Raúl López Gómez/Cosmovisión
· La desaparición del PRI como partido, opción y oposición
· Dimisiones, división y denuncias: legado de Ruiz Massieu
· La siguiente misión de Ebrard: cabildear con demócratas
Del gobierno a la nada.
Hoy el Partido Revolucionario Institucional (PRI) no se encuentra ni como organización política autónoma ni como opción de gobierno y, lo peor, ni como oposición.
Muy distinto a su primera pérdida del poder federal.
En 2000, cuando todo mundo esperaba su debacle, encontró la unidad y un liderazgo con el cual se fortaleció y tres años después, en la elección intermedia, se vio vigoroso.
Hubo altura.
El ex presidente Ernesto Zedillo marcó por fin su pregonada sana distancia, el ex candidato Francisco Labastida se recluyó y los priístas marcaron su propia renovación.
Los gobernadores, con gran mayoría en el país, se aglutinaron en torno a Beatriz Paredes mientras Roberto Madrazo se alió con Elba Esther Gordillo para buscar la presidencia del partido.
Ganó el tabasqueño y la tlaxcalteca no judicializó la elección interna a pesar de las prácticas de delincuencia organizada denunciada por María de los Angeles Moreno.
Así el PRI volvió a ganar elección tras elección, gubernatura tras gubernatura, hasta el empecinamiento de Madrazo de ser candidato presidencial contra todos y Tucom.
EL LEGADO DE CLAUDIA
Hoy es distinto.
Sólo poco más de un tercio de los gobernadores son priístas, no hay una figura fuerte como lo fueron Roberto Madrazo y Beatriz Paredes.
Y en pacto de caballeros, bajo el principio de amor con amor se paga, el de Villahermosa impulsó a la de Tlaxcala a dirigente dirigente y ahí se facilitó la recuperación de la Presidencia.
De aquella estabilidad emergió Enrique Peña y todos sabemos el triste destino del PRI.
Aquí, cuando anunciamos el duelo Alejandro Moreno Alito-José Narro Robles, informamos cómo la nomenklatura trabajaba para postular al ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Tenía el respaldo de Peña, de los gobernadores, de muchos dirigentes del PRI para frenar a Alito por dos temores: su relación con Andrés Manuel López Obrador y su posible aspiración presidencial.
¿Qué pasó para que ex presidente y gobernadores retiraran el apoyo a Narro y lo dieran a Moreno?
El discurso.
La semana pasada, con su equipo de impulso, el ex secretario de Salud reflexionó sobre la falta de recursos, la línea, la poca penetración de su mensaje entre el priísmo…
Se apeó.
Lástima: no dio la pelea como sí la darán otros –Ivonne Ortega, Ulises Ruiz, José Ramón Martell, Lorena Piñón-, quienes han prometido ir hasta el final.
Y no lo dude: abundarán las acusaciones de todos contra Alito.
Esa división y ese PRI cero será el legado de Claudia Ruiz Massieu.
CON EL T-MEC Y LA PAZ
Había un acuerdo de partes.
Canadá y México apresurarían la ratificación del tratado trilateral conocido como T-MEC para obligar a Estados Unidos a hacer lo mismo.
Pero como ahora Donald Trump está contento por el muro policiaco-militar montado por Andrés Manuel López Obrador, el panorama es promisorio.
La siguiente tarea de Marcelo Ebrard en Washington será cabildear con los demócratas para empezar a celebrar.
¿Qué?
Pues el tratado, porque entre socios Estados Unidos no podrá amenazar una vez más con aranceles a las exportaciones mexicanas.
Se entiende la premura.