Raúl López Gómez/Cosmovisión
¡EL MAPACHE DEANTES!
En seis días más (19 de septiembre), Javier Duarte de Ochoa cumple un año más de vida.
Y los cumplirá interno en uno de los penales de mayor seguridad del país: El Reclusorio Norte (RENO) de la Ciudad de México.
Mientras, su familia disfruta en el extranjero los pesos mexicanos convertidos en libras esterlinas y que fueron saqueados del tesoro veracruzano.
Karime Macías, en Inglaterra, y su madre, en Portugal.
Algunos incondicionales de su gobierno lo visitarán para acompañarlo en su aniversario.
Se espera la presencia de los millonarios Harry Grappa, Alberto Silva, Tarek Abdalá y Gabriel Deantes, entre otros.
A menos que teman ser detenidos por los delitos que tienen pendientes con la justicia en la entidad.
Anilú Ingram, ya tiene tareas legislativas específicas que cumplir por lo que se descarta su presencia en este festejo.
Los mexicanos sabemos que la administración pública de Javier Duarte, pasará a la historia como una de las más cuestionadas por la corrupción e impunidad que imperaron durante su gobierno.
Los funcionarios públicos se enriquecieron vorazmente con la protección del Ejecutivo y de la ‘Primera Dama’.
Dejaron a la entidad veracruzana en quiebra financiera, en la orfandad económica.
Al ex gobernador Duarte se le recordará como uno de los más impopulares no solo del país, sino del orbe.
De esos funcionarios saqueadores, vuelve a la escena del escándalo el nombre de Gabriel Deantes Ramos.
Resulta que el Sistema de Administración Tributaria (SAT) le embargó el 31 de julio dos cuentas bancarias para cobrarle un crédito fiscal por 23.4 millones de pesos.
Sin embargo, al revisar sus saldos en las instituciones bancarias, encontraron que solo tiene en su cuenta 305 mil pesos.
O, sea, este pillo que se disfrazó de servidor público, deroga enormes cantidades de dinero a despachos jurídicos que lo asesoran para proteger su millonaria fortuna acumulada de manera inexplicable.
El crédito fiscal deriva de una multa impuesta a Deantes por la Auditoría Superior de la Federación en 2017, y aunque impugnó los hechos mediante un recurso de reconsideración, no aportó fianza o garantía alguna para cubrir el monto.
De ahí que el SAT continuó con el procedimiento para ejecutar la multa.
El arrogante Deantes se transformó, de modesto tianguista vendedor de celulares, a fanfarrón funcionario que “se sirvió con la cuchara grande”.
En 72 meses escaló posiciones políticas, acumulando jugosos recursos públicos convirtiéndolos en propiedades y dinero en efectivo.
Se desempeñó como Oficial Mayor de la secretaría de Educación, Subsecretario de Finanzas y Administración y, finalmente, secretario del Trabajo.
Pero lo que le aportó un nicho económico sin precedentes, fue cuando manejó las finanzas de campañas electorales que le encomendó su amigo y jefe Javier Duarte.
Su tarea específica consistió en la operación electoral donde “corrieron” ríos de dinero, millones de pesos en efectivo sin registro alguno, lo que presumía el tamaulipeco a sus incondicionales.
En el proceso electoral para gobernador donde el PRI perdió ante la coalición PAN-PRD, este aprendiz de “mapache” electoral sucumbió y descarriló su “maquinaria política”, a pesar de sus intentos por favorecer a MORENA.
Desde entonces padece miedos y temores.
Ha estado a un paso de ser ingresado a Pacho Viejo, pero algo negoció con los azules para no ser encarcelado.
Su marcado cinismo es producto de un torcimiento moral y psicológico.
Quienes lo conocen nos cuentan que es tan audaz que podría “desaparecer” tus calcetines sin quitarte los zapatos.
Desde el 23 de noviembre de 2016 está vinculado a proceso por el delito de enriquecimiento ilícito.
Se le han embargado también 4 propiedades, se le obligó a pagar un millón de pesos y tiene prohibido salir del país.
Existe un análisis y peritaje sobre su riqueza. Se le detectó un enriquecimiento inexplicable por 50 millones de pesos.
Atrás quedaron los recuerdos cuando este nefasto ex funcionario rentaba, a cuenta del gobierno, aviones para viajar con su familia y/o amiguitas al interior del país o extranjero.
Hoy en día, alejado de su primo hermano Alberto “El Cisne” Silva Ramos –otro de los saqueadores–, Deantes no concilia el sueño y hace “changuitos” para no ser detenido por esta administración.
Su temor es ser encarcelado en Pacho Viejo, donde su comadre, Gina Domínguez tiene su residencia.
Ella es procesada por los delitos de incumplimiento de un deber legal, omisión y coalición, por el desvío de recursos públicos de cuando fue coordinadora de Comunicación Social.