Carlos Ramírez/Indicador político
· PAN y PRI se cierran a la democracia y entregan el 2024
· Alito rechaza renunciar, Cortés tiene lista su reelección
· Y Palacio Nacional los obliga a defender al INE y al Trife
Es una capitulación prematura.
Negados al cambio, a la apertura y a la democracia, PAN y el PRI se niegan a ser opción política.
Sobre el PRD, su tercer aliado, no cabe reflexión alguna porque la supervivencia es ganancia para ellos.
¿Pero qué sucede con PRI y PAN?
Sus cúpulas, los detentadores de las franquicias, no se reforman ni se abren a la democracia y menos a la participación de sus simpatizantes.
En el priísmo el grupo de Alejandro Moreno, Alito, y Rubén Moreira tuvieron la oportunidad de ser la segunda opción en la elección de junio y no lo permitieron.
Se arrogaron los primeros lugares de la lista plurinominal a la Cámara de Diputados y así anularon la posibilidad de ser los segundos votados.
Enojada, la militancia y los seguidores migraron hacia el gubernamental Morena o de plano no fueron a votar.
Y si estos esperabas algún cambio en su dirigencia, no la hubo: Alito está decidido a ser a la par diputado federal y presidente tricolor.
–Fui electo para cuatro años y cumpliré mi mandato -me dijo cuando le pregunté si no empalmaría funciones y responsabilidades.
Mientras él se aferra a los dos cargos y controla los órganos partidistas, desde el poder le preparan una gran persecución: en Palacio Nacional por agravios y Layda Sansores por su paso en el gobierno de Campeche.
UN FUTURO OMINOSO
En el PAN se cierne un futuro ominoso.
Todo porque Marko Cortés, también con el control de las instancias azules, está listo para manipular la elección y continuar en la presidencia.
Vea usted:
Se ha negado a difundir el padrón interno a fin de permitir a sus opositores -la tlaxcalteca Adriana Dávila y el tabasqueño Gerardo Priego– convencer a la militancia.
El queretano Francisco Domínguez al parecer se ha retirado de la contienda y el yucateco Mauricio Vila piensa más en la candidatura presidencial del 2024.
Si alguno quiere competir, deberá esperar la decisión, las reglas y los plazos de la Comisión Electoral del markista Gonzalo Altamirano.
Se enfrentarán, además, a comités estatales dirigidos por incondicionales de Marko Cortés e impuestos, como con Genoveva Huerta en Puebla, sobre cuatro aspirantes e inclusive el alcalde electo Eduardo Rivera.
Cortés maneja, además, los llamados personeros quienes administran los padrones y son claves para impedir el debate interno, incluida la Asamblea Nacional.
¡Diez años sin Asamblea!
Eso pasa en el PAN, la segunda fuerza política cuya dirigencia se niega a ser primera y a enfrentar al gobierno-Morena.
Pero también los inconformes internos pueden reunir 100 mil de los menos de 300 mil votos posibles y obligar una reorientación para ser primero una oposición real y luego una fuerza electoral.
POR EL INE Y EL TEPJF
1.- Mientras, el gobierno y su partido le facilitan la unidad a la oposición.
La orden de Palacio Nacional es aniquilar los órganos autónomos, en especial el INE y el TEPJF, como si eso fuera reforma electoral y no venganza presidencial.
Así, Alejandro Morena, Marko Cortés y Jesús Zambrano no tendrán perdón humano y divino si permiten ese golpe a la democracia.
Los síndromes individuales deben atenderlos los sicoanalistas, no el Congreso de la Unión.
Y 2.- qué contraste.
Mientras la sociedad del país percibe a Mérida como la ciudad más segura del país, su policía se mete en problemas.
La detención, tortura y asesinato del joven José Eduardo Ravelo no es el primer caso y corresponde a la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, dar un reporte completo.