Carlos Ramírez/Indicador político
En los últimos días en los que el tema dominante es la confrontación en tribunales económicos entre México y Estados Unidos por definiciones de políticas nacionales de desarrollo, una fotografía muy singular comenzó a generar apoyos en redes. Era el rostro de la vicepresidenta estadounidense Kamala Harris y una leyenda que tenía destinatarios mexicanos: “esta morena salvará a México”, refiriéndose al color de la piel de la funcionaria.
De modo muy sintético, esta fotografía y la propaganda correlativa solo pudo haber venido de una estrategia de comunicación conservadora que estaría construyendo una opinión publica en redes favorable a la sumisión de México a los intereses estadounidenses, pues es la hora en que no se ha explicado con claridad el trasfondo del proceso de consultas-paneles-sanciones por presuntas violaciones a los compromisos del tratado en el sector estratégico de la energía y a la interrupción del proceso te penetración estadounidense en el sector energético que todavía la Constitución lo define como de dominio absoluto del Estado mexicano.
El sentimiento anti López Obrador se ha ido convirtiendo en una posición ideológica y geopolítica que favorece a todos sus adversarios, desde el PRI y el PAN hasta ahora el dominio hegemónico de la economía estadounidense sobre la de México. Hasta 1991, el nacionalismo formaba parte del aparato ideológico del Estado mexicano y más aún aquel nacionalismo que se definía en automático a la resistencia ante todos los retos que representaba el expansionismo económico y cultural de Estados Unidos en México. El Tratado de Carlos Salinas de Gortari implicó, como lo definió con claridad el súper espía diplomático John Dimitri Negroponte en su memorándum al Departamento de Estado en 1991, el agotamiento de la resistencia mexicana al expansionismo dominante de Washington. En este sentido, el proyecto salinista del Tratado no se agotó en el comercio exterior, sino que ha subordinado a México a los intereses geopolíticos y de seguridad nacional de la Casa Blanca.
La propaganda política caracterizando a la vicepresidenta Harris como la salvación de México beneficia a los sectores anti López Obrador, aunque su alcance es mucho mayor porque revela el sentimiento de importantes sectores de la sociedad a favor de una subordinación a la dominación estadounidense.
Lo malo para estos grupos que están promoviendo el intervencionismo estadounidense en el reacomodo político interno de México está en el hecho de que la vicepresidenta Harris no ha despuntado como precandidata presidencial para el 2024 y su papel como número dos en la Casa Blanca ha sido desdeñado por el propio presidente Biden. En las tendencias de aprobación en Estados Unidos, la vicepresidenta Harris –“la morena que salvará a México”– está por abajo del 35% de aprobación, mientras los republicanos avanzan hacia una nueva mayoría legislativa y de gobiernos estatales en las elecciones de noviembre próximo.
Como en las estrategias de seguridad no hay límites ni dobleces, el conflicto operativo en los sectores energéticos del Tratado se está convirtiendo, de modo natural, en uno de los ejes fundamentales de la lucha por la candidatura presidencial de Morena para el 2024 y estará también como escenario dominante en las candidaturas presidenciales de los diferentes grupos de la oposición. Y si se quiere ser estricto, hay que registrar el hecho de que el nacionalismo es uno de los ejes ideológicos del proyecto de Cuarta Transformación que define la gestión del Gobierno del presidente López Obrador y que será el factor definición del candidato de Morena.
Y si el litigio abierto en los procedimientos de controversias contenidos en el Tratado tiene caminos de entendimiento que impidan los castigos arancelarios que hundirían a la economía mexicana en el caos y se convertiría en un problema de seguridad nacional de Estados Unidos, el presidente López Obrador está potenciando el significado político-ideológico-nacionalista de la propiedad del Estado mexicano sobre las áreas estratégicas de la energía y lo está introduciendo como uno de los factores de definición de la candidatura presidencial de Morena.
La interrelación de las disputas por el Tratado y el papel de Estados Unidos en la política mexicana en tiempos de la sucesión presidencial podría ayudar a explicar el sentido del PRI y de su actual presidente nacional al acudir a los sectores estratégicos, geopolíticos, de inteligencia y de seguridad nacional de Estados Unidos para pedirles la intervención en asuntos mexicanos que definirán los márgenes de maniobra nacionales del próximo presidente de la República.
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Política para dummies: Desde Machiavelli, la política es una forma de seguridad nacional de los Estados.
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