Justicia punitiva
En una entrevista para explicar el Plan Global de Desarrollo 1980-1982 que ignoraba el ciclo de la planeación del desarrollo, al presidente Miguel de la Madrid se le preguntó sobre las metas cuantitativas porque eran exageradamente optimistas. El mandatario, que con el Plan potenciaba su carrera a la presidencia, contestó con tranquilidad:
–El optimismo es también una estrategia de desarrollo.
El PGD lo catapultó a la presidencia y todo su optimismo le dio la razón a la filosofía de la praxis:
–El pesimismo es un optimismo bien informado.
Como López Obrador en 2019, la presidenta Sheinbaum decidió tomar el camino de la planeación… política que nada tiene que ver con la planeación del desarrollo económico con efectos sociales y políticos.
En 2019, el presidente López Obrador envió al congreso dos proyectos de Plan Nacional de Desarrollo: el programático de la Secretaría de Hacienda con 277 páginas que presentaban objetivos, instrumentos, acuerdos productivos y metas cuantitativas para tratar de reordenar el desorden del desarrollo que dejaba el largo ciclo populista 1971-2018; y el dogmático el presidente López Obrador de apenas 64 páginas y con diez objetivos políticos que nada tenían que ver con la planeación del desarrollo, pero sí refrendaban el compromiso de campaña de terminar con la doctrina neoliberal del desarrollo y proponer un posneoliberalismo en realidad no era más que un neoliberalismo revolcado o vergonzante y ajustado escrupulosamente a la doctrina neoliberal de estabilización macroeconómica del Fondo Monetario Internacional.
El dilema de los dos PND en el Congreso lo resolvió de manera sumisa ante Palacio Nacional por el presidente de la Cámara Porfirio Muñoz Ledo, entonces vistiendo su casaca cuatroteísta con orgullo y de manera autoritaria tiró a la basura el documento de Hacienda y registro como único legal el del presidente de la República.
El bloque neoliberal De la Madrid-Salinas de Gortari-Zedillo utilizó el sistema de planeación y los mecanismos técnicos de la ley respectiva para redefinir el proyecto Nacional de Desarrollo populista y sustituirlo por el proyecto neoliberal; con ese acto, la generación tecnocrática transitó las estructuras del poder de la sociedad al mercado.
En este escenario se esperaba –primero con López Obrador ahora con Sheinbaum Pardo– que el Plan Nacional de Desarrollo fuera la presentación formal de un nuevo modelo de desarrollo con sus correlativas políticas de producción y distribución de la riqueza, pero los dos PND de la 4ª-T terminaron en meros discursos de campaña con frases políticas, sin que ninguno de los dos haya presentado una propuesta de reorganización productiva de la economía nacional, del sector público y del Estado y sin que hubieran contenido reformas productivas para pasar del PIB promedio anual neoliberal de 2% en 1982-2018.
El punto central del desarrollo se mide por la tasa del PIB, lo quieran o no aceptar. El candidato López Portillo se comprometió una tasa promedio anual de PIB de 4%, pero el resultado real fue de 0.8%, en tanto que la presidenta Sheinbaum ha fijado una meta modesta de 2.5% promedio anual sexenal porque la economía con estructura vigente neoliberal no puede ir más allá del 2% –en el mejor de los casos–, aunque quede casi como maldición la tasa promedio anual del ciclo populista 1934-1982 de 6%.
La clave del ciclo populista AMLO-CSP radica en el papel del Estado, pero tomando en cuenta que el viejo populismo se basaba en una economía mixta con rectoría del Estado, en tanto que el neoliberalismo quedó solo en una política de mercado. Los dos documentos oficiales presentados como PND por la 4ª-T no replantean el papel del Estado porque requerirían fondos que no tienen y aún los neopopulistas le tienen miedo a la reforma fiscal que le daría al sector público los recursos para sus funciones mixtas: subsidios improductivos a sus bases electorales y proyectos de coinversión pública-privada con el sector empresarial. Sin esos instrumentos, difícilmente la economía en el sexenio de la presidenta Sheinbaum podrá mantener un ritmo promedio anual de 2%, aunque asignando y reasignando gasto para sus sectores de votantes.
Con la mayoría calificada en las dos cámaras de nada servirá que la oposición de manera sencilla cruce el PND de Sheinbaum con la ley de planeación democrática, porque no se tratará de un debate sino de una imposición.
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Política para dummies: la planeación democrática del desarrollo es un instrumento de la política pública.
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