Teresa Gil/Libros de ayer y hoy
“DE PROBADA LEALTAD”…
Cuando Andrés Manuel López Obrador anunció que lo protegería una “ayudantía” formada por civiles, profesionales, de “probada lealtad” muchos entendieron su renuencia a utilizar, mantener el aparato del Estado Mayor Presidencial.
Quiénes se sigan preguntando las razones del tabasqueño, además del presupuesto sin límite que han gastado en estos años, harían ver en leer el libro de Fabrizio Mejía sobre los hechos del 2 de Octubre de 1968.
Ahí pone con detalles lo que fue un secreto a voces, hasta que el general Antonio Riviello lo declaró a mediados del sexenio de Carlos Salinas de Gortari: La participación de militares pertenecientes al Estado Mayor Presidencial, bajo el mando de su jefe, el Gral. Luis Gutiérrez Oropeza.
Disparando desde los edificios de Tlatelolco a los soldados. Soldados contra soldados. Por órdenes del entonces titular de la Secretaría de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez.
¿Cómo pudo involucrarse un general jefe del EMP en estos hechos?
¿Ambición? ¿Torpeza?
Gutiérrez Oropeza fue uno de los personajes investigados por la Comisión de la Verdad, encabezada por Ignacio Carrillo Prieto. No recibió castigo alguno. De su participación en los hechos de Tlatelolco dan fe varios libros, entre ellos uno firmado por Carlos Montemayor y otro, con las memorias del general García Barragán, de autoría de Julio Scherer.
Fabrizio Mejía asevera, en su libro “Esa Luz que nos Deslumbra”, que el rector Barros Sierra recibió una llamada, personal, del general Gutiérrez Oropeza amenazándolo para que llamase al regreso a clases, el 29 de septiembre de 1968: “…existe la idea de que las autoridades universitarias pueden ser acusadas de instigar esta conspiración extranjera y pagar por ello”.
También se refiere a que el entonces secretario de la Defensa Nacional, general Marcelino García Barragán despreciaba a Gutiérrez Oropeza porque “carecía de lealtad militar y ser un abrepuertas y cargaportafolios”.
El mismo Gutiérrez Oropeza llamó a García Barragán en la madrugada del 3 de octubre para pedir que respetasen la vida de dos oficiales del Estado Mayor Presidencial que habían quedado “atrapados” en los edificios de Tlatelolco, según cuenta en sus memorias.
¿Cuántos muertos hubo por la participación del entonces jefe del Estado Mayor Presidencial bajo las órdenes del titular de Gobernación?
El presidente electo no quiere que el Estado Mayor Presidencial siga existiendo. Ha elegido como jefe de su Ayudantía, de ese grupo singular de hombres y mujeres profesionistas, de “probada lealtad” a un joven empresario de origen libanés, Daniel Asaf Manjarrez.
Que habría trabajado con Miguel Torruco en el gobierno de la Ciudad de México, además de haber sido candidato de MORENA a la Asamblea.
Es obvio, Torruco es su consuegro, que existe alguna relación entre éste y Carlos Slim. Lo que opera a favor, en todo sentido.
Dice un proverbio libanés que quien no tenga un amigo libanés debe buscarlo. Para los libaneses, para todos aquellos cuyos padres o abuelos vinieron de Líbano, la lealtad no está nunca a discusión, es un principio de vida inquebrantable.
Y de eso, de probada lealtad, habló López Obrador…
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