
Alberto Arrieta/Conciencia política
Algo está pasando con muchos jóvenes hoy en día. No es que no tengan sueños o talento, pero parece que se han quedado como en pausa, sin ganas de acercarse a la familia, sin motivación para superarse y, peor aún, sin pensar mucho en qué quieren ser el día de mañana.
La vida moderna, las redes sociales y la presión de querer todo “ya” han hecho que muchos vivan al día sin un plan claro. Y así, las carreras se eligen al azar, se dejan los estudios a medias, los trabajos no entusiasman y las relaciones familiares se enfrían.
LA FAMILIA, ESA BRÚJULA QUE YA NO SE USA
Antes, la familia era la guía para enseñarnos valores y ayudarnos a ver por dónde ir. Hoy, entre horarios locos, pláticas rápidas y ratos juntos que casi no existen, la comunicación se pierde. Y cuando no hay diálogo en casa, es fácil que los jóvenes busquen sus referentes en otros lados, a veces en lugares o personas que no siempre son el mejor ejemplo.
LA VOCACIÓN NO ES SOLO UN TITULO
Elegir una carrera no es como escoger una playera o ver qué se ve más bonito en el papel. Es una decisión que debería basarse en lo que realmente te gusta, en tus habilidades y en cómo te imaginas en el futuro. Si se elige solo por moda o por presión, el riesgo de frustrarse y rendirse antes de tiempo es muy alto.
LO QUE APAGA LAS GANAS
Estar pegado a las pantallas todo el día no solo roba tiempo, también afecta la salud. El sedentarismo provoca problemas de postura, dolores y hasta insomnio. Además, la sobrecarga de información puede generar ansiedad, poca paciencia y, en casos extremos, depresión. Y lo más grave: se pierde el contacto real con la gente, se olvidan las conversaciones cara a cara y la empatía se debilita.
LAS CAUSAS NEGATIVAS
COMO VOLVER A ENCENDER LA CHISPA
+ Platicar más en familia: no solo de problemas, también de sueños y planes.
+ Conocerte a ti mismo: buscar actividades o pruebas que te ayuden a descubrir qué te gusta y para qué eres bueno.
+ Ponerte metas pequeñas: y celebrar cuando las logres.
+ Rodearte de gente que te inspire: aprender de quienes ya están haciendo lo que te gustaría lograr.
+ Ponerle límites al celular: tener horarios para redes y dedicar más tiempo a actividades que te hagan crecer.
En resumidas cuentas el desánimo en los jóvenes no es algo sin solución. Solo hay que acompañarlos más, motivarlos y darles herramientas para que sepan hacia dónde ir. Con una familia presente, una vocación clara y un propósito firme, cualquier chavo puede salir de esa pausa y empezar a escribir su propia historia.