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Carlos Ramírez/Indicador político
Un libro que todo amante de los perros debe leer
Esta semana les voy a recomendar la lectura de un libro que -considero- todo amante de los perros debe leer.
Se titula ‘Las mejores historias sobre perros, según Gerald Durrell’, editado por Siruela.
En total son 16 relatos de diferentes autores de la talla de Rudyard Kipling, Virginia Woolf, Jack London, entre otros.
En el prólogo, Durrell enfatiza que el perro es el amigo de las mil funciones, pues estos animales peludos de desarrollada personalidad y variados aspectos son leales, cariñosos, además nos cuidan y nos brindan agradable compañía.
“Los perros, una vez que entran a formar parte del ‘servicio doméstico’, como se suele decir, nos cuidan de cien formas diferentes. Nos consuelan y nos proporcionan compañía cuando lo requerimos; nos ayudan a cazar nuestra comida o a reunir y cuidar nuestros rebaños. También nos ayudan en el hielo y en la nieve tirando de los trineos o, en el caso de que seamos tan tontos como para perdernos en medio de una ventisca, nos rescatan con el (posiblemente falso) barrilete de brandy colgado al cuello. Actúan como policías husmeando el delito y se convierten en los ojos de quienes no pueden ver. Protegen nuestras propiedades, desde chalupas hasta casas de campo, desde chozas hasta castillos. Con ellos, sin duda, hemos creado al amigo de las mil funciones”. Mejor dicho, imposible.
Cabe señalar que no es cualquier selección de textos. Son las historias elegidas por el propio Gerald Durrell, quien fue un destacado escritor y zoólogo británico, un naturalista que viajó por el mundo y dedicó esfuerzos para preservar especies animales en peligro de extinción.
Uno de los relatos que más disfruté se llama ‘Jimmy, el perro de mi vida’, de Sir Arthur Bryant.
Es la historia de la que abundaré aquí, como muestra de este excelente libro que ejemplifica la vasta literatura que los perros han inspirado.
El narrador es un militar inglés, quien toma unas vacaciones con su esposa en la región británica de Cornualles. Será en este lugar donde el matrimonio se encuentre con un perro desnutrido, con aspecto de perro viejo, que los comenzará a seguir por todos lados.
“Siempre que nos deteníamos, él también lo hacía, y cuando nos sentábamos él también se sentaba y nos observaba con una mirada de profundo interés y afecto. Parecía, sin duda, con todo su aspecto peludo y lamentable, el alma misma de la amistad”, cuenta el narrador.
Cuando el militar y su esposa no lo encontraban por el pueblo se sentían aliviados, ya que no era su intención pasar sus vacaciones acompañados de ese animal. Mucho menos pasaba por sus mentes el llevar a casa y desde tan lejos un perro abandonado.
Sin embargo, cuando menos lo esperaban, el perro volvía a aparecer. Si salían a dar un paseo con la intención de pasar una tarde de picnic, de pronto se daban cuenta de que no estaban solos, pues a su lado aparecía un terrier inglés de color blanco, peludo, con cabeza y orejas en tono marrón que se iba a robar sus corazones.
Así transcurrieron las vacaciones de este matrimonio por los acantilados de Cornualles, el lugar donde encontrarían al animal que, finalmente, iba a ocupar sus vidas durante los siguientes catorce años.
“Jimmy, como lo bautizamos, pasó a tener casi todo aquello que podía pedir a la vida: un hogar, comidas diarias, frecuentes mimos, poder sentarse y tumbarse cómodamente y la dedicación de dos seres humanos”.
Esta es la historia que quería compartir, que ejemplifica lo conmovedor e interesante de cada uno de los 16 relatos del libro.
Otros relatos son ‘¿Me dejas ser tu perro’ de Eric Parker, ‘Teem: un cazador de tesoros’ de Rudyard Kipling, ‘Inteligente y leal’ de Jilly Cooper, por mencionar algunos.
Para cerrar, quiero agregar otras líneas del prólogo de Gerarld Durrell: “Los griegos decían que una casa no es un hogar si no tiene una golondrina anidando bajo su alero, y en mi opinión una casa no es un hogar si no tiene un perro”. También así lo creo.
Columna dedicada a estos queridos perros, aunque algunos ya no estén conmigo: Oso, Buster, Coco y Layla.
Twitter: @PPCarreto