Ricardo Alemán/Itinerario político
Arrinconado por una ofensiva especulativa de los bancos contra el tipo de cambio y sin reservas para sostener al dólar, el presidente López Portillo tomó una decisión drástica el 1 de septiembre de 1982: expropiar los bancos privados y decretar el control generalizado de cambios, medidas que replanteaban la política económica del Estado y que rompían con la columna vertebral del poder financiero como fuerza de ataque del poder empresarial y exigía un nuevo modelo de desarrollo nacional.
En sus memorias, López Portillo escribió su decepción por lo que preveía el comportamiento conservador del sucesor que él había impuesto como continuidad institucional: Miguel de la Madrid Hurtado, un abogado que cedió el modelo ideológico económico neoliberal a Carlos Salinas de Gortari.
La expropiación de la banca le daba el Estado el manejo del crédito como instrumento de reformulación del modelo de desarrollo, además de que frenaba de golpe un poder que representaba las fuerzas financieras de Estados Unidos y el Fondo Monetario Internacional. Pero De la Madrid no quiso saber nada de ese proyecto, tomó la decisión de privatizar el 34% de las acciones bancarias y su sucesor Salinas de Gortari cerró el ciclo con la privatización total de los bancos para disminuir el poder del Estado en la economía y en el modelo de desarrollo.
Ante los primeros indicios de titubeo de De la Madrid, López Portillo escribió en sus memorias: “Miguel ya no es el candidato para esta medida”. Pero en septiembre de 1982, De la Madrid ya era presidente electo y López Portillo solo tuvo 90 días para más o menos dar indicios de lo que quería con la gestión reorganizadora de la política económica con Carlos Tello Macías –recientemente fallecido– como director del Banco de México. El poder financiero y sus aliados políticos lograron impedir que los bancos en manos del Estado pudieran ser un instrumento formidable del financiamiento del desarrollo. La mayoría calificada priista votó lo mismo por la expropiación que por la privatización.
Hoy el coordinador de la bancada de mayoría calificada en la próxima Cámara de Diputados, el precandidato presidencial que fue derrotado por la candidata oficial Claudia Sheinbaum Pardo, Ricardo Monreal Avila, anunció instrucciones de la presidenta electa para pausar –el verbo de moda a finales del sexenio y sin duda del próximo– el proceso de aprobación de la reforma judicial que el presidente López Obrador ya había aprobado para los primeros días de septiembre.
Los políticos de la vieja guardia recuerdan decisiones radicales de presidentes salientes que pudieron haber cambiado las percepciones de los sucesores ya designados: Echeverría expropió tierras en Valle de Yaqui, Sonora, y López Portillo pactó con la derecha empresarial agropecuaria una pausa a ese radicalismo; y luego López Portillo expropió la banca y su sucesor De la Madrid revirtió la decisión.
Este contexto histórico está siendo dibujado para intentar entender la información del próximo líder de la Cámara de Diputados de pausar la aprobación de la reforma judicial, acreditando instrucciones directas de la presidenta electa, pero con directrices muy directas del presidente saliente respecto a acelerar los tiempos de aprobación legislativa. Podría ser el primer choque de poderes entre el que se va y la que llega.
La primera semana de septiembre va a determinar los márgenes de autonomía de la presidenta electa Sheinbaum que tomará posesión el martes 1 de octubre, pero que tendrá el control legislativo del nuevo congreso que comienza el domingo 1 de septiembre, y ahí se mezclarán tiempos y poderes del presidente que se va y que tiene definido su proyecto de reforma del Estado a contrapelo de la oposición y la fuerza política que deberá de comenzar a ejercer la sucesora en Palacio nacional.
En este contexto