
Raymundo Jiménez/Al pie de la letra
Hoy la violencia es un espectáculo cotidiano, tal parece que los medios de comunicación solo viven de la nota roja, de lo que escandaliza o genera miedo. Con frecuencia se culpa a los medios de difundir tanto amarillismo, pero la verdad es que la fuerza que lo mantiene vivo no está en ellos, sino en los lectores que consumen y comparten ese tipo de contenidos.
En las redes sociales, las noticias falsas y violentas circulan con mayor rapidez que cualquier otro mensaje porque despiertan morbo y generan clics. Ante este panorama resulta fácil caer en la desilusión: ¿de qué sirve crear un blog o una página con temas positivos si apenas atraen unos cuantos seguidores? ¿Para qué apostar por artículos que inspiren o construyan si lo más popular es lo que indigna o asusta?
LA RESPONSABILIDAD DE CAMBIAR LA CONVERSACIÓN
El reto para las nuevas generaciones es no seguir el camino fácil de lo viral, sino abrir espacios para lo que enriquece, despierta reflexión y siembra nuevas ideas. El mundo necesita más voces creativas que hablen de ciencia, de arte, de cultura, de proyectos que transforman comunidades. Necesita que los jóvenes se animen a escribir, a fotografiar, a producir videos que contagien esperanza en lugar de miedo. No será sencillo, y quizá no siempre haya multitudes aplaudiendo, pero cada esfuerzo de calidad deja huella.
Los medios tradicionales atraviesan una crisis profunda. Los puestos de periódicos han desaparecido casi por completo y los libros se venden en cada vez menos lugares. Sanborns resiste como un refugio para quienes aún disfrutan el contacto con el papel. En estos espacios también hay una oportunidad: los jóvenes pueden revitalizarlos con su creatividad, sus colaboraciones y la frescura de sus ideas.
EL PERIODISMO: DE PROFESIÓN SOÑADA A OFICIO EN RIESGO
La necesidad de mantener informada a la sociedad dio origen a los periódicos y revistas, y más tarde a la radio y la televisión. Con ellos surgió también la profesionalización de la comunicación. Se crearon las carreras de periodismo y ciencias de la comunicación, que durante décadas fueron de las más buscadas por los jóvenes universitarios. Muchos soñaban con integrarse a una redacción, ejercer como reporteros, editores o diseñadores. Así, los medios abrieron espacios laborales que dieron identidad y estabilidad a generaciones de comunicadores, convirtiéndolos en protagonistas de la vida pública.
Ese panorama se transformó de manera drástica en los últimos años. El gobierno, que históricamente fue uno de los principales anunciantes en la prensa escrita y electrónica, redujo al mínimo la compra de publicidad oficial. Esta medida, sumada a la migración de lectores hacia plataformas digitales y al desplome de los ingresos privados por publicidad, obligó a muchos medios a cerrar o recortar de manera significativa sus plantillas.
Hoy, profesionales de la comunicación con gran preparación se enfrentan a la precariedad laboral, a contratos inestables o, en muchos casos, al desempleo. Los medios, debilitados por la falta de financiamiento, reducen su capacidad de investigación y terminan ofreciendo un periodismo más superficial, dejando de lado la profundidad y el análisis que tanto necesita la sociedad.
¿QUÉ DEBEN HACER LOS MEDIOS PARA RECUPERAR LECTORES?
Para enfrentar esta crisis, los medios no solo necesitan financiamiento, también deben replantear su papel. Algunas acciones son urgentes:
Si los medios logran combinar rigor periodístico con creatividad, podrán reconstruir la relación con sus lectores y volver a ser un referente de credibilidad en un entorno saturado de ruido.
LA ÚLTIMA PALABRA LA TIENEN LOS JÓVENES
El periodismo y los medios de comunicación atraviesan una crisis que parece irreversible, pero no todo está perdido. La fuerza que decide qué tipo de contenidos sobrevive está en manos de los lectores, y son especialmente los jóvenes quienes pueden inclinar la balanza.
Si la juventud apuesta por crear y compartir mensajes constructivos, si decide valorar la información seria sobre el amarillismo y el morbo, estará ayudando a rescatar la esencia del periodismo. En un mundo saturado de ruido y violencia. Cada texto, cada fotografía, cada video que aporte conocimiento o esperanza es una semilla que vale la pena sembrar, para dejar de alimentar el morbo y generar un cambio positivo en la conversación.