Raúl López Gómez/Cosmovisión
La clase media en México se compone de una diversidad de personas que aspiran a superarse y que constantemente se están esforzando por crecer, para dar a su familia una vida mejor sin dejar de lado su compromiso social de apoyar las causas sociales y estar cerca del prójimo.
En este sector no nada más hay profesionistas con licenciatura, maestría o doctorado, sino también hay burócratas, pequeños empresarios, comerciantes, emprendedores, productores del campo o industriales que aspiran a tener un mejor modo de vida, confortable y con recursos para enfrentar las carencias.
Según datos del INEGI la clase media en el país se conforma de 12.3 millones de hogares y 44 millones de personas. En el ámbito URBANO el 50.1 % de los hogares y el 47 por ciento de los habitantes pertenecen a la llamada clase media. Y en el ámbito RURAL el 28 por ciento de los hogares y el 26 por ciento de la población pertenecen a la clase media. De manera que un tercio de la población pertenece a la clase media, sea esta media-media o media-alta.
Una gran mayoría de quienes pertenecen a la clase media, son familias que gracias a la cultura del esfuerzo se han superado y han salido de una situación de pobreza que les fue heredada y que les ha costado mucho dejar atrás. Por otro lado, hay otro segmento de la clase media que anteriormente pertenecía a la clase alta o acomodada y que a causa de la crisis económica por la que ha atravesado el país han descendido de nivel económico y ahora pertenecen a la clase media alta.
NO ES UN PECADO
Sin embargo, no es un pecado pertenecer a la clase media, toda vez que las personas de este sector se han destacado por ser quienes ponen el ejemplo en momentos de crisis, como cuando se registra un desastre natural, como fue el terremoto del 85 cuando la gente se volcó para salvar vidas y en un acto solidario apoyaron a quienes se quedaron sin hogar en la Ciudad de México.
Es sorprendente que luego del proceso electoral se hayan desatado una serie de críticas y descalificaciones en contra de los llamados clasemedieros por el solo hecho de no haber votado por los candidatos de Morena, especialmente en la Ciudad de México, donde un gran sector de la población votó por el PAN o por la Alianza PRI-PAN-PRD. Por este hecho es criticada la clase media, que dicen “se dejó influenciar por la guerra sucia, creyendo que votar por Morena sería votar por el populismo y la reelección presidencial”.
Aspirar a pertenecer a la clase media no es un error, porque al salir de la pobreza el siguiente nivel es precisamente la clase media, donde hay mejores condiciones de trabajo y la vida es más confortable.
Al decretar que se requiere crear una clase media inteligente y despierta es como decir que la clase media que existe no lo es.
Para colmo, una semana después el gobierno de la 4T empieza a hablar de que es necesario “constituir una nueva clase media más humana y fraterna, que no sea presa fácil de la manipulación”. Como si las clases o estratos sociales fueran parte de un proyecto político o económico. Una clase social se crea por sí misma, de manera espontánea, no por decreto ni por decisión gubernamental. Si así fuera, todo sería más fácil y todos elegirían seguramente pertenecer a la clase alta, de tontos seguían siendo pobres o marginales.
De modo que constituir una nueva clase media es lo que se hace todos los días, pero no por decisión del presidente o del gobierno, sino por decisión de los mexicanos que trabajan día con día, poniendo todo su esfuerzo y creatividad, para evitar caer en la marginación y mover a México como siempre lo han hecho, porque si algún sector de la sociedad es el que mueve a nuestro país es la clase media, que se renueva todos los días para no caer en el abismo de la pobreza y para seguir creciendo y progresando por el bienestar de los suyos, pero más por el progreso de México. Ser “aspiracionista” no es ningún pecado y mucho menos será un delito.
Por cierto, ¿alguien sabe a qué clase social pertenece el presidente y su gabinete?