente pagan millones por una tecnología que defienden como inocua para el medio ambiente pero que en los hechos afecta la vida de los ecosistemas y la salud de los pobladores.
El accionar simultáneo de estos cañones por 50 minutos el 9 de mayo ahuyentando la lluvia ha indignado a la población y motivado una reacción de condena en las redes sociales que legítimamente convocan a resistir y a la exigencia ante las autoridades para que procedan a su clausura.
La propia autoridad reconoce que en Michoacán existen miles de cañones antigranizo y una de las empresas que ha lucrado con este ecocida negocio reconoce que más del 75% de estos equipos son marca «patito», es decir, representan un doble riesgo para el medio ambiente y las poblaciones.
Bien haría el gobierno estatal a través de la Semaccdet, Proam y la Fiscalía Ambiental, y el gobierno federal a través de la Semarnat y Profepa, de intervenir de una vez por todas para que dichos cañones sean silenciados y desmantelados. Las razones de fondo son precisas: 1.- violan el derecho humano a un medio ambiente sano establecido en el artículo 4° de la Constitución; 2.- van contra el principio de precaución, acordado por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de Rio de Janeiro en 1992, del cual México tomó parte, y que indica que “cuando haya peligro de daño grave o irreversible, la falta de certeza científica absoluta no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces en función de los costos para impedir la degradación del medio ambiente”.
Es un absurdo pues, que se siga permitiendo el uso de una tecnología que a todas luces altera al medio ambiente generando ondas expansivas a más de 10 kilómetros de altura, ahuyentando la lluvia que es esencial para todos, dañando la salud de la población con los gases utilizados y precarizando los ingresos de los campesinos afectados por la ausencia de precipitaciones.
Los aguacates de estos ecocidas no pueden tener más derechos que el establecido para las personas. La alteración del clima no puede ser aceptado como argumento en favor de un cultivo. Ahuyentar la lluvia de granizo, que es lo que aceptan los apologistas de esta tecnología, es un reconocimiento tácito al hecho de que sus cañones alteran el clima. La lluvia de granizo forma parte del clima. Qué absurdo sería, por ejemplo, pretender eliminar los ciclones por el potencial daño a la población humana, sin medir las consecuencias climáticas para la vida de todo el planeta.
No cabe duda que la estupidez humana no tiene límites. Precisamente en tiempos de pandemia en los que se ha reconocido científicamente que la zoonosis por la cual ha llegado el Covid-19 a las personas ha sido originado por la pérdida de biodiversidad que sirve para amortiguar tales patógenos, y mientras se pretende que la nueva conciencia que emerja de esta tragedia debería ser pro ambientalista para tratar de recuperar la vitalidad del ecosistema al cual nos debemos, aparecen los aguacateros cañoneros para decirnos que a ellos les importa un cacahuate la vida, el medio ambiente y las personas, y que su único valor es el dinero de sus aguacates.
Las instituciones gubernamentales competentes tienen la palabra.