Pablo Jair Ortega/Columna sin nombre
Gulags para el Bienestar
Había estado pensando, desde el reciente discurso del Presidente, o Gran Líder, como se le empieza a conocer no sólo entre sus admiradores cercanos sino también en el mundo, en cuál iba a ser mi posición ante la disyuntiva de colocarme a favor o en contra de su gobierno, como exigió, lo que significa en realidad si me declaro a favor o en contra suya, lo que conlleva nuevos significados que no exige nuestra Carta Magna en ninguno de sus artículos ni reformas.
Una desgracia, pensé, porque no me (nos) deja otra opción: o me incorporo entusiasta a su manada de solovinos o de plano me convierto en el blanco, y muy probablemente víctima, de la 4T y sus hordas enardecidas, que cada día se asemejan más a los que acompañaron a otros grandes líderes como él. Me refiero, desde luego, al de las camisas pardas en Alemania, o a las más elaboradas, y anteriores, camisas negras de los seguidores de Mussolini. He visto con horror su actuación en algunos documentales de corte histórico sobre el nacimiento del nazismo, del fascismo, y algunos otros ísmos no muy recomendables para la vida democrática que todavía muchos anhelamos para este querido y castigado país.
Y todo esto porque el pasado jueves 11, es decir hace escasa una semana, se oficializó, en el Diario Oficial, la creación del Sistema de Ciudadanos Alertadores Internos y Externos de la Corrupción, es decir la versión 2.0, Recargada, de los temibles CDR cubanos (Comités de Defensa de la Revolución), que se encargan de velar desde hace ya medio siglo, mediante la denuncia pública de cualquir desviación ideológica, o íntima, o de intención secreta, de cualquier plan de desestabilización contra el sistema de esa Revolución.
En el caso mexicano se considerarían, desde luego, la crítica (abierta o velada) de los medios y periodistas, como ya ha dejado ver el Gran Líder; las intenciones aviesas de las feministas, los familiares de las víctimas de desaparición forzada, los padres de los niños con cáncer, las madres solteras, las mujeres golpeadas, los luchadores sociales y ecologistas (a ellos más bien se les elimina, como deja ver el hecho de que en año y medio del gobierno actual han sido asesinados al menos 16, muchos de ellos por oponerse a las obras de la 4T), complós revelados desde las mañaneras (comprobados o no) contra el Gran Líder, y una larga lista en la que acabará por considerarse también cualquier insatisfacción con las acciones del gobierno.
Serán juzgados, supongo, por tribunales públicos, al estilo Savonarola o en su versión suavizada del Nuevo Santo Oficio, que los (nos) enviarán sin dilación a alguno de los nuevos Campos de Reeducación que se crearán ex profeso (no descarto una actualización de las Islas Marías), como los que han visitado miles de opositores, homosexuales o críticos cubanos en el pasado reciente.
Pero hay que decir que tampoco los cubamos fueron muy originales. Quien en realidad fue el creador de estos métodos e instrumentos fue Stalin, quien por cierto fue también reconocido por sus libros, que comprenden casi todos los temas, desde economía y política a lingüística y que hoy se pueden buscar en el basurero de la historia. A Stalin, también predicador que aprendió de los monjes en Tbilisi, se le recuerda no sólo por la enorme hambruna que provocó, sino también por la creación de los Gulags, el antecedente original donde se deben buscar las iniciativas de nuestro Gran Líder.
Claro que en México le agregaremos el adjetivo de moda, Bienestar.
De ahí mis dudas.