Gabriel García-Márquez/Sentido común
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En campaña sonaría normal.
El Congreso de la Unión en pleno, senadores y diputados federales, rendidos en homenaje a las víctimas estudiantiles de Tlatelolco en la Plaza de las Culturas.
Todo a promoción del partido propiedad de Andrés Manuel López Obrador, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) en tiempos la nueva república.
La información fue obtenida en las bancadas de Ricardo Monreal y Mario Delgado, los principales interesados en recordar el medio siglo de aquella represión.
¿Represión de quién?
Nadie sabe si del entonces presidente de la república Gustavo Díaz Ordaz o del secretario de Gobernación, Luis Echeverría Alvarez, a quien quieren llevar a la hoguera de la historia.
Asunto de la repercusión mediática cuando se trata de ganar votos y atacar el pasado a quienes lo personifican, los altos funcionarios de entonces y el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
El plan está, amén de inscribir en alusiones doradas a quienes fallecieron entonces a manos de militares, del Ejército Mexicano en general o del Batallón Olimpia en particular.
DE TLATELOLCO A AYOTZINAPA
Si Morena lo decide, nadie los frenará.
Las representaciones de las demás fuerzas en el Senado de la República y en el Palacio Legislativo de San Lázaro son impotentes para frenar ese espíritu populista.
Poco importará el futuro.
Si Andrés Manuel López Obrador decidió con deudos de los estudiantes de Ayotzinapa, al rato puede revertirse en reclamos porque jamás aceptarán la muerte de los 43.
No es previsible el éxito del inminente subsecretario Alejandro Encinas, al margen de voluntades porque la responsabilidad histórica la asumió Díaz Ordaz y sólo queda el esqueleto de Echeverría Alvarez.
Y si también se crea una comisión de la verdad para retroceder medio siglo -a octubre de 1968- y se le pretende dar el giro de genocidio, nadie satisfará los reclamos de los sobrevivientes.
No es recomendable la comparación, pero uno recuerda el año 2000 y el interés de Vicente Fox por resolver el conflicto de Chiapas “en 15 minutos”, la marcha triunfal de Marcos y los zapatistas, y la fracasada entrega de la república.
El huevo de la serpiente, pues.
EL PAN, ALONSO Y SU TRIUNFO
En todo recuento electoral ha habido una constante.
En el pasado -Tabasco, Colima y otros lugares-, el ganador incrementaba su ventaja y se confirmaba el triunfo del vencedor original con mayor margen.
En Puebla no ha cambiado la tendencia.
Ayer la panista Martha Erika Alonso mantenía la delantera de cuatro puntos sobre Miguel Barbosa cuando todavía faltaban por contabilizarse más de la mitad de las urnas.
Alonso y Acción Nacional (PAN) expresaban confianza en ratificar su triunfo e inclusive ampliar su diferencia de 122 mil 54 votos a favor conforme avance el nuevo cómputo.
Los cuatro puntos seguían inamovibles.
Con todo, es preocupante la proclividad, por decirlo de manera eufemística, del Tribunal Electoral de Janine Otálora hacia la nueva fuerza dominante en el país.
Morena va invicta y no importa el espacio judicial a donde lleguen sus asuntos para ver cómo se evita tocar con la menor brisa de ley al partido de Andrés Manuel López Obrador.