Pablo Jair Ortega/Columna sin nombre
GALLO BOLO, DE PELEA
El gallo canta, aunque la rama cruja, como que sabe lo que son sus alas.
Parodia de uno de los versos del poema “A Gloria”, del inmortal bardo veracruzano Salvador Díaz Mirón, para ejemplificar el futuro de un ave que tiene su nido en una curul local.
Desde que conquistó la diputación, Ernesto Cuevas Hernández, enseñó sus espolones y el músculo político.
No le ha temblado la mano para señalar los tropiezos del gobierno sobre todo en materia de seguridad pública.
Es un personaje del pueblo que ha escalado posiciones a base de trabajo y cumplir los compromisos de gestoría contraídos.
No se trata de cualquier ave plumífera, sino del controvertido “Gallo Bolo”, surgido de la sierra, de la montaña, de la pobreza.
Nació en una de las zonas más combativas del solar veracruzano (Juchique de Ferrer) y se forjó en la difícil vida cotidiana de esa región; moldeó su futuro a base de empeño y perseverancia.
Cuevas Hernández, diputado local por el VIII Distrito, con sede en Misantla, surgió de las filas del instituto político AVE que lo impulsó en sus primeros vuelos por la administración pública.
Alternativa Veracruzana se desplumó en los escarceos electorales por las ambiciones personales de sus dirigentes, quienes no supieron canalizar opciones locales viables para los ciudadanos.
“Gallo Bolo”, superó esa pérdida partidista, pues como dice el refrán: “el buen gallo, en cualquier gallinero canta”.
Por ello se integró al grupo “Juntos por Veracruz” y se convirtió de “golpe y porrazo”, en un legislador de oposición con severos pero puntuales cuestionamientos a la administración azul.
Ernesto Cuevas, inició su carrera política en su localidad y gracias al apoyo popular, logró la presidencia municipal donde demostró que es factible cumplir la palabra empeñada.
Fue así como empezó a forjar un capital político propio, pues respondió a las necesidades de su pueblo sin descuidar sus relaciones al más alto nivel.
Debido a su perseverancia y a sus incansables gestiones como alcalde, Juchique de Ferrer ha tenido un desarrollo que se le había negado por décadas.
La obra pública fue notoria, pero lo más importante es que el inquieto “Gallo Bolo” no perdió el piso, y periódicamente visita su gallinero (su Distrito).
No se mareó.
Ha sido un humilde virtuoso.
Y no se ha dejado corromper por la mano que mece la cuna.
Una vez instalado como diputado y sin las alas del AVE que lo impulsaron, desarrolló su propio plumaje para elevarse y seguir luchando por el bienestar de su distrito.
No ha sido un legislador cómodo pues sus críticas han sido constantes y sonantes, como las que lanzó contra los secretarios del gabinete a quienes comparó con las “damas de compañía”, pues aseguró “no sirven para nada”.
Y justificó su calificativo: “al secretario de salud no se le ve por ningún lado y cuando hay manifestaciones, solo a garrotazos quiere hacer entender a la gente. Ese no es el cambio por el que se votó”.
Cuevas Hernández puntualizó que Irán Suárez Villa no cumplió con el pueblo de Coxquihui, donde murieron dos niños y otros resultaron gravemente enfermos; ante el reclamo de padres y ciudadanos, se usó la fuerza pública para disuadir a los manifestantes.
Otro de sus “clientes asiduos” es Jaime Téllez Marié, a quien ya identifican como el soldado “Juan Garrison”, personaje testarudo de la serie Los Polivoces.
Al mencionado “Garrison” lo señala como represor de ciudadanos e incapaz por no erradicar los altos índices delictivos que cotidianamente ocurren en Veracruz.
A Mariana Aguilar López, titular de la secretaría del Medio Ambiente, le reprocha la instalación de la mina “La Paila” en Alto Lucero.
Puntualiza que este municipio y otros aledaños podrían verse seriamente dañados con esa obra, por el riesgo de estar ubicada muy cerca de la Central Nucleoeléctrica Laguna
A Rogelio Franco, secretario de Gobierno, lo trae en la mira por los programas sociales que utiliza con fines electorales.
Recuerda los que manipuló en Juchique de Ferrer para desplazar a su hermano como ganador en la pasada contienda municipal e imponer a una fémina incondicional.
“Gallo Bolo”, no descansa y por su activa participación como gestor “de muchos güevos”, lo convierte en un candidato natural —muy escasos en el gallinero político—, para reelegirse como legislador.
La otra opción es “volar” a los nidos de San Lázaro en busca de otros aires que lo consoliden como un ave de altos vuelos.
Finalmente, Ernesto, reconoce que el ejemplo y consejo de sus padres, son los motores que lo rigen para ser un servidor público diferente.
De esos gallos está urgido el pueblo veracruzano para poder sacar al buey de la barranca.