Gabriel García-Márquez/Sentudo común
A la memoria latente de mi hermano
Alejandro Capdevielle Flores, cuya
inteligencia me hará mucha falta
El error estratégico de la oposición intelectual como base de la oposición partidista está desviando la atención de lo ocurrido durante el sexenio del presidente López Obrador y aleja cualquier posibilidad de construir una alternativa real al proyecto transexenal lopezobradorista.
En el centro del debate que ha querido instrumentar la oposición intelectual se localiza en el argumento de que se trata de un cambio de régimen, una categorización arbitraria e insuficiente de lo que está ocurriendo y por lo tanto de obstaculización para la construcción de una estrategia de combate contra la instrumentalización legislativa de cambios en la estructura del mismo Estado 1917-2024.
En su columna de ayer lunes en Milenio, el escritor e historiador Héctor Aguilar Camín asume la condición de intelectual en pleno ataque de pánico y en ese texto se sintetizan pensamientos, sensaciones y sentimientos intelectuales. Plantea tres pasos de López Obrador para cambiar el régimen:
1.- La intervención presidencial en las elecciones para ganar el 60% de los votos y la mayoría calificada para la coalición gobernante. Olvida Camín que Salinas de Gortari se recuperó del fraude de 1988 con un operativo de Estado, de Palacio y presidencial junto con Manuel Camacho Solís para recuperar en 1991 la mayoría priista que le permitió –en el modelo caminesco de cambio de régimen– lanzar la reforma neoliberal del Estado que cambió la Constitución y pasó del Estado social al Estado de mercado subordinado a los intereses de Estados Unidos. El historiador ya era el intelectual orgánico del salinismo neoliberal, como lo prueban contratos y facturas.
2.- Camín crítica el modelo político permitido por la Constitución para otorgarle a Morena y aliados la mayoría calificada en la Cámara de Diputados y acercarlo a una condición similar en el Senado. Los presidentes Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto carecieron de mayorías absoluta de sus respectivos partidos, pero con alianzas y compras de legisladores –de manera sobresaliente los del PRD de Los Chuchos— lograron construir una mayoría calificada para seguir cambiando la Constitución sin la negociación con el cardenismo ni con Morena.
3.- Camín se queja de que los magistrados del IFE y del Tribunal Electoral avalaron la mayoría calificada, pero hasta ahora nadie ha dado una argumentación que revele violación flagrante de la ley que pueda ser presentada a su hoy aliada Suprema Corte en rumbo de disolución o de retiro para poder evitar las reformas a partir de esa mayoría calificada. Olvida el escritor e historiador que el IFE y el Tribunal Electoral actual fueron creados por ese modelo inexistente pero argumentativamente impositivo de la “transición a la democracia” que vendió de manera fraudulenta José Woldenberg, cuando en realidad solo se trató del respeto al voto y no de algún pacto reorganizador de la República.
La caracterización mediática de que el lopezobradorismo representa un cambio de régimen responde mucho a un mediocre modelo de reflexión académica del grupo de Aguilar Camín: convertir una idea en una vaca y estarla ordeñando con reflexiones teóricas desde diferentes perspectivas de esa misma idea, pero sin ningún esfuerzo metodológico para explicar primero el régimen y luego su modificación.
En los 28 días que le quedan al Gobierno de López Obrador, para fortuna del grupo de Morena, el bloque intelectual-social-expartidista no ha podido ni siquiera expresarse como fuerza política en las elecciones del pasado 2 de junio y el debate sobre el cambio de régimen carece de interés social, popular o académico y solo ha quedado en un discurso ideológico desesperado en modo de pánico del bloque intelectual que se ha apoderado de la superestructura cultural de la alianza de la derecha contra el proyecto del presidente López Obrador y su continuidad con la presidenta Sheinbaum Pardo.
El Congreso se instaló antier domingo y con desdén al último esfuerzo desesperado en términos judiciales de la ministra presidenta de la Norte, Norma Piña Hernández, ordenándole un par de jueces que intervinieran en el funcionamiento interno del poder legislativo, lo cual estaría reflejando una conducta autoritaria, dictatorial y de enorme resentimiento de la señora ministra contra la apabullante mayoría legislativa de Morena.
Los argumentos de Camín y las maniobras leguleyas a nivel de barandilla de la desinflada ministra presidenta de la Corte parece ser que serán los últimos estertores de una oposición desarticulada que estaría dando indicios de una debilidad que no servirá para cambiar la correlación de fuerzas político-partidistas en las elecciones legislativas de 2027.
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Política para dummies: la política debiera ser el reino de la inteligencia y la imaginación.
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@carlosramirezh