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XALAPA, Ver., 10 de agosto de 2019.- Hace casi 200 años en Xalapa se observaban casas de un piso, todas de teja; calles empedradas, angostas y serpenteantes, abundantes flores, jardines y manantiales, hogares limpios donde la música y las tertulias iluminaban la noche y los corazones.
El chipi-chipi y las densas neblinas de incienso hacían preguntarse a los viajeros: ¿Habrá iglesias, edificios, ahí estará la ciudad de Xalapa, paso obligado entre Veracruz, Puebla y la Capital?
Hace casi 200 años México se independizaba de España, y uno de esos viajeros ingresaba, entre la bruma y la humedad al Camino Real, hoy la avenida Xalapeños Ilustres; quiere descansar de su extenuante viaje desde el puerto jarocho, no sin antes tomar y fumar algo. Elige una de las hospederías que se encuentra a una cuadra de la Plaza de Armas, famosa por su cocina y sus vinos.
Se dirige a las caballerizas ubicadas en la actual calle Jesús García, amarra sus caballos, descarga sus cosas, y va a registrarse. Lo atiende un francés, “viejo, regañón y gritón”, pero el lugar es agradable, amplio, con su arcada a la entrada, sus columnas de piedra custodiando la fuente al centro del patio central.
Se trata de la antigua Posada Francesa, que sigue en pie y cuyos muros y habitaciones han visto durante centurias, incólumes, el cambio de un pueblo a ciudad capital, y que en la actualidad sigue dando refugio, pero no a personas, sino a la cultura y al arte. En esta posada, inicia la historia del Centro Recreativo Xalapeño.
POSTALES DE XALAPA
El de entonces era un Xalapa mágico, ya era capital del estado, había poder político, su iglesia no era Catedral, se erigía aún el Convento de los Franciscanos, que ocupaba buena parte del parque Benito Juárez. Pero sobre todo, los xalapeños, en sus casas, solían reunirse a escuchar música, hacer interpretaciones, a declamar poesía. Había una sociedad culta, y eso explica por qué hoy es una de las capitales de la cultura nacional, afirma el Cronista de Xalapa, Vicente Espino Jara.
Incluso recuerda que los escritores Guillermo Prieto y Manuel Payno dejaron referencias de la maravilla que era ir a las casas de Xalapa y encontrar las harpas clásicas, pianolas, pianos.
La carretera nacional era la actual avenida 20 de Noviembre, que era la continuación del Camino Real que llevaba hacia Perote; sus otros límites eran Los Sauces, por donde corría el río Carneros, y las Lomas del Estadio.
“Los viajeros venían de ese clima inhóspito del puerto de Veracruz para llegar a mil 200 metros de un territorio sano, fresco, con abundante agua y vegetación, para descansar y continuar su viaje. Esto define una ruta: el Camino Real que desembocaba en la Calle Real, hoy Enríquez. En esta ruta se asentaron las primeras hospederías, y una, emblemática, que por fortuna queda después de más de 200 años, es la antigua Posada Francesa, o Posada de Diligencias… hoy, el Centro Recreativo Xalapeño”.
En 1831 el alemán Johann Mortiz Rugendas, considerado el Alexander Humboldt de la pintura en América Latina, donde dominaba hasta ese entonces el arte neoclásico, y cuyos paisajes, personajes y escenas de la vida cotidiana contribuyeron a ampliar la idea de este continente en Europa, deja una acuarela del inmueble: El descanso en el patio de la Posada Francesa, que forma parte de la colección del Museo Nacional de Arte (Munal).
Se trata de una toma del centro: una mujer contempla desde la balaustrada la abundante vegetación que adorna la fuente. Hamacas guindadas, con tonos amarillos y ocres, cuelgan de las columnas, “y ya estamos viendo este edificio”.
Los viajeros dejaron registros de la hermosura de las hijas del francés, y por ellas, decían, muchas veces valía la pena soportar el mal genio del padre. “La fuente siempre llamaba su atención, decían que era abundante”.
