Jorge Robledo/Descomplicado
Los temblorcitos
en Palacio Nacional
El reciente “temblorcito” que se dejó sentir en Palacio Nacional fue de poca intensidad, pero provocó angustias y depresiones melancólicas. Habrá otras réplicas más que causarán pánico y trastornos mentales crónicos.
El estilo atípico de gobernar del tabasqueño causa un desgaste entre los miembros del gabinete, por lo que se presagian más cambios de alto nivel.
Unos, ya no quieren queso, sino salir de la ratonera. Su edad no da para más. Las presiones son constantes y el cuerpo se está intoxicando de stress.
Otros, están a la caza de los cargos públicos para entronizarse y dizque “coadyuvar” con la 4T.
Por ello, la sorpresiva invitación de AMLO a Ricardo Ahued Bardahuil para ocupar la titularidad de la Administración General de Aduanas (AGA), motivó a la clase política veracruzana y sorprendió a muchos que se sienten con más derechos por haber participado en la creación de MORENA.
Sin embargo, “quien tiene otros datos”, se inclinó por el empresario y senador de Veracruz por tener una respetable y limpia trayectoria.
Por su parte, Ernesto Pérez Astorga, secretario de Desarrollo económico y Portuario (Sedecop) y suplente de Ahued, jamás imaginó ocupar un escaño. Hoy se encuentra en los “Cuernos de la luna”, en un escenario donde podrá demostrar que tiene capacidad y sensibilidad política para observar muy de cerca el juego y rejuego de “Juan Pirulero” en la sucesión de la entidad.
Para relevar a Pérez Astorga, se barajan los nombres de Enrique Nachón García y Justo Fernández Garibay. Los dos son subsecretarios. El primero se desempeña en Promoción y Apoyo a la Industria; el otro, en Vinculación y Promoción.
Los dos son empresarios serios, responsables con capacidad de trabajo. Ambos están vinculados a personajes de la política nacional cercanos al presidente.
O, sea, tienen vara alta.
La moneda está en el aire y en cualquier momento se deslizará el nombre de quien ocupará la silla principal de la Sedecop.
Es así como se da el primer reacomodo en el gabinete del gobernador Cuitláhuac García Jiménez, pero según Eric Cisneros, secretario de Gobierno, habrá otras “depuraciones”.
El segundo de abordo del gabinete enfocó su mirada hacia el sector salud donde despacha Roberto Ramos Alor. Al de “La batita blanca” se le señala de haber realizado contratos directos en la compra de medicinas sin licitación de por medio.
En cuanto a Ricardo Ahued, esta es parte de su historia en la actividad pública:
Entró con “calzador” por los caminos sinuosos de la política local.
Se resistía. Él a lo suyo: sus negocios que son un emporio y que generan miles de empleos.
Fue Reynaldo Escobar Pérez, ex secretario de gobierno, quien en torno de una convivencia privada, lo convenció para contender por la presidencia municipal de Xalapa.
Con el apoyo de la maquinaria pesada del PRI, el empresario dio sus primeros pasos por los recovecos del mundo político.
Alcanzó la presidencia municipal con más de 78 mil sufragios, convirtiéndolo en el alcalde con mayor apoyo popular.
Desde entonces sembró una imagen responsable de trabajo que pervive en la población.
El ladrillo de la soberbia no lo mareó.
Lo caracteriza la sencillez; además de ser un personaje alejado de los escándalos, la frivolidad y el morbo.
¡Siempre con los pies en la tierra!
Que se sepa, nunca se ha metido en un berenjenal que lo coloque en una situación adversa.
No se le conocen nexos con la corrupción ni la impunidad.
Y menos con la cofradía de la mano caída, la pederastia o la infidelidad.
Antes de soltar un mensaje crítico, lo analiza, razona.
Y sabe cuándo poner el dedo en la llaga para provocar dolores intensos en la cúpula endeble y corrupta del poder.
Por eso, con los pelos de la burra en la mano, declaró durante la administración duartista, que hasta el más “idiota” funcionario tiene un avión.
¡Y no se equivocó!
Al dejar Ahued el senado de la República, se pierde una voz crítica, sensata y constructiva. El presidente López Obrador gana un funcionario honrado, en una encomienda donde se manejan cientos de miles de millones de dólares.
Algunos compañeros comentan que al empresario convertido hoy en administrador político, le “cortaron las alas” para no volar hacia la sucesión gubernamental.
En lo personal, considero que “El Rey del Plástico” no se anda por las ramas; va a la raíz de los retos que se le presentan. Por eso es un personaje de resultados.
El tabasqueño ya le echó el ojo y quizá, una vez saneada la corrupción en las aduanas, le ofrezcan una responsabilidad mayor.
Y como es un hombre de bien se aprendió al dedillo la perorata de Andrés Manuel:
¡No mentir!
¡No robar!
¡Y no traicionar!
El tiempo tiene la palabra.