
Pablo Jair Ortega/Columna sin nombre
Felipe de J. Monroy*
Al finalizar los primeros cien días del pontificado de Robert Francis Prevost, la Librería Editora Vaticana anunció la publicación del primer libro oficial que lleva al papa León XIV en la portada. Se anuncia como una recopilación de los discursos del pontífice y de “los primeros temas del magisterio” del pontífice norteamericano y agustino.
El libro es breve, pero además parece que su edición es un poco apresurada e incluso anticlimática; en especial porque aún no se dibujan con claridad los conceptos del magisterio propio del Papa Prevost.
Desde Roma, vaticanistas y corresponsales en el Vaticano comentan que los funcionarios pontificios han visto encenderse una luz roja porque urge un documento de intención del Papa, algo que evidencie su personalidad y mirada. Hay mucha expectativa, dentro de la Iglesia católica y fuera de ella, para que desde la actualidad teológica, León XIV ofrezca una orientación sobre el progreso y este siglo. El libro oficial que ahora se presenta y que lleva por título ‘¡Y paz sea!’ es una especie de calmante al efervescente clamor.
Insisto en el término ‘oficial’ porque en el mercado hay más de una decena de libros sobre el papa León XIV: ‘La Historia del nuevo Papa y los retos que deberá afrontar’ de Sergio Gaeta; ‘El primer Papa norteamericano y agustino’ de Giorgio Dall’Arti; ‘Diez crónicas de urgencia sobre el nuevo Papa’ y ‘De misionero peruano a Santo Padre’ de Miguel Gallardo; ‘¿Qué piensa y qué podemos esperar de Robert Prevost, León XIV?’ de Mario Escobar; ‘Dios nos quiere’ de Jesús Colina; ‘El camino desarmado y desarmante’ de Antonio Preziosi; entre otros. Sin embargo, ninguno realmente se ha atrevido a indicar la ruta teológico-pastoral del nuevo pontífice.
La supuesta ‘alarma’ en la Santa Sede se explicaría porque aún no se ve una identidad clara y singular del magisterio del papa León XIV; y aunque algunos apelan a la paciencia, los historiadores recuerdan que el propio Juan Pablo I distinguió su voz en clave histórica en sólo un mes de pontificado. Con todo, hay quienes adelantan y afirman que los conceptos de la “paz desarmada y desarmante” (pronunciada en el primer saludo y la primera bendición Urbi et Orbi el 8 de mayo pasado) serán el leit motiv del estilo y magisterio de León XIV. En especial porque tres días después, Prevost explicó una de las formas de esa convicción:
“Desarmemos la comunicación de cualquier prejuicio, rencor, fanatismo y odio; purifiquémosla de la agresividad… Desarmemos las palabras y contribuiremos a desarmar la tierra. Una comunicación desarmada y desarmante nos permite compartir una mirada distinta sobre el mundo y actuar de modo coherente con nuestra dignidad humana”.
Esta fórmula de ‘lo desarmado y lo desarmante’ no sólo es pura retórica; los últimos tres pontífices han explicado su sentido teológico y espiritual. Juan Pablo II, en un mensaje con frailes capuchinos en 2003 donde reflexionaba sobre el sentido de la minoridad (un concepto de espiritualidad cuya opción fundamental es situarse en el mundo desde abajo y la desde la pequeñez), afirmó que «la minoridad vivida expresa la fuerza desarmada y desarmante de la dimensión espiritual en la Iglesia y en el mundo». En su mensaje, el pontífice polaco especificó que dicha fuerza pertenece a la dimensión espiritual y que refulge en ciertas cualidades como la disponibilidad al amor fraterno.
Más tarde, Benedicto XVI usó la idea como una forma concreta de combatir el mal (la guerra, la violencia, la injusticia y la miseria): «¿Cómo responder a tanta maldad si no es con la fuerza desarmada y desarmante del amor que vence al odio, de la vida que no teme a la muerte?», aseguró al final de su descanso en Castelgandolfo en el verano del 2008.
Finalmente, Francisco no sólo usó esta idea tanto en su dimensión espiritual como terrenal, sino que la revistió casi como una cualidad teológica fundamental: En el Domingo de Ramos del 2021, el pontífice argentino advirtió sobre el riesgo de quedarse en la admiración mundana a Jesús sólo por sus milagros y prodigios pues «ante la cruz no hay lugar a malas interpretaciones. Dios se ha revelado y reina sólo con la fuerza desarmada y desarmante del amor». Y más adelante, redondeó el planteamiento en otro mensaje: «[El Espíritu del Resucitado] libera del miedo e infunde la valentía de salir al encuentro de los demás con la fuerza desarmada y desarmante de la misericordia».
Bergoglio, al explicar el sentido de la misericordia y el amor, insistió en que no se debe pensar sólo en los intereses particulares de salvación sino atender a todas las personas sin descartar a ninguna: “Porque sin una visión de conjunto nadie tendrá futuro. Hoy, el amor desarmado y desarmante de Jesús resucita el corazón del discípulo. Ojalá nosotros acojamos la misericordia y seamos misericordiosos con el que es más débil. Sólo así reconstruiremos un mundo nuevo”.
Por ello, cuando León XIV clama por una «paz desarmada y desarmante» no se limita al mero deseo de la erradicación de los conflictos y las guerras, ni a la intervención pacífica y diplomática ante los desacuerdos globales. Por lo tanto, la lógica de “lo desarmado y lo desarmante” debe dimensionarse como una fuerza espiritual, como una actitud concreta que involucra a todos y que implica sacrificio, y que sólo puede entenderse desde la misericordia (donde ninguno mire al otro con indiferencia ni aparte la mirada cuando vea su sufrimiento). De lo contrario, no tendría sentido.
¿Será esta la ruta que tomará León XIV en su primer documento de magisterio pontificio? Aún es temprano para saberlo, pero lo más importante será preguntarnos cómo intentará el primer pontífice norteamericano y agustino responder al gran debate planetario sobre el sentido del progreso tecnológico y humano en la actualidad. Esperaremos.
*Director VCNoticias.com
@monroyfelipe