Miguel Ángel Sánchez de Armas/Juego de ojos
· El panismo se debate entre la línea y la división
· Hay tres aspirantes, pero dos candidatos reales
· Chalco sigue inundado por pleitos burocráticos
La oposición no resucita.
Ahora, cuando el Partido Acción Nacional (PAN) debiera dar el gran giro para conectar con a sociedad, corre el riesgo de nuevas divisiones.
Tanto como en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), donde la voz y voluntad únicas son las de Alejandro Moreno, Alito.
Oficialmente este martes comienza la campaña de los tres aspirantes formales a la presidencia –Adriana Dávila, Jorge Romero y Damián Zepeda– porque no hay abundancia de cuadros.
En esa escasez Damián Zepeda ha dejado de ser considerado parte importante de la cúpula azul capaz de conquistar a la militancia y ofrecerles futuro en este ambiente morenista tan hostil.
Pero hay un problema:
Zepeda se ha dedicado a descalificar el proceso y al actual dirigente panista, Marko Cortés, a pesar de haber sido un dirigente fugaz cuando lo dejó de encargado del despacho Gustavo Madero.
Pero sobre don Damián pesan cargos más graves: lo han visto muy cercano al Movimiento Ciudadano (MC) de Dante Delgado y eso cambia mucho el panorama.
Es decir, ya no lo ven como panista.
PAN: LA LUCHA ES DE DOS
Los otros dos sí son panistas.
La lucha entre ellos será interesante.
La tlaxcalteca Adriana Dávila tiene su propio historial, se enfrentó a Marko Cortés y ahora apuesta a su campaña en la estructura, desde dirigentes estatales, distritales y municipales hasta militantes desilusionados.
Y Jorge Romero basa su esperanza en una larga campaña, su currículum y por supuesto su experiencia, entre ellas la de coordinador de la fracción del PAN en la Cámara de Diputados.
En este panorama falta Kenia Lópe Rabadán, quien en algún momento fue vista con esperanza por algún sector pero ahora parece interesada en pelear la coordinación de la próxima legislatura en San Lázaro.
¿Con posibilidades?
Quién sabe, porque también un hombre de mucho prestigio y recién reelegido como diputado federal, el yucateco José Elías Lixa Abimerhi, quiere reivindicar sus méritos.
En esas condiciones, lo peor para el PAN es fracturarse.
CHALCO Y LA BUROCRACIA
¡Pobre Chalco!
Está anegado entre las lluvias, la burocracia y las contradicciones vigentes entre los gobiernos federal y del estado.
Vea usted: la administración de Delfina Gómez pidió declarar zona de desastre a las víctimas del valle porque llevan ya 20 días bajo aguas negras.
¿Cuál fue la respuesta de la Consejería Jurídica de la Presidencia de la República (su titular es María Estela Ríos González) ante su solicitud?
No se cumplieron los requisitos legales y técnicos para hacer esa declaratoria de emergencia y por lo tanto los afectados deben esperar a la burocracia.
El problema es muy añejo y se ha incubado durante años por asentamientos irregulares, falta de infraestructura y por supuesto abandono de todos los gobiernos actuales y anteriores.
Técnicamente, dicen expertos consultados, se debe a que la zona habitacional dañada está debajo del río y del drenaje, lo cual dificulta el desalojo de agua, lodo, piedra y basura.
Pero también está otro fenómeno: la basura ha generado un tapón donde se cruzan el río y las redes de desagüe y ese es un asunto del alcalde morenista José Miguel Gutiérrez.
Pero él no aparece, como tampoco los apoyos y muchos menos la solución del gran problema de comodidad, salud y vida para decenas de miles.
¡Ay, la burocracia!