
Felipe de J. Monroy/La decisión más global de la historia
México, patas pa’rriba
Lo dijo muy bien Eduardo Galeano hace casi un 20 años: el mundo al revés está a la vista: es el mundo tal cual es, con la izquierda a la derecha, el ombligo en la espalda y la cabeza en los pies; la gente es manejada por el automóvil y contemplada por la TV, el policía roba y mata y los ladrones son los héroes de la película y las telenovelas…
México está patas pa’rriba, y con él, sus estados y gobiernos. Baste la declaración de ayer del presidente Enrique Peña Nieto quien de gira fortaleciendo nuestros lazos con Canadá, presumió que nuestra nación vive un verdadero y pleno Estado de derecho, donde los derechos humanos se respetan y se castiga a quienes los violan.
Pero la realidad, la pasmosa, terrorífica, cruda y sangrienta realidad mexicana lo contradice.
Ahí sigue su Secretario de la Defensa después de la matanza de civiles a manos de soldados en Tlatlaya, comprobados; ahí sigue encargado de la gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, después de las autodefensas de Michoacán, de la represión y los 9 muertos y 108 heridos en Nochixtlán, Oaxaca, de los «errores» que han acabado con decenas de vidas en retenes militares y policiacos como en Tamaulipas, Sinaloa, Chihuahua, Puebla y recientemente Veracruz…
Pero qué podemos decir de Veracruz, donde tenemos una Fuerza Civil, grupo de élite, de cercanía ciudadana, que protege al pueblo, pero que tiene la mecha tan pero tan corta, como aquella canción de Tarzán, que se puso de moda en los 90.
Hace unos días elementos de esta fuerza VIP rondaban una colonia xalapeña, cuando tres sujetos les gritaron “¡putos!”, así como chamacos, según testigos. Pero según la autoridad, los susodichos los amenazaron con un machete. Como sea, el resultado fue funesto: uno perdió su pierna, y otro más, la vida, el tercero sigue hospitalizado.
Pero es peor aún, los vecinos refieren que no fue la saña masculina, como uno esperaría, sino una policía mujer, la que desató toda su ira contra los tres sujetos que les llamaron putos; al grado que, cuentan, descargó su arma, que se encasquilló, y hecha un volcań pidió a sus compañeros sus pistolas para terminar lo que empezó.
Ayer llevaron el féretro no al panteón para darle cristiana sepultura, lo llevaron al centro de la capital, para exponerlo frente a Palacio y soltar el dolor y la rabia las familias, y pedir justicia.
Veracruz también está patas pa’rriba, donde el policía es de quien hay que cuidarse, y para acceder a una justicia pronta y expedita, hay que llevar a nuestros muertitos y ponerlos frente a Palacio de Gobierno.
Porque en un par de horas, después de la manifestación, se anunció la detención de los policías, sacaron al juez de la cama y se les sentenció a un año de cárcel preventiva, en lo que avanzan las investigaciones.
Con un gobernador electo que no promete un gobierno, sino que es la venganza hecha hombre, que no viene a gobernar, viene, literalmente, a vengarse de todos los que desde hace 12 años no lo habían dejado subir al poder.
Donde los políticos se acusan de tener nexos con el narcotráfico a los políticos, ya sea azules, amarillos, blancos, negros o colorados; con periodistas preocupados por si el bajón de peso del gobernador es por depresión, por dieta o por enfermedad, y la Iglesia señalando que la agenda gay la impulsa el nuevo orden mundial que quiere destruir a la familia.
En efecto, vivimos un mundo al revés.