Miguel Ángel Sánchez de Armas/Juego de ojos
SIN ANESTESIA
ANNO DOMINI
Si una cosa sorprende del gobierno actual es su empecinamiento con el pasado y su insistencia en marcar una nueva era con su arribo al poder. En el primer caso marca su distancia arrogándose una superioridad moral que jura tener, por más que no lo pueda demostrar pues los datos del INEGI, por decir algo, señalan que en su ejercicio de gobierno la corrupción, por poner un caso emblemático, aumentó en 2019 en 64%, mientras la promesa de contar con una fiscalía anticorrupción se desvanece. Al gobierno no le interesa lo que es su mayor promesa de campaña. Basta mirar a Pemex, donde esta misma semana se supo de 1,491 investigaciones por corrupción entre sus empleados.
El presidente (es un decir) se justifica siempre por “el cochinero que nos dejaron”, y del que él seguro no sabía nada. Bueno, al respecto dejo la respuesta a la canciller alemana Ángela Merkel, considerada por propios y extraños como una de las mejores y más grandes gobernantes del mundo mundial, como diría el clásico.
El pasado 9 de julio escribió, en algo que parece con dedicatoria, en su cuenta de Twitter: Los presidentes “no heredan problemas”. Se supone que los conocen de antemano, por eso se hacen elegir para gobernar con el propósito de corregir esos problemas, culpar a los predecesores es una salida fácil y mediocre. Nada que agregar.
Porque el presidente (otra vez es un decir) busca victimizarse ante el fracaso de su administración en todos y cada uno de los órdenes de gobierno, pero sobre todo en lo que más pesa a los sufridos mexicanos: salud (40 y tantos mil muertos esta semana), seguridad.
Arriba de 56 mil asesinatos dolosos entre 2019 y lo que va de 2020), y empleo, con una pérdida hasta fines de junio de 12.5 millones de empleos por la pandemia, sí, pero sobre todo por la falta de medidas para contener esta caída y el cierre de empresas que nos llevarán a finales de este año a un PIB de -10.5%, la mayor en más de un siglo
Hace unos días, esta misma semana, un salamero diputado de Morena (uno más) propuso que el primero de julio se convierta en día festivo oficial que conmemore la llegada del Peje al poder, y su propuesta me hizo recordar de inmediato la famosa Marcha sobre Roma, del admirado (por el Peje, desde luego) Benito Mussolini, quien para conmemorar (curiosamente también) su llegada al poder en 1922, decidió suprimir el calendario gregoriano, que a partir de entonces se nombró Anno I de la Era Fascista, y de ahí en adelante. Para efectos prácticos, nosotros asumimos vivir ya el Anno II de la 4T. Cualquier similitud, desde luego, es pura coincidencia, ya que como escribió Marx en su famoso El 18 de brumario de Luis Bonaparte “La historia ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa.” Sólo hay que decidir cuál de esos adjetivos adoptamos.
Me llama la atención, ciertamente, que para alguien tan afecto a los símbolos, tales iniciativas de sus solovinos no le causen escozor. A mí me lo producen, porque una tras otra las puntadas, disfrazadas de iniciativas, de sus pretorianos, intentan trascender los límites de la democracia y constituir su propia eternidad, como quiso hizo Mussolini, por cierto.
Sólo que a la 4T le falta un líder de esa estatura (incluso en la estulticia hay niveles) y le sobran lambiscones. El primero no pasa de líder parroquial de Macuspana, y los segundos son tan ignorantes que sinceramente creen que están inagururando la historia.
El gran peligro es que uno y otro lo creen de verás, y ya se sabe el peligro que representan los juramentados. Y los fanáticos.