Gabriel García-Márquez/Sentido común
¿ADIÓS AL PRI?
La elección del próximo 1 de julio es de gran trascendencia para el futuro de México.
Flota en el ambiente un tufo de incertidumbre.
Preocupa estar peor que como estamos hoy.
Hay un viejo refrán popular que llama a la cautela porque afirma que no conviene arriesgar aquello que se tiene o se conoce por algo que es supuestamente mejor:
“Más vale malo por conocido que bueno por conocer”.
La moneda está en el aire.
Por ello, en charlas de café se comentan los escenarios político-electorales que se difunden a través de los medios de comunicación y en redes sociales.
Para unos, El Peje, va que vuela para la grande.
Para otros, El joven maravilla podría bajar en sus bonos que lo han posicionado en el segundo sitio, en forma vertiginosa.
Y, finalmente, hay simpatizantes que sostienen que Pepe Toño Meade dará el gran salto en plena campaña para competir con el puntero.
El PRI es considerado por muchos un partido desahuciado que ya no tiene salvación, porque la corrupción y la impunidad son “las enfermedades” que lo tienen en estado de coma.
¿Viejo el PRI? Le preguntaron en los años setenta a Manuel Sánchez Vite, encargado del “revolucionario involucional”. ¡No joven! Viejas, viejas…las arañas, replicó con sorna.
Ley inexorable de la vida es su extinción, su decadencia.
Muchos mexicanos se preguntan:
¿El tricolor está en bancarrota moral?
Pero se mueve, patalea.
Para muchos simpatizantes y beneficiados por este instituto político, “el PRI no está muerto… anda de parranda”.
Confían en Pepe Toño Meade porque tiene el reconocimiento de los sectores financieros y productivos nacionales e internacionales.
Y, además que, como presidente, daría tranquilidad a los mercados. Donald Trump tiene una buena impresión del candidato mexicano. O, sea, no es mal visto en los círculos del poder en la Casa Blanca.
Del “Joven Maravilla” (Anaya), cuentan muchas historias negras.
No lo bajan de arrogante y traidor, principalmente su ex jefe Gustavo Madero.
Sus adversarios vociferan que no tiene capacidad para sumar, pero sí para restar; además es fríamente calculador y habilidoso.
Su inteligencia es diabólica, comentan otros.
El periodista Carlos Loret de Mola afirma que “ese segundo lugar de Anaya luce falso” y sustenta sus razones.
El comunicador expresa también que el candidato Por México al Frente, necesita dar un viraje en su política de rompimiento y exclusión, si quiere crecer.
Lo que le falta a Ricardo Anaya es más calle y barrio, menos asesores millonarios.
Concluidas las precampañas la mayoría de las casas encuestadoras favorecen al tabasqueño (33 por ciento) quien, por cierto, ha sumado deportistas, priistas, panistas, presentadoras de video-columnas y artistas.
Adhesiones variopintas y oportunistas.
Hasta Germán Martínez, ex dirigente del PAN y formado en las filas calderonistas, se ha convertido en fiel defensor de López Obrador.
Antes el ex panista lo denostó sin misericordia; ahora le rinde pleitesía y agradece su humildad por haberlo incorporado a su equipo de campaña.
Es una designación ridícula y contradictoria.
Diego Fernández de Cevallos opina del ex panista: “un mal final deshonra toda la vida”.
Y qué decir de Napoleón Gómez Urrutia, el fugado líder minero sembrado en el sexto lugar de la lista plurinominal para ocupar un escaño en el Senado de la República y, de paso, adquirir fuero.
¿Sobrevivirán estos políticos acomodaticios a la avalancha del hartazgo social?
Algunas encuestas dan al candidato de MORENA 8 puntos de ventaja sobre el segundo lugar (Anaya 25 por ciento), y muy distante se estaciona Meade (14 por ciento).
El originario de Macuspana ha manifestado que, de ganar las elecciones, gobernará con convicción y terquedad para erradicar la corrupción e impunidad.
Que suspenderá las pensiones a los ex presidentes.
Que venderá el avión presidencial.
Que abolirá fueros y privilegios de los funcionarios.
Que suspenderá las obras del nuevo aeropuerto.
Que bajará a la mitad los salarios de los altos servidores públicos y aumentará a los de abajo.
Esas son algunas de las promesas que “El Peje” ofrece para seguir de puntero en las encuestas, y llegar, a como dé lugar, a la silla presidencial.
Es su último tren.
El proceso electoral está plagado de chapulines oportunistas que enarbolan propuestas que rayan en la desvergüenza.
Y, los partidos, ahora en coalición, luchan desesperadamente por mantenerse en el poder, sin proponer cambios ni ideas plausibles a los mexicanos.
¡A ver con qué sorpresa nos topamos la medianoche del 1 de julio!