
Reivindicar la izquierda social y progresista
Felipe de J. Monroy*
León XIV ha cumplido un mes en el solio pontificio, el primer Papa católico estadounidense y agustino, misionero y obispo en la Costa Norte peruana durante varias décadas. En estos días ha revelado en discursos y gestos, algunos acentos importantes que sin duda se acrisolarán con el tiempo, pero que ya marcan pauta de su gobierno petrino.
Lo primero y más notable ha sido el cuidado de la investidura pontificia y de la docilidad ante las formas curiales. La imagen del Sumo Pontífice en el Vaticano parece ser un tema realmente importante: en varias ocasiones se ha evidenciado el gentil rechazo de León XIV a las selfies y a los excesos de efusividad de los fieles; los saludos y el besamanos siempre guardan distancia prudente, Prévost casi nunca se inclina o acerca al interlocutor; y, con excepción de tres o cuatro momentos relativamente impulsivos (ponerse una cachucha, firmar una pelota de béisbol y cachar al vuelo un muñequito de trapo), el Papa se muestra contenido y circunspecto en todo momento.
El tema ha sido tan relevante que la KNA (Agencia Católica de Noticias alemana) publicó un análisis de la gestualidad corporal de León XIV diciendo que “establece jerarquía antes que cercanía” y que la “asimetría” mostrada por Prévost tiene intencionalidad de “guiar” más que “acompañar”. Quizá por eso se han vuelto más solemnes los sepulcrales silencios en las salas cuando entra la guardia suiza anunciando la inminencia del arribo del Papa o se notan sincronizados los movimientos de los elementos de seguridad en cada presencia papal entre el público. El cuidado de la imagen del Papa incluso se logra evidenciar en un reciente video viralizado donde un ayudante parece negarle a Prévost cargar su propio maletín como diciéndole “no es esa imagen la que debe dar”.
El retorno de León XIV al Palacio Apostólico sin duda ha simplificado inmensamente la labor del personal vaticano y los oficiales de la Santa Sede para organizar la agenda del pontífice; pero el propio Papa ha reconocido que aún vive un periodo de adaptación al entourage curial. En una audiencia pidió disculpas porque dijo: “Aún no llevo ni un mes en mi nuevo trabajo, así que tengo muchas experiencias de aprendizaje”. Y en otra reunión acusó veladamente “al Vaticano” porque “se empeña en colocar hasta cuatro audiencias en el mismo horario”.
Todo lo anterior parecería frívolo, sin embargo, es parte esencial de lo que también el papa León XIV expresa en sus discursos: hay una responsabilidad de orden, control, referencia y liderazgo por tomar ante un mundo de inmensas confusiones. El Papa dijo el 12 de mayo que tanto “las palabras usadas” como “el estilo adoptado” son importantes para crear cultura y salir de la Torre de Babel en la que nos encontramos. En efecto, su permanente llamado a la paz y a la comunicación ‘desarmada y desarmante’ viene acompañado de una estrategia de modo y de carácter que habla de un liderazgo histórico y trascendente.
Quizá por eso, otro de los aspectos más notables de este pontificado es el interés de recobrar el latín como lengua oficial y común de la Iglesia católica. El Papa suele usarlo en celebraciones, encuentros, bendiciones y diversos momentos litúrgicos; pero esta decisión se introduce también en el mundo digital: Se ha abierto una cuenta oficial en latín en red social X y la página oficial del Vaticano presenta dos secciones bajo las palabras ‘Iubilaeum’ y ‘Magisterium’. El uso del latín habla de una identidad y personalidad que busca recobrarse pero incluso el papa León comprende que este no puede convertirse en óbice: “Si, por ejemplo, en el siglo XVII el uso de la lengua latina era para muchos una barrera comunicativa insuperable, hoy hay otros obstáculos que afrontar”, dijo a los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Por ejemplo, para León XIV, cuando hay interés de mandar un mensaje universal, parte de esa barrera se disuelve hablando en inglés.
Si bien es cierto que la lengua materna de León XIV es el inglés; hay que apuntar que este idioma ha sido utilizado por lo menos en los últimos doscientos años como símbolo de prestigio, dominio, control y poder; no es culpa del idioma ni de sus hablantes, pero junto al imperialismo británico y la hegemonía norteamericana, el idioma ha adquirido no sólo un cariz de legitimación cultural sino de universalidad. El inglés que ya era un idioma ampliamente utilizado en el Vaticano (especialmente en áreas como cultura, comunicación y las academias); ahora ha tomado carta de naturalización en otros ámbitos, por ejemplo, en el ecuménico y el pastoral.
“The blessing is written in Latin, but I think we can do it in English”, dijo el papa Prévost ante una asociación de italoamericanos. También hizo todo su discurso en inglés durante el encuentro con los participantes de un simposio ecuménico con miembros de comunidades cristianas orientales que comparten el Concilio de Nicea del 325 d.C., el pontífice Prévost parece haber elegido el inglés como lengua ecuménica.
En otro artículo hablaremos de los acentos temáticos de sus discursos y su enfoque promotor de la sinodalidad, la misión evangelizadora y la construcción de paz. Claramente no es noticia que un pontífice en la era moderna busque la paz –lo sería si abogase por el sentido contrario–, pero sí ha sido significativo que el discurso sencillo: “la paz esté con ustedes”, se haya convertido en acción política concreta contra los conflictos bélicos vigentes. Tanto en los servicios humanitarios en la Franja de Gaza (León XIV evita categorizar el tema bajo la dimensión del “pueblo palestino” o “Palestina” como sí lo hizo su predecesor) como en los encuentros y llamadas a líderes internacionales que sostienen la lógica de guerra.
*Director VCNoticias.com
@monroyfelipe