Raymundo Jiménez/Al pie de la letra
Como en la ley de la física que dice que la materia no se destruye sino sólo se transforma, las tensiones políticas actuales propias de una sucesión sistémica están mandando mensajes de una reorganización política-electoral.
Ante la pasividad del PRI y este partido más enfocado en salvar el proyecto neoliberal de Carlos Salinas de Gortari aliándose nada menos que a sus dos adversarios históricos –PAN y PRD–, el expriista Dante Delgado Rannauro y Movimiento Ciudadano se apropiaron del simbolismo político de Luis Donaldo Colosio Murrieta y el significado de un proyecto medio latente en el imaginario colectivo de los derrotados; Luis Donaldo Colosio Riojas no tiene más tarjeta de presentación que el apellido y un magnicidio que nadie quiere aclarar –ni él mismo– por las profundas raíces de una lucha entre grupos de interés político dentro del PRI y del salinismo.
El PRI sobreviviente del asesinato de Colosio se olvidó muy rápido de los recuerdos del candidato presidencial sacrificado en 1994, a pesar de que en privado muchos veteranos políticos hablaban con una carga de rencor del sospechosismo de un crimen desde el poder, pero en público se han sometido a la disciplina de partido. El propio candidato suplente Ernesto Zedillo Ponce de León convirtió en bandera de su campaña el recuerdo y los compromisos de Colosio, pero fue el primero que se deslindó de esa herencia y sobre todo sacrificó al expresidente Carlos Salinas de Gortari con una persecución implacable que sólo buscó congelar la investigación, no resolver la vertiente política del asesinato en Lomas Taurinas y alejarse de la interpretación del crimen del poder de donde salió para suplir a Colosio.
Con fría habilidad política, Delgado Rannauro captó a Colosio Riojas, lo movió en posiciones menores y lo sacó de cualquier tipo de debate sobre la posibilidad o no de una candidatura presidencial de Movimiento Ciudadano, pero, con astucia, a la espera de una circunstancia que potenciara la posibilidad de relanzar una fase expansionista del partido, en medio del deterioro del PRI y de la disolvencia del PRD.
La sola tendencia de simpatías a favor de Colosio Riojas en nada responde a su mediocre personalidad política, ni a su ignorada públicamente función como alcalde sin rumbo de Monterrey, ni menos aún a la rechazada posibilidad de que pudiera enarbolar la bandera de una nueva investigación del asesinato de su padre.
Al interior del PRI actual anticolosista no se ha medido con serenidad el significado de que el hijo del asesinado expriista Colosio no quiera saber nada del PRI y haya buscado su inserción política en un grupo que fue desprendimiento crítico del PRI, dirigido por un expriista y con una propuesta que podría tener ciertos tonos colosistas.
En el juego de estrategias, el jefe político de MC se percató también de una desarticulación tribal dentro del PAN y de la poca eficaz expresión de oportunismo político vulgar con la captura de la senadora panista/no-panista Xóchitl Gálvez y su efímera popularidad vis a vis una estrategia política rezongona, no de proyecto real, y además ocultando que los verdaderos ideólogos del PAN-2024 son los salinistas Claudio X. González y José Ángel Gurría Treviño y el peñista-salinista Ildefonso Guajardo, ahora responsables de redactar el plan de gobierno de la chistosa senadora Gálvez que distrae a los electores con su imagen bicicletera.
El manejo de expectativas sobre la posibilidad de que Colosio sea candidato presidencial de MC sólo para fortalecer al partido ya modificó el escenario del 2024 y golpeó en la línea de flotación de la precandidatura de la senadora Gálvez y su vacío de proyecto.
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Política para dummies: la política es la misma en sí misma.
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