Cosmovisión/Raúl López

A las mujeres, primero se les hizo cargar el peso de una responsabilidad teológica del mal, desde el caso de la manzana de Adán y Eva, ya en un asunto de castigo infructuoso, cuando en la realidad son dadoras de vida y parte elemental en el mundo para la conservación de la humanidad como especie.

Así por siglos, las mujeres han sido las fuertes, las que llevan el peso en la historia de la defensa de las causas más nobles y justas.

Son ellas con su valentía, las que han defendido de forma universal a la vida, a la patria, la familia, a los hijos a todo lo que signifique injusticia, son las primeras en salir a dar la vida incluso para defender a quien sea hombre o mujer.

Pero con el paso del tiempo, se le sigue castigan maltratando a causa de una misoginia ancestral, de una discriminación y ofensa, hasta de las funciones de su cuerpo, como seres humanos.

Por eso, ahora, las mujeres en el mundo cansadas y agobiadas por los abusos del poder en su contra, salen a las calles a decir un ya basta, de decidirles su destino, a establecer de lo que pueden hacer o no con su cuerpo, visto de las formas teológicas o religiosas, que les han marcado la vida para siempre.

Y casi siempre, desde las formas religiosas, a la mujer se le ha condenado a sufrir degradación y maltrato en todo el orbe, y esto desde los primeros tiempos de la historia de la humanidad.

¿Por qué no dejarles decidir y participar en sus propios problemas?, ¿Por qué se les somete al escrutinio despiadado de un mundo misógino y machista? Hay que comenzar ya a cambiar y darles la parte que les corresponde en que logren ser los seres humanos, que deben ser respetados desde la ley, pero sin cargarles la mano, sin que se les atente en contra de vulnerabilidad de mujeres, por eso, cuando se enojan tienen que actuar con fortaleza a un mundo desigual.

Desde siempre ha existido una disputa, en donde la mujer cercana a los hombres del poder, se les pretende quitar brillo, son muchos los ejemplos, que la historia ofrece de las grandes mujeres han sido sacrificadas por quitar la huella del elevado peso moral, cuando han sido defensoras de las causas más nobles y justas, que se ha visto los hombres, no han podido defender, a causa del miedo.

El caso específico, sólo por dar un ejemplo del valor de la mujer siempre, en el martirio de Jesús se narra, que sólo las mujeres se quedaron al pie de la cruz del mártir del Gólgota, los hombres salieron huyendo por miedo a la persecución. Luego, fue a una mujer a la que se le apareció en la resurrección.

Juana de Arco, en Francia con destino fatal desde la Santa Inquisición, cuando se dio a la lucha de defender a su país.

Son muchos los ejemplos de los casos, sin dejar pasar aquel también en Francia, cuando las mujeres enfurecidas salieron a las calles a protestar, porque desde la realeza se les respondió con crueldad a una exigencia de que no había pan en sus hogares, y la respuesta fue de, que coman pasteles.

Ahora, existe una nueva era de comunicación y las mujeres exigen el respeto para su cuerpo y que las decisiones sobre el aborto o no, corresponda a una decisión propia. Y se despenalice para de una vez por todas dejar de ser perseguidas de una justicia, que no les da la mínima oportunidad de actuar en los casos que ya todos conocen de fondo en este problema.

Las protestas en la ciudad de México, el sábado en donde las mujeres exigen respeto hacia su cuerpo, protección ante los feminicidios y garantías para poder caminar libres y segurasen las calles, el hogar y el trabajo.

Estas, son parte de las múltiples demandas, que requieren de ya una nueva cultura de respeto absoluta a la condición de mujer, que no es el sexo débil, por el contrario, dar a luz ha sido un valor que nunca se les podrá quitar desde los hombres, que ese su papel importante y vital para la existencia de la humanidad, y, aun así, las han querido borrar del mapa, siempre. 

Por eso, a las mujeres hay que quererlas, amarlas y defenderlas, y cuando se cansan de un amor dejarlas ir sin problema, que toman sus decisiones en base al sabio juicio que les da la naturaleza. Con cariño para todas las mujeres del mundo.

Y va la anécdota como dicen siempre “en mi casa mando yo”, pero primero hay que consultar a la mujer del hogar, al final se hace lo que ella dice. Hay que reconocerlo. Así las cosas.