Pablo Jair Ortega/Columna sin nombre
· Ningún dirigente de Morena será candidato… salvo Batres
· Segunda traición de López Obrador a Monreal en 4 meses
· Zamora elude y Castro es designado para perder en Jalisco
Un día me preguntó el perredista Jesús Ortega:
-¿Sabes por qué Andrés postula candidatos de mediana estatura política?
-No. ¿Por qué? –expresé mi duda.
-Porque no quiere que le hagan sombra. De esa manera cuando va a una campaña el personaje es él, no el candidato local ni el dirigente de su propio partido –dilucidó el dirigente de Nueva Izquierda (NI).
Recordé algunos nombres –Cuitláhuac García en Veracruz, Delfina Gómez en el estado de México, Armando Guadiana en Coahuila…- y comprobé la constancia de esta costumbre.
La tradición se prolongará en el proceso del 2018.
Andrés Manuel López juntó a varios dirigentes estatales los enfrió con una sola frase:
-Ninguno de ustedes será candidato en 2018.
Algunos preguntaron la razón y la escucharon:
-Porque prefiero mantener la estructura del partido porque las elecciones se ganan con estructura. Por no tener estructura nacional me robaron las elecciones de 2006 y 2012.
Y todos –Carlos Peñafiel en Querétaro, Oscar Gurría en Chiapas, y así…- apechugaron.
El propio Gurría Penagos verá encumbrarse hoy como candidato a Rutilio Escandón en demérito suyo, pero nadie le discute al amo y señor absoluto del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
La única excepción de esta regla mesiánica será Martí Batres y está por verse si Polevnsky, pero ellos gozan de los privilegios del señor.
DOBLE TRAICIÓN A RICARDO MONREAL
El caudillo de Macuspana no tiene piedad siquiera por sus leales.
Apenas ayer informábamos de cómo avanzaban las negociaciones con Ricardo Monreal Avila para incorporarlo como presidente de Morena tras el registro de Andrés Manuel López.
El tabasqueño adelantó los hechos a los compromisos.
Oficialmente López renunció antes de inscribirse en el Instituto Nacional Electoral (INE) y de inmediato dio la instrucción a Yeidckol Polevnsky de asumir la presidencia de Morena.
También a ella le había ofrecido ese ascenso, como relatamos ayer.
A Polevnsky sí le cumplió; a Monreal lo traicionó por segunda vez en menos de cuatro meses.
Se le adelantó mientras él, doctorado en derecho al fin, se disponía a cumplir las formas y presentar su solicitud de licencia ante la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF).
Quizá más adelante tenga alguna opción, pues la comunicación López-Monreal no se ha roto.
ARTURO ZAMORA: SU ADIÓS A JALISCO
Otros adelantos de este espacio se han cumplido puntualmente.
El viernes pasado anunciamos la decisión de postular los abanderados a gobernadores priístas por dedazo con el eufemístico término de candidatos de unidad.
El primer caso resuelto fue Jalisco.
Como Arturo Zamora se negó a “recoger los despojos del PRI”, según señalamos el 13 de octubre, la cúpula recurrió a Miguel Castro, delfín del gobernador Aristóteles Sandoval.
Zamora no cedió a la invitación de la dirigencia encabezada por Enrique Ochoa ni a las tentaciones de los representantes de la triada José Antonio Meade-Aurelio Nuño-Luis Videgaray.
No lo entusiasmó siquiera su ubicación como el priísta consentido entre la militancia y a población abierta, pero lanzado a contracorriente por los saldos negativos del ejercicio del poder.
Esos mismos encuestados colocan a Enrique Alfaro en ruta para la sucesión merced a su enfrentamiento con el gobernador Sandoval, mas no por excelente evaluación político administrativa en Guadalajara.
Se cumple lo escrito aquí el 13 de octubre:
“Desde la CNOP tiene un espacio nacional y puede colocarse, amén de múltiples cargos actuales, en ruta para el próximo sexenio”.