Se cuenta que Madame Calderón de la Barca se hospedó aquí, “pero yo soy de los que duda que eso haya ocurrid; ella sólo relata que llegó a una posada muy bonita, aseada, con pisos de ladrillo, impecable y pulcra, pero no hace mayor referencia a lo que los demás sí, la arcada, la fuente, el patio central”.
Había mesas de billar en los corredores. La cocina era deliciosa, abundaban los vinos, y esto le va dando un uso durante más de 100 años. Después de la ocupación francesa, se regionaliza y se convierte en la Posada Veracruzana: Los dueños cambian, pero el servicio es el mismo.
CULTURA Y RECREACIÓN PARA EL PUEBLO
Al paso de los años se vendió parte del edificio, como las caballerizas, y entrando a la década de los 20, del Siglo XX, el inmueble es un lugar de encuentro, recreo y diversión ciudadana, pero con un enfoque distinto: para atender a los sectores populares. Se le nombra Centro Recreativo Xalapeño.
“Aquí se llevaban a cabo bailes populares, venían músicos; hacia finales de los años 30 tiene su auge y compite de alguna manera con la visión de los casinos, como el Español y el Xalapeño, que tenían a ciertos sectores, pero aquí era para todos, era popular”.
Un episodio, como paréntesis en el devenir del inmueble, entre 1895 y 1912, fue la Oficina del Correo de Xalapa: “Originalmente estuvo en la Calle de la Amargura, hoy Revolución, pero en este periodo la Comisión Geográfico Exploradora deja fe que esta era la oficina, entre tantas funciones que tuvo”.
Orquestas, músicos populares y locales armaban grandes fiestas y tardeadas; una gran sala albergaba billares, y había una gran barra, muy bien instalada. “Con el paso de los años, ya en los 60 y 70, el lugar fue decayendo, la administración cambió, y se volvió un centro de diversión donde prevalecía la barra libre”.
Fue un gran acierto del Gobierno del Estado, primero, comprar la propiedad, y luego, mantener el nombre, porque estaba arraigado a la tradición y cultura de Xalapa. “La propiedad tiene altibajos, hasta que llega a manos del Ayuntamiento mediante una donación, que se concretó jurídicamente después de muchos años”.
A partir de aquí -continúa el Cronista- los gobiernos municipales buscan darle mantenimiento y un uso sin que pierda su nombre y vocación, convirtiéndolo en un centro cultural para los xalapeños: “Hoy se enriquece y se potencializa para el futuro como un gran centro cultural”.
ARTE Y CULTURA PARA LOS XALAPEÑOS
Hoy el Centro Recreativo Xalapeño es un recinto para la cultura y las artes que recibe a creadores locales, nacionales y extranjeros; un espacio para cultivar y crear públicos, que ofrece talleres, conciertos, exposiciones, conferencias, tertulias, bailes, ferias y un sinnúmero de eventos.
“Uno de los principales objetivos de este gobierno es rescatar edificios históricos dedicados al arte y la cultura, incluso en el interior hemos rescatado algunas áreas que antes funcionaban como oficinas y que ahora son galerías. Ahora tenemos cuatro, y nuestra sala abierta”, explica Mónica Nevraumont Sosa, encargada del recinto.
Además, se cuenta con el foro “Guadalupe Balderas”, con espacio para 36 espectadores, “es pequeño, pero se siente todo cercano, vivimos las artes en primera fila. Aquí hay teatro, danza contemporánea, conciertos de cámara, proyección de cineclub, presentaciones de libros, y festivales. Es un foro abierto a estudiantes, siempre que lo requieran pueden solicitarlo”.
Además, se imparte talleres de dibujo y pintura, jarana, lenguas originarias, zapateado, telar de cintura, cartonería tradicional mexicana y hasta danzón para niños, adultos y adultos mayores. Para cualquier duda o información, se puede llamar al número telefónico: 8188735.