Carlos Ramírez/Indicador político
Juan Manuel del Castillo…
El “ventilador” y su “quinceañera”
Dicen que el poder, cuando no se tienen ideales ni principios, trastorna a los inteligentes y a los tontos los vuelve locos.
Hay quienes se suben a un ladrillo…y se marean, se echan a perder.
Se empecinan en ejercer a toda costa la autoridad, buscando cómo enriquecerse y de paso, enamorarse.
Ese poder entrampó a Juan Manuel “El Flaco” del Castillo, el más fiel escudero de Javier Duarte, hoy preso en el Reclusorio Norte de CDMX.
Paisanos y amigos.
Vecinos y condiscípulos.
Nunca fue humilde ni virtuoso, en cambio, destacó como pecador soberbio.
Al ex poderoso funcionario, metido “a presión” como “gestor” del Congreso Local, le quedan menos de 3 meses para buscar una guarida donde refugiarse.
Pende sobre su cabeza la espada de Damocles.
A su impunidad le está llegando la caducidad.
El próximo 5 de noviembre pierde el fuero, circunstancia que facilita su aprehensión para llevarlo a Pacho Viejo donde padecerá pesadillas negras.
Hace unos días el gobernador Yunes Linares le envió un mensaje claro y directo.
Sin decir nombres, lanzó una amenaza a los diputados de oposición: ya sin fuero, la Fiscalía irá por uno de ustedes.
“Te lo digo a ti, Juan Manuel, para que me entiendan todos” fue la interpretación generalizada de los congresistas.
La Legislatura concluye el 4 de noviembre y el mandatario entrega la administración el 30 del mismo mes. Es decir, tendrá 26 días para mandarlo a prisión.
El cordobés fue denunciado antes de protestar como diputado.
Se le señala de haber “desaparecido” más de 22 millones de pesos, que descontó a mil 84 trabajadores por créditos que obtuvieron de la Financiera Intermercados.
Cada quincena “rasuraba” los salarios, pero el dinero no se transfería al punto indicado.
Hay otras por desvío de recursos cuando fungió, sin ser titular, como “El Todopoderoso” en la Secretaría de Finanzas.
Su cargo formal era de subsecretario de Finanzas y Administración, pero todos sabían que era él quién pagaba y decidía a quién sí y a quién no.
Secretarios desfilaban y “El Flaco del Castigo”, como se le motejó, seguía firme en la conducción del tesoro.
Decidía cuando accionar la famosa “licuadora” y hacia dónde se depositaban los recursos. ¿Acaso a empresas fantasma?
Sin embargo, el hombre de confianza del esposo de Karime (merezco abundancia) ha sostenido “que todos los procedimientos administrativos propios del escrutinio de la rendición de cuentas, en calidad de ex funcionarios, los hemos afrontado”.
Pero una cosa es afrontar y otra solventar.
Cuando salió a la luz el socavón financiero, buscó una tabla de salvación en la diputación por el distrito de Córdoba.
Soltó mucho dinero para ganar la elección y, desde su curul, se ha mantenido agazapado porque, además, ni es tribuno ni es polémico.
El fuero lo ha protegido, pero está en la mira del Góber azul, quien ya dio el visto bueno para “atraparlo” y encarcelarlo en el reclusorio más temido de la entidad.
Tiene los días contados igual que Antonio Gómez Pelegrín y Alberto Silva Ramos.
Por cierto, “El Cisne” se pavonea altanero vociferando que a él le hacen “lo que el viento a Juárez”, porque tiene la protección del aun gobernador de Chiapas, Manuel Velasco Coello, próximo senador.
Pero el choleño no olvida y menos perdona al tuitero más agresivo hacia su imagen pública.
Los acreedores del Gobierno del Estado saben que, en la administración de Javier Duarte “El Flaco del Castigo” era el “poder pagador”.
Él decidía a quién liberar la deuda y a quién no.
Era secreto a voces que el “ventilador” y la “quinceañera” bailaban gustosos en su oficina.
A los desesperados pedía “micha y micha”.
Sin embargo, el desvío de recursos no se puede encubrir fácilmente porque es dinero federal.
Las denuncias están suspendidas por el fuero, pero a partir del 5 de noviembre ¡a correr ratones porque el gato está hambriento!
Ya desaforado será sometido a un riguroso escrutinio debido a las irregularidades cometidas.
Su conducta execrable denigró a los conciudadanos.
“El Flaco” perderá el fuero, así como perdió, contra su voluntad, el amor de su vida que lo enloquecía: la guapérrima Melisa, a quien se entregaba con gran pasión en noches de luna llena.
El poder político y económico del ex funcionario trastornaba a las damiselas que importaba del puerto de Veracruz. Ellas, entre sábanas ardientes de pasión, lo cegaban, le hacían perder la razón.
Pero Melisa era la consentida.
Hoy está a punto de asir los barrotes de una ventana que da al patio de los malosos.
Y no tendrá a la “quinceañera” ni el “ventilador” para sofocar la canícula.
Estamos mal, pero vamos bien…