Ruperto Vázquez Ovando/Opinión en línea
No fue casualidad.
El acoso al Instituto Nacional Electoral (INE) vive momentos cruciales.
Le regresaron las decisiones sobre las candidaturas de Félix Salgado Macedonio y Raúl Morón para exponer más a los consejeros.
En especial dos, sobre los cuales Palacio Nacional y su aparato político, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), vuelcan su odio.
El principal de ellos es el presidente Lorenzo Córdova, quien no se ha doblegado y enciende más los ánimos presidenciales cuando denuncia ataque a las instituciones.
El segundo es Ciro Murayama, hombre vertebrado e insistente en hacer respetar la Constitución y normas electorales a rajatabla.
Al momento de redactar esta columna no había informes sobre la decisión final en la cual los consejeros del INE se juegan su destino.
Si votan en conciencia deberán ratificar su posición y correr las consecuencias del juicio político, eufemismo de destitución como sucedió con Luis Carlos Ugalde.
Pero si ceden, será la postración del principal organismo vigilante de la democracia… y quedarán devaluados sin conservan el puesto.
TIEMPO OMINOSO PARA LA LEY
Tema aparte es la actuación de los magistrados electorales.
Renunciaron a aplicar el derecho en su jurisdicción y regresaron el caso al INE como si no hubiera quedado clara su posición.
Con ello dejaron expuesto al Instituto y, paradójicamente, expusieron de manera similar a su Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).
Ahora las turbas de Morena -para comenzar las de Félix Salgado Macedonio y Raúl Morón– pueden presionar para burlar la ley.
No es tema de pesos y centavos, sino del cumplimiento de una norma avalada por el Poder Legislativo para respetarse en tiempo y forma.
Porque bajo la óptica de los magistrados, uno puede dejar de pagar impuestos y acudir un segundo antes de la multa para simular.
Total, “no se actualiza el supuesto de omisión de entrega, sino uno diverso que es el de entrega extemporánea”.
Es la posición del presidente del Tribunal, José Luis Vargas Valdez, quien también acusa a los consejeros de haber violado el derecho de audiencia.
Tiempos ominosos para la ley.
ANAYA Y SU ETERNA IMPUNIDAD
La semblanza sobre Alberto Anaya habla de un eterno legislador.
Una patente regalada por Carlos Salinas, se puede agregar a la información de nuestro reportero José Luis Valdés.
Va esa historia:
En 1988 el entonces presidente electo encontraba repudio de los gobiernos extranjeros por una supuesta elección fraudulenta.
No querían saber de él, en especial los gobiernos de izquierda, y por ello urdió cómo dar imagen de apoyo general.
Recurrió a Ricardo Canavati, empresario y funcionario dedicado en especial a la zona de Fomerrey en Monterrey.
El convenció a Anaya de manifestar públicamente el apoyo a Salinas y así se difundió la fotografía con un pie único:
–La izquierda apoya a Carlos Salinas.
Operaciones similares se hicieron para traer a Fidel Castro y tener, por primera vez en un acto oficial, a representantes de las iglesias.
Desde entonces Alberto Anaya tiene patente de corcho, hoy garantizada por el presidente en turno a pesar de su desprestigio.
La impunidad se logra con lagoteo.