Raúl López Gómez/Cosmovisión
¿Tigre domado?
Y sigue dando de qué hablar la expresión de Andrés Manuel respecto al tan mencionado tigre que se soltará si hay fraude electoral el próximo 1 de julio.
“El Peje”, venteó ingenios y agudezas.
¿Advertencia?
¿Amenaza?
Lo que haya sido, para muchos fue desafortunada.
Tal como es, remolino de tiempo completo, deslizó la siguiente frase que fue un ventarrón imprevisto: “el que suelte el tigre que lo amarre”.
En efecto, “la burra no era arisca”, los palos la hicieron.
Lleva 3 sexenios recorriendo el país por sinuosos caminos de terracería.
Su experiencia en campañas político-electorales es innegable; lo demuestra un día sí y otro también.
Son 18 años que ha cabalgado, día y noche, en busca de la presidencia de la República.
Los “malos tratos” que ha recibido lo han convertido en una persona desconfiada y procura no caer en los mismos errores.
Su adversario más peligroso, es él mismo.
Los dardos que recibe su imagen pública son los de siempre, esos que ahora revierte en tono festivo e ingenioso.
Se mofa de sus adversarios y casi todo, literalmente, se le resbala ante la algarabía de sus huestes, así como de sus nuevos seguidores.
Sabe que es “el enemigo” a vencer.
Que lidera las encuestas.
Y, cuidadoso, observa la pelea por el segundo lugar lanzando puyas hirientes que calan en la opinión pública.
Como es puntero, no le interesa confrontarse con sus adversarios por lo que puntualizó que nada de debates fuera de los tres que contempla el INE.
Es el “nuevo” Andrés Manuel López Obrador; es “El Peje” que dejó el dogmatismo que lo acompañó en sus dos anteriores campañas presidenciales, donde fracasó, para abrazar el pragmatismo que le reditúa nuevos adeptos.
Lo anterior, a pesar de que le acarrea otros problemas por el “cascajo” político que arropa, pero que le permitirá fortalecer su reserva de votos.
Esa experiencia le permite mostrar la soga en la casa del ahorcado sin disculparse por la advertencia o amenaza lanzada.
Por ello, ante sus enemigos naturales, los banqueros, “El Peje” ofreció que una vez instalado en Palacio Nacional no hará modificaciones que atenten contra la estabilidad del país.
Es más, les aseguró que buscará mantener los equilibrios macroeconómicos, que no actuará “con desparpajo, no vamos a gastar más de lo que ingrese al erario, vamos a ser respetuosos de la autonomía del Banco de México y del Estado de derecho”.
En el mismo sentido expresó que no afectará a la banca pues se requieren instituciones fuertes y propuso ampliar el servicio bancario ya que, de los dos mil 500 municipios, alrededor de mil no cuentan con servicios financieros.
Los hombres que manejan el dinero en México escucharon lo que querían oír, pero no todo fue miel sobre hojuelas.
Muchos le creyeron, otros no.
López Obrador “dejó” un mensaje claro para todos y en especial para el inquilino de Los Pinos.
Arrancó con uno muy directo: “le doy el beneficio de la duda (a Peña) porque es muy importante que las elecciones sean limpias; yo tengo dos caminos después del primero de julio: Palacio Nacional o Palenque, Chiapas”.
Insistió: “me quiero ir a Palenque tranquilo, si las elecciones son limpias y libres, me voy a Palenque; también si se atreven a hacer fraude electoral, yo me voy a Palenque”.
Pero de inmediato mostró la autenticidad de su carácter, su verdadero rostro: “si se atreven a hacer un fraude electoral, me voy también a Palenque y a ver quién va a amarrar el tigre. El que suelte el tigre que lo amarre. Ya no voy a estar deteniendo a la gente luego de un fraude electoral, así de claro”.
El mensaje está sobre la mesa, sin tapujos y sin dobleces.
La advertencia ha sido directa, sin intermediarios.
Elecciones libres y limpias.
De lo contrario, si pierde por fraude electoral se soltará “el tigre” y AMLO no hará nada para amarrarlo.
El propio Consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, ha expresado que “no puedo garantizar elecciones limpias y sin fraudes electorales”.
Y que el instituto a su cargo hace todo lo posible para tener el mayor número de controles previos para que después del proceso –en caso de detectarse delitos electorales–, se castigue ejemplarmente a quienes los hayan cometido.
Andrés Manuel advierte que no enfrentará la inconformidad popular que se podría desatar, si con fraude le ganan una vez más la presidencia.
Por eso sus incondicionales comentan que Andrés Manuel quiere que después del 1 de julio, dejen de llamarlo “Peje” porque se convertirá en el verdadero tigre.
Sin embargo, para Peña Nieto, solo hay un candidato y sin mencionarlo lo dibujó con un trazo perfecto: Meade.
El pueblo tiene la palabra.