Carlos Ramírez/Indicador político
Días de campaña: La apuesta perdida
Afortunadamente para todos los ciudadanos, las campañas políticas llegaron a su fin. Durante semanas sufrimos a todos los candidatos que hicieron toda clase de promesas al electorado, ofertas que no se cumplirán porque en su gran mayoría era verborrea sin sentido ni sustento, y que sólo tenía la intención de vender “espejitos” a una sociedad ávida de mejores y mayores oportunidades de vida en todos los ámbitos.
Los partidos mayoritarios perdieron una gran oportunidad frente a la sociedad, privilegiaron la infamia, el infundio, el denuesto a la propuesta y la cercanía con la gente. Los ciudadanos recordarán este proceso, parafraseando a Osorio Chong, como el más despiadado de la historia, y aquí podríamos agregar también como el más sucio y el más desaseado y cínico, sin mencionar las ilegalidades cometidas por los principales actores de la contienda, empezando por el propio árbitro, el OPLE que está muy lejos de acreditar honorabilidad y autoridad moral para ser el que custodie la voluntad popular que será emitida en las urnas este domingo.
Los ciudadanos parecen estar frente a la encrucijada de votar no por el mejor sino por el menos malo, lo que implica una tragedia para un estado tan necesitado de esperanza y de verdadero oficio político y de compromiso real de aquellos que aspiran a gobernar.
Los partidos y los candidatos perdieron la oportunidad de reivindicarse ante los ciudadanos que hoy presencian atónitos una realidad política marcada por las acusaciones de corrupción, de perversiones personales, de enriquecimientos ilícitos sin freno, de odios y venganzas y de rompimientos y fracturas familiares a causa de la lucha por el poder.
Los ciudadanos conocieron en esta campaña toda la podredumbre que rodea a los candidatos, cierta o falsa, pero ignoran quien de ellos realmente tiene una idea clara de cómo impulsar a Veracruz, de cómo retornar a los tiempos de paz y tranquilidad, de cómo acabar con la impunidad, de cómo impedir que sus hijos desaparezcan y la autoridad haga oídos sordos a sus lastimeros y justos reclamos.
Los partidos y candidatos perdieron la oportunidad de reencontrarse con la gente, de devolverles la confianza en las instituciones, de hacer un compromiso verdadero con los ciudadanos.
No es con arengas que incitan al odio y al linchamiento social como Veracruz tendrá empleo y seguridad, tampoco es con palabras vanas que se dicen al aire y el viento se las lleva.
Los candidatos y los partidos perdieron la gran apuesta; esta elección será como tantas otras, la batalla fraticida por el poder en favor de un grupo de elegidos a los que poco o nada importa el presente ni el futuro de Veracruz, y en donde el gran derrotado será Veracruz.