
El gusano barrenador y la defensa de la vida
Con el frente interno marcado por fracturas al interior de la coalición dominante de Morena y con una oposición que encontró fortalecimiento en un hecho político por la intolerancia vulgar de morenitas, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo realizará a hoy la lectura del primer informe de gobierno en medio de un acoso estadounidense sin precedente que se sintetiza en la exigencia de la Casa Blanca de meter tropas americanas a territorio mexicano para perseguir y borrar de la faz de la tierra a los cárteles del narcotráfico.
En el caso del frente interno se va a aplicar la técnica política de Andrés Manuel López Obrador de resistir todas las presiones opositoras contra personalidades de Morena que por una razón u otra se involucraron en escándalos políticos que demeritaron el discurso de austeridad y honestidad del lopezobradorismo; sin embargo, nada ocurrirá en cuanto a reacomodos de tribus y solo se aplicará el congelamiento temporal de algunas figuras que abusaron de sus posiciones políticas.
La semana pasada y sobre todo mañana martes y pasado mañana miércoles el ambiente gubernamental y político estará dominado por la negociación con Estados Unidos de algo que todavía no ha quedado muy claro: Acuerdo de Seguridad, Nuevo Entendimiento o Nuevo Marco de relaciones generales entre los dos países, pero determinadas por la agenda americana demasiado particular de liquidar a los cárteles del narcotráfico en México que trafican droga hacia Estados Unidos, sin que Washington quiera aceptar su corresponsabilidad por la demanda de droga de sus adictos y la corrupción americana que permite de muchas maneras el ingreso de droga a Estados Unidos.
El viernes, el senador texano republicano Ted Cruz –que no pudo competir por la candidatura presidencial en 2024– de manera oficial y desde el legislativo dijo que el punto central en las relaciones bilaterales estará determinado por la exigencia de Washington a México de permitirle la entrada de tropas estadounidenses armadas para la guerra para perseguir y destruir –no procesar conforme a derecho– las plazas del narcotráfico que dominan espacios de la soberanía territorial del Estado mexicano.
Las presiones para el envío de tropas fueron iniciadas por el propio presidente Donald Trump, más tarde secundadas por el secretario de Estado Rubio, de alguna manera inducida por la secretaria de Justicia Bondi y ahora se involucra el Capitolio a través del senador Cruz.
El problema es que Estados Unidos no ha presentado siquiera un protocolo de propuesta, porque no se trata solo de mandar tropas con armas letales sin tomar en cuenta el papel clave de defensa de la soberanía en seguridad militar que ha enarbolado con firmeza y dignidad la Secretaría de la Defensa Nacional, estrictamente el Ejército.
Y allí se localiza el principal problema. Las leyes mexicanas le confieren la función persecutoria del delito –del narcotráfico o cualquier otro– a la Guardia Nacional , a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana y al Ministerio Público y el Ejército mexicano solo participa a petición expresa de la Guardia y el MP para colaborar en acciones de seguridad pública que se localizan en el ámbito estricto de la seguridad interior que tiene mandato constitucional.
En este sentido, la arbitrariedad de Estados Unidos ignora los procedimientos legales-constitucionales de persecución del delito y quiere permiso directo y abierto para perseguir narcos en México, cuando ni siquiera el Ejército mexicano lo puede hacer en directo sino a petición formal de la Guardia Nacional y en situaciones extraordinarias en que se prevén respuestas violentas de las bandas delictivas.
La petición estadounidense también ignora la realidad mexicana. No es difícil imaginar qué ocurriría si en un enfrentamiento entre el Ejército estadounidense ya dentro de México con una banda del crimen organizado que responda con su capacidad de fuego y afecte con heridas o muerte a militares estadounidenses. El Ejército estadounidense comenzó así su penetración en Vietnam: asesores, tropas activas y respuestas agresivas ante los ataques del Vietcong comunista. Ante la incapacidad americana para terminar con la rebeldía del Vietcong, Estados Unidos fue escalando su presencia de tropas hasta llegar a más de medio millón de soldados que se convirtieron no solo en la autoridad de seguridad militar, sino que escalaron el paso obvio de transformarse en autoridades políticas y de gobierno por encima de la administración local.
El secretario de Estado envió el mensaje de las tropas a través del senador Cruz y ése es el punto que tiene en este momento trabado el Acuerdo de Seguridad en cualquiera de sus formas que se supone que tendría que firmarse el martes o miércoles de esta semana. México dijo que no y seguirá diciendo que no y la Casa Blanca puso el tema de las tropas estadounidenses en México como punto central del acuerdo.
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Política para dummies: La política falla cuando las cañoneras hablan.
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