Andi Uriel Hernández Sánchez/Contrastes
· PRI: una rebelión silenciosa obliga a una operación cicatriz
· Ningún ex presidenciable quiere ser candidato en la capital
· Siguiente reto de Los Pinos: a quién acomodar de sustituto
La disciplina no quita la molestia.
Lo corroboraron quienes operaron la postulación de José Antonio Meade: de Enrique Peña a Enrique Ochoa, de impulsores del candidato como Luis Videgaray hasta contendientes como Miguel Angel Osorio Chong.
Por eso se operó un manejo de crisis, actitud rara en un gobierno víctima de hechos, denuncias y escándalos para los cuales no ha habido respuesta oportuna y mucho menos eficaz.
Por eso no ha podido sobreponerse a descubrimientos como los de la casa blanca o la detención y desaparición de estudiantes normalistas en un municipio perredista a manos de una autoridad perredista y una policía perredista.
El gobierno federal asumió como esponja culpas de políticos como José Luis Abarca, alcalde de Iguala por impulso, obra y gracia del entonces perredista y hoy dueño del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Andrés Manuel López.
Con la sucesión se ha decidido operar para mantener la unidad del Partido Revolucionario Institucional (PRI), reducir al máximo las resistencias internas y críticas externas como la complicidad denunciada por Jorge Castañeda.
Por eso se han organizado encuentros de Meade con quienes supuestamente compitieron con él aunque la decisión haya sido bipersonal, con Videgaray como autor y Peña como ejecutor.
Estos encuentros seguirán y se publicitaron como el primero entre Meade y Osorio y el de Meade con Enrique de la Madrid.
Pero aquí hablamos de molestias.
LOS IMPULSARON A SEGUIR, PERO…
¿Qué incomodó a los ex aspirantes?
Básicamente la descortesía de no informarles forma y fondo: la decisión cupular tomada en Los Pinos a favor de uno solo –José Antonio Meade- y de ocultarles el mecanismo.
Porque todavía a principios de la semana pasada más de un aspirante recibieron señales de continuar en pos de la candidatura presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Sus nombres son universales: el elegido José Antonio Meade, Miguel Angel Osorio Chong, José Narro Robles, Aurelio Nuño y Enrique de la Madrid, los primeros cuatro encartados por el senador Emilio Gamboa y el último apoyado en méritos propios.
Varios de ellos se sienten maltratados.
Y conste: hablamos de molestia, no de indisciplina.
Por ello ninguno saldrá a lanzar críticas ni a la selección del candidato ni al método, pero las resistencias se sentirán en otra parte del reparto de postulaciones tricolores.
Va un avance: ninguno de los cuatro dejados en el camino está dispuesto a ser candidato a jefe de Gobierno de la Ciudad de México y por tanto no cabe ver ahí ni a Nuño ni a Narro ni a De la Madrid, como se ha especulado.
Uno de ellos ya fue invitado de manera informal.
Sorprendido pero incómodo, consultó con asesores y en conjunto decidieron rechazar el ofrecimiento.
El otro caso es público: Enrique de la Madrid ha dicho a varios medios su intención de continuar en política sin ir a una competencia menor luego de expresar su deseo de contender por Los Pinos.
Como con sus compañeros, no está en su plan.
Y SIGUE EL CANDIDATO SUSTITUTO
1.- Mientras José Antonio Meade y Miguel Angel Osorio Chong encabezan los esfuerzos de cicatrización, empieza la distribución de cargos.
El primero de ellos es el coordinador de la campaña, donde se ubica al secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, posición clave tanto en la función operativa como candidato sustituto.
Fue el papel de Ernesto Zedillo con Luis Donaldo Colosio.
Y 2.- el libro Aves de paso del ex cónsul y director del Instituto Ortega Vasconcelos, Antonio Meza, es un llamado de atención sobre la migración infantil hacia Estados Unidos.
Al menos 150 mil niños mexicanos centroamericanos no acompañados intentan cruzar cada año el río Bravo y reunirse con sus familias, según revela.