Teresa Gil/Libros de ayer y hoy
Juan Javier Gómez Cazarín*
Dice la sabiduría popular que “el interés tiene pies”. Y ya si se trata de llevarnos un poco más pesado, también dice que “no hay burro flojo para su casa”.
Claro, porque cuando se nos presenta alguna oportunidad afortunada –como ver a la novia, cobrar un dinero que nos deben, acudir a un baile, a un partido de nuestro equipo o gorrear una buena comida- parece que movemos cielo, mar y tierra para acudir a donde se requiere nuestra presencia física.
El problema, desde luego, es cuando no queremos, cuando no tenemos ganas, cuando no sentimos compromiso y, si tenemos un pretexto a la mano, pues peor.
Durante muchos años, décadas, una de las figuras públicas menos apreciadas por la sociedad han sido los diputados. En las encuestas que le hacían a la gente de los servidores públicos más respetados y admirados, soldados y marinos siempre salían hasta arriba; mientras que los diputados y los agentes de tránsito, siempre acababan compitiendo por el último lugar. Y muchas veces los diputados ¡sí ganaban el último lugar!
La mala fama de los diputados (en masculino, porque casi siempre eran hombres) incluía historias de que se dormían en la curul o que, en el mejor de los casos, sólo acudían a calentarla.
Las diputadas y los diputados de la Cuarta Transformación hemos tratado de revertir esta imagen. Básicamente, sólo hay una manera posible de hacerlo: con chamba, con dedicación, con cercanía respecto a la gente.
En ocasión de la pandemia de Covid-19, modificamos la Ley Orgánica del Poder Legislativo y el Reglamento Interior para permitir la presencia virtual de diputadas y diputados. En su momento fue una buena noticia, porque con esa medida se evitaban contagios y se facilitaba la participación de quienes –me tocó- estaban –estábamos- en cuarentena.
El problema surgió cuando los contagios disminuyeron y la contingencia quedó atrás, pero algunas diputadas y algunos diputados seguían sin asistir a las sesiones del Pleno. Ya no se les podía acusar de calentar curules, sino de dejar las curules frías. Se conectaban a la videoconferencia –a veces ni se les veía la cara- y sólo medio aparecían a la hora de votar. Así no se pueden debatir como es debido los temas relevantes para el Estado -y vienen muchos debates más el año próximo-.
Relacionado con lo anterior, mi compañero diputado Toño Luna pronunció hace poco un respetuoso exhorto para que vengan a trabajar todas y todos los compañeros que estuvieron ausentes de las comparecencias de las y los funcionarios del gabinete que han comparecido para la glosa del IV Informe del Gobernador. Se trata de un tema de interés para el pueblo de Veracruz, les recordó.
Con el apoyo de mis compañeras y compañeros de Morena, presenté una iniciativa para meter reversa a medias de la reforma que hicimos en época de la contingencia. Si se aprueba –y confío que así será- las sesiones sólo serán virtuales cuando se presenten “contingencias sanitarias, ambientales, riesgos a la seguridad pública, a la protección civil, o cuando se declare estado de emergencia u otros casos de fuerza mayor”. O sea, que no serán siempre y que todas las demás veces las diputadas y diputados tendremos que acudir de manera presencial. Después de todo, bien lo dijo Toño Luna: “para eso y más se nos paga y debemos corresponder”.
*Diputado local. Presidente de la Junta de Coordinación Política del Estado de Veracruz.