Ruperto Vázquez Ovando/Opinión en línea
A pesar de que las Fuerzas Armadas han formado parte de las diferentes formas del sistema político –PRI, PAN PRIAN y ahora Morena–, los enfoques analíticos sobre el sector han partido del error politológico de querer mantener al sector castrense ajeno a las estructuras de poder, cuando en realidad han sido determinantes para la estabilidad durante la hegemonía autoritaria priista y las diferentes fases de la alternancia.
La designación del general de división Ricardo Trevilla Trejo cayó en el juego mediático de los chismes de columnas, sin entender que la designación del próximo secretario de la Defensa Nacional era fundamental para el proceso de reorganización de estructura sistémica y de funciones de seguridad interior del Estado.
El primer dato que se debe analizar es el hecho de que la alternancia panista 2000 y 2006 y el retorno priísta en el 2012 carecieron de enfoques de seguridad estratégica del Estado frente a la consolidación del crimen organizado como poder fáctico potenciado por el agotamiento de la élite política en 1982 y la pérdida del control de los grupos criminales porque los tecnócratas no se quisieron arremangar la camisa.
En este escenario habrá que intentar el análisis de las razones de la presidenta electa Claudia Sheinbaum Pardo para optar por el divisionario Trevilla Trejo como titular de la Sedena, pero a partir de un elemento adicional que también ha sido excluido por la parcialidad del análisis político como chisme: la reorganización del estructura militar para separar el cargo de secretario la Defensa del de jefe del Ejército, creando justamente un mando del Ejército que opere las estructuras militares y el titular de la dependencia que cumpla con sus funciones administrativas y políticas en la administración pública sin mezclar decisiones de mando de las Fuerzas Armadas.
El general Trevilla Trejo, formado en posiciones políticas desde la Jefatura del general Guillermo Galván Galván, fue el encargado de este sexenio lopezobradorista de consolidar la nueva estructura y de crear un verdadero Estado Mayor conjunto el Ejército y la Fuerza Aérea, una tarea que no fue fácil porque hubo que mandar el mensaje al interior de las Fuerzas Armadas de que el general secretario seguía haciendo mando superior pero con tareas de una mayor y mejor incorporación a la administración pública a través del cargo de secretario del despacho presidencial encargado de defensa nacional.
La carrera de educación militar del general Trevilla Trejo acumula dos maestrías que le han servido para desarrollar su función primero como subjefe de administración y logística del Estado Mayor de la Sedena y después como jefe del reorganizado Estado Mayor Conjunto. No se debe perder de vista que una de sus maestrías tuvo que ver con la seguridad interior, un término que las Fuerzas Armadas han manejado desde su origen y que el presidente López Obrador quiso de alguna manera socializar pero percibió el nerviosismo civil de un concepto que es vital para la estabilidad del Estado mexicano.
La seguridad de Interior es la síntesis de las otras dos seguridades: la nacional que se encarga de marcar los límites de la soberanía territorial y en relaciones con otros Estados por aquello de las invasiones o de las presiones para meter tropas extranjeras a México y la pública que se encarga solo de proteger y responder a la propiedad individual de las personas.
La seguridad interior, en el glosario castrense, es la “condición que proporciona el Estado mexicano para salvaguardar la seguridad de sus ciudadanos y el desarrollo nacional mediante el mantenimiento del Estado de Derecho y la gobernabilidad democrática en todo el territorio nacional”. Incluye la seguridad pública, pero le da prioridad estratégica a que la seguridad tiene que ver con el Estado de derecho, la gobernabilidad y la democracia.
El tema ha sido soslayado de manera arrogante por analistas y ministros de la Corte. El concepto de seguridad interior viene de la Constitución de Cádiz de 1812 que fundó la monarquía parlamentaria de España y la abordó como “orden interior” y desde la Constitución de 1824 se asume como “seguridad interior” y le otorga facultades al Ejecutivo federal para movilizar tropas sin consulta con ningún otro poder.
La estrategia de seguridad que definió el presidente López Obrador, que gestionó el general secretario Luis Cresencio Sandoval González y operó el general Trevilla Trejo como jefe del Estado mayor se basa en los criterios de la seguridad interior, porque el crimen organizado no roba carteras en combis, sino que le está disputando territorio y dominio político a la soberanía del Estado nacional.
Este contexto explica las razones de la designación del general Trevilla Trejo como próximo secretario de la Defensa Nacional.
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Política para dummies: la política en la seguridad del Estado.
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@carlosramirezh