Miguel Ángel Sánchez de Armas/Juego de ojos
Arturo Herrera, presupuesto 21: si mi abuelita tuviera ruedas…
La ley de ingresos y el presupuesto de egresos de la federación son los instrumentos de desarrollo por excelencia: señalan el papel detonador del Estado, fijan rumbos y exhiben certezas. Por eso ninguna propuesta de ingreso-gasto del Estado puede estar condicionada a incertidumbres.
El secretario de Hacienda, Arturo Herrera, entregó los documentos económicos para el 2021 y estableció que se podría crecer a 4.6% en 2021 si –y sólo si– se descubre la vacuna contra el COVID-19. ¿Y si no? Ningún agente económico puede basar sus expectativas en una condicionante que hasta ahora ningún país del mundo tiene resuelta. Si no hay vacuna, entonces el PIB de 2021 sería de cuánto: ¿2%, 0%, -2%, -4%?
Por razonamientos como el de Herrera se dice que la economía es una ciencia hechiza. Antonio Ortiz Mena utilizó los presupuestos para fijar el rumbo del desarrollo estabilizador y Pedro Aspe, Francisco Gil Díaz y los ministros de Hacienda del ciclo neoliberal tuvieron en los presupuestos el camino a seguir, bueno o malo, pero con certezas.
Los Criterios Generales de Política Económica para 2021 que acompañan ingresos y gastos revelan la dimensión de la crisis: el PIB mexicano de 2020 a 2026 sería de 1.3% promedio anual, contra el 1.8% promedio anual que asume la última encuesta de Banxico con especialistas para el decenio 2021-2030.
En todo caso, Herrera parece no ser secretario de Hacienda, sino un contador. El problema no es que el PIB podría ser de 4.6% –o más, por qué no, en las danzas hechiceras de las cifras– descubriendo la vacuna, cuando en realidad el PIB bajo es consecuencia del modelo de desarrollo mexicano que no puede crecer más arriba de 2.5% anual sin causar estragos macroeconómicos.
Y lo de menos es que Herrera quiera distraer con la cifra de 4.6%, cuando en los últimos treinta y ocho años México ha tenido un promedio anual de 2%. Por la sencilla razón que el 4.6% es un rebote del -8% oficial del PIB en 2020.
Los secretarios de Hacienda no deben ser sólo contadores de porcentajes, sino diseñadores de políticas económicas articuladas a políticas de desarrollo. La página 69 de los Criterios exhibe las expectativas económicas mexicanas para el periodo de mediano plazo 2020-2026. Y son cifras oficiales, no especulaciones de calculadores de críticos a los que nada les parece.
Por lo tanto, el debate sobre el presupuesto de 2021 no debe darse en función de la vacuna contra el virus, sino de la caída productiva antes del virus y el hundimiento después del virus; la pandemia sólo exhibió la pobreza del modelo de desarrollo que el propio presidente López Obrador ya había descubierto y contra el cual propuso la 4-T.
Pero en las cifras de Herrera sólo se revela un escenario de pánico por el PIB y no alguna estrategia de desarrollo para modernizar la economía y hacerla más competitiva. El secretario de Hacienda tomó el camino fácil de asumirse sólo como director de cifras presupuestales y no ministro de Hacienda y desarrollo.
La pequeña gran pregunta al titular de Hacienda es sencilla: ¿qué está planeando el gabinete económico para no depender de la vacuna? En las escuelas de economía enseñan que la producción de bienes y servicios es consecuencia de los estímulos productivos vía gasto y no sentarse a rezar por una vacuna contra un virus.
La economía mexicana sí podría crecer arriba del 1.3% previsto por Herrera para el periodo 2020-2026 y sí podría alcanzarse la meta presidencial de 4% promedio anual en un escenario sexenal, pero a condición de tener claro que la economía crece por modelo y planes de desarrollo, no por vacunas que todos saben que no existirán en el corto plazo. Al presupuesto de Hacienda le falta modelo de desarrollo y estrategia de reorganización industrial y le sobran buenos deseos.
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Política para dummies: La política es el reino del realismo, no de los cuentos de hadas hacendarios.
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