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Raúl López Gómez/Cosmovisión
Winckler…
¡Una piedra en el zapato!
Sobre advertencia no hay engaño.
El presidente Andrés Manuel López Obrador lo expresó claro y fuerte: se inició un cambio de régimen, no de gobierno.
Para empezar, se borrará todo vestigio del neoliberalismo.
La tesis del mandatario es que esa política económica no solo fracasó, sino que, además, es responsable de la más inmunda— esa palabra utilizó—, corrupción pública y privada.
“La política económica neoliberal ha sido un desastre, una calamidad para la vida del país.”
López Obrador aseguró que la corrupción se convirtió en la principal función del poder político, por eso es apremiante erradicar esa enfermedad crónica.
La nueva administración federal anuncia así la muerte del neoliberalismo.
Sin embargo, no aclaró el tipo de política económica que aplicará en su sexenio.
Pero eso sí, “será en beneficio de los más necesitados”. Primero los pobres. Tienen prioridad.
Los que ganan más, tendrán que apretarse el cinturón, y los que han padecido salarios de miedo, serán recompensados.
Esa es la tónica del nuevo gobierno.
Para evitar dudas, AMLO inició una serie de cambios en las leyes, con el apoyo del Congreso, entre ellas la que postula que nadie ganará más que el presidente.
La intención es utilizar el dinero que se ahorrará para invertirlo en programas sociales, compromiso de campaña del presidente López Obrador.
Esos recursos estarán puntualmente aplicados en el presupuesto que armonizarán senadores, diputados y Hacienda.
Y aun cuando los legisladores de MORENA y sus aliados la aprobaron, la oposición, que fue derrotada en ambas Cámaras, interpuso una controversia constitucional ante la Suprema Corte.
Los ministros le dieron entrada instruyendo que, para evitar daños irreparables, el tema debe mantenerse como está, es decir, que no se puede disponer del dinero de los salarios para otros programas.
Y rematan: “enfrentamos las críticas sin miedo, con prudencia y tolerancia.
El presidente AMLO, responde: “sí hay diferendos con el Poder Judicial y eso es histórico. Ganan más que el presidente Donald Trump”.
Ardió Troya.
La resistencia al cambio no es algo abstracto, sino muy concreto.
No cualquiera renuncia al medio millón de pesos mensuales; basan su defensa en violaciones a la Constitución.
No sólo la dorada burocracia está inconforme, también muchos de los que dejarán de ganar miles de millones de pesos, o dólares, por los negocios que se les van de la mano con la actual administración.
Se puede decir que la resistencia es natural y debió de contemplarla el Gobierno de Andrés Manuel.
Por ello extraña que peguen el grito en el cielo y se lancen a la yugular de los ministros de la Corte, quienes esgrimen a la Constitución como defensa.
En Veracruz, la resistencia al cambio es activa y tiene como cabeza visible al fiscal Jorge Winckler, quien se ha convertido en el ariete para golpear al gobernador.
El incondicional del bienio azul que concluyó tiene línea para aguantar vara hasta donde pueda.
Se aferra al poder, porque la ley lo contempla.
Traga sapos sin hacer gestos.
Más temprano que tarde, tropezará y solicitará su remoción.
Ya lo expresó Erick Cisneros: “me canso ganso que renuncia”.
Ante ello, resulta contradictorio que el jefe del Ejecutivo Federal sostenga que no perseguirá a nadie, pero sí aplicará la ley a quienes, a partir hoy, la infrinjan.
Esto ya lo contempló Cuitláhuac García a quien no le tiembla la mano para aplicar la ley sin importar amistades, compañeros de lucha o familiares, como lo puntualizó su jefe, el presidente López Obrador.
El mandatario veracruzano ordena las dependencias y simultáneamente enfrenta las embestidas de la oposición representada por el PAN, con Yunes Linares a la cabeza.
Pero, además, debe apretar tuercas para que MORENA en el Congreso local se comporte como el partido en el poder y ponga en su lugar al Fiscal, que es la piedra en el zapato que lastima al Gobierno estatal.
No basta con modificar la Constitución y que el Congreso tenga facultades para removerlo. Hay que hacerle juicio político, exhibirlo como incompetente y perverso.
Y que los responsables del saqueo a Veracruz sean considerados culpables, situación que no busca el Fiscal Winckler, quien sólo hace cálculos de tipo político electoral que le ordenan.
La mejor defensa del gobernador es el ataque inteligente, pero debe contar con su equipo de trabajo para adelantarse a las embestidas de esa pírrica oposición.
El PAN, bajo la férula de Yunes Linares, es la resistencia al cambio.
Así que, tanto el presidente López Obrador, como el Gobernador García Jiménez, tienen que “trabajar”, por lo pronto, con el enemigo en casa.
Los cambios cuestan trabajo, más cuando son profundos y se pisan muchos callos.
Veracruz, es primero y siempre. Después viene lo personal.