Raúl López Gómez/Cosmovisión
A la mitad del camino entre un viejo sistema/régimen que parece que no va a liquidarse nunca y un nuevo sistema/régimen que nadie tiene claridad sobre su instauración, las elecciones del domingo 6 de junio tienen escenarios estratégicos que deben de atenderse y nuevos desafíos que todos creen muy fáciles se superar:
1.- Redistribución entre poderes institucionales. La crisis del presidencialismo como eje sistémico priísta en 1968 no tuvo la lectura estratégica y el reacomodo de espacios de los poderes constitucionales pasa desde entonces por fricciones, choques y sobre todo malos entendidos.
2.-La redistribución del poder entre partidos, aunque éstos no han sabido entender la nueva lógica de su capacidad organizativa y todos los políticos los ven como agencias de colocaciones. El sistema de partidos es un circo romano y no un sistema institucional.
3.- La redistribución del poder entre regiones. De nueva cuenta unas excluyen a las otras y el concepto de república se fragmenta en un archipiélago balcánico.
4.- Redistribución del poder entre poderes fácticos legales e ilegales, políticos y económicos y legítimos e ilegítimos.
5.- Redistribución del poder entre la sociedad y el Estado en un proceso de socialización ineficaz, tramposa y superficial de capacidades.
6.- Redistribución del poder entre géneros y preferencias sexuales, conduciendo a un verdadero conflicto entre la sociedad tradicionalista y la sociedad liberada. El feminismo se encuentra en fase de subversión social violenta, rebasando la institucionalidad y la agenda programática y agotándose en el choque y el conflicto.
7.- La polarización ideológica populismo/neoliberalismo, pero sin modelos de desarrollo ni proyectos de nación, ni menos aún una agenda de resultados programáticos.
8.- El escenario de la sucesión presidencial adelantada en el partido en el poder, en la oposición, en los sectores dominantes del establishment y hasta en la misma sociedad que suele adelantar la víspera del fin a mediados de sexenio.
9.- Reacomodo de grupos de poder al interior de la coalición gobernante que no alcanza a configurarse como coalición dominante. El resultado electoral promoverá otra fase de realineamiento de élites y grupos.
10.- Reacomodo de lealtades hacia el presidente de la república en turno, dentro de la disputa por la candidatura presidencial de Morena.
11.- Tensiones geopolíticas con EE. UU. por la agenda estratégica del gobierno demócrata de Biden ante la amenaza latente del grupo de poder de Trump que intimida con regresar a la Casa Blanca en 2024 y debilidad en los liderazgos demócratas por el cacicazgo de Barack Obama.
12.- Agotamiento del régimen de la transición de 1988 por la certeza de que no fue transición, que al final de cuentas el régimen priista sigue acotando los márgenes de todos los actores y que el único camino para modernizar a México no es la democracia sino la república.
Los treinta y tres años del ciclo 1988-2021 han carecido de analistas y le han sobrado críticos. A la campaña de 2021 le ha faltado pensamiento crítico y autocrítico y le ha sobrado lenguaje apocalíptico. Inclusive, muchos de los protagonistas de la crisis de sistema/régimen/Estado/Constitución de 1988 están desempolvando sus viejos argumentos, pero sin explicar sus propias fallas como parte de los ingenieros constructores del régimen pospriísta. Así lo revela la batalla patética de Porfirio Muñoz Ledo con argumentos como si fuera aún vocero defensor de Díaz Ordaz ante el 68 estudiantil.
Las del domingo no serán las elecciones del fin del mundo; la noche del domingo, las fuerzas políticas, sociales y económicos encontrarán nuevos acomodos funcionalistas y acuerdos de sobrevivencia. La clave de los próximos tres años estará en la capacidad/incapacidad de los grupos en la próxima Cámara de Diputados para diagnosticar la crisis y para posibilitar entendimientos.
Si no, pues ni modo.
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El factor invisible. En el capitulo de expectativas electorales para las elecciones de 2021 en su libro País de un solo hombre, el analista Alfonso Zárate enumera dieciséis variables que inciden en el comportamiento electoral. Quince son de obra conocidas. Pero aporta la dieciséis: el azar.
Política para dummies: La política la mueven las pasiones, pero la determina la inteligencia.
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