
David Colmenares Páramo/Seguridad pública, fiscalización y transparencia
Con una oposición hecha trizas y sin capacidad para levantar la cabeza y aprovechar los escenarios de crisis y con medios de comunicación cuya opinión del pasado fue mermada en el sexenio anterior, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo –con su poder centralizado, sólida base electoral y aprobación inusitada– enfrenta una lucha por la hegemonía al interior de su coalición y de sus alianzas.
Los cuatro frentes que encara la jefa del Ejecutivo federal son decisivos:
1.- El del gobierno de Estados Unidos, para subordinar a México a los términos del Tratado dominador pactado con Carlos Salinas de Gortari.
2.- El de la CNTE como un aparato político del presidente emérito Andrés Manuel López Obrador actuando como dique ante cualquier cambio de enfoque ideológico.
3.- El de la resistencia violenta del crimen organizado que estaba muy cómodo con el modelo de “abrazos, dos balazos” del lopezobradorismo;
4.- Y el de una crisis económica ante la continuidad a cualquier costo del modelo económico heredado.
En el fondo, la problemática en la capacidad de gestión de la presidenta no enfrenta ninguna propuesta seria y de fondo como alternativa, sino que está encarando cotidianamente la necesidad de ajustes en función de circunstancias actuales, pero con anclajes que le impiden movilización en términos de los determinismos que la llevaron a ser candidata y representante transexenal del proyecto López Obrador.
López Obrador no pudo consolidar un bloque dominante cohesionado y disciplinado, pero no por falta de posibilidades sino porque no permitió más liderazgos competitivos que el suyo y dejó que los movimientos se convirtieran en verdaderas tribus de poder en modo perredista primero al interior de la 4-T y después en la dinámica de las áreas en disputa.
La falta de cohesión interna real que ha tardado en aceptar el liderazgo vertical con autoridad inflexible de la presidenta Sheinbaum se percibe en los dos brazos operativos del régimen lopezobradorista: las dos cámaras legislativas que responden a los intereses del presidente emérito en el Palacio de Invierno de Palenque y Morena como partido encargado del control de la militancia lopezobradorista.
La presidenta Sheinbaum tiene base de votos, estructura sistémica y aprobación que nunca llegó a tener López Obrador, pero su principal problema es que enfrenta un modelo de disputa interna por el poder que bien se puede caracterizar como una lucha por la hegemonía de la coalición gobernante.
Y el caso más preciso que ilustra la dimensión del conflicto es justamente el de la CNTE, coordinadora de maestros disidentes del sindicato oficial SNTE que opera a través del dominio autoritario de la sección 22 de maestros en Oaxaca y algunos grupos del Estado de México, Chiapas y Michoacán. Pero como Coordinadora, la CNTE no tiene ninguna figura jurídica que pueda exigirle al gobierno federal negociaciones como trabajadores magisteriales porque la titularidad del contrato colectivo le pertenece al SNTE.
La CNTE nació de una disidencia con el conflicto del SNTE de Carlos Jonguitud Barrios, luego fue cooptada por la familia Murat que tuvo la gestión de dos gobiernos estatales sexenales, tuvo vinculaciones con la guerrilla, le reconocieron conflictividad, la llenaron de dinero a manos llenas para los líderes y la dejaron al garete en términos políticos e ideológicos.
Pero la clave del proyecto de la CNTE la acaba de dar uno de sus ideólogos intelectuales del lopezobradorismo: John Ackerman, quien en un tuit reciente señaló las cuatro victorias de la Coordinadora: es sin duda uno de los movimientos sociales más exitosos del México moderno, pararon en seco la contrarreforma educativa de Peña Nieto en 2013, fueron un factor clave para la victoria de López Obrador en 2018 y hoy se llevan las palmas con su contundente victoria en la cámara de diputados. En este tuit se resume el valor político de la Coordinadora magisterial para el movimiento lopezobradorista, aunque atropellando la precaria fortaleza política de la presidenta Sheinbaum Pardo.
La lucha por la hegemonía en la 4-T carece de reglas y enfrenta básicamente a la presidenta Sheinbaum en busca de margen mínimo de maniobra y el presidente emérito López Obrador que quiere la continuidad absoluta de su proyecto transexenal de gobierno.
Sin embargo, la política tiene sus leyes: la debilidad de la presidenta Sheinbaum se convertirá en la debilidad real de López Obrador.
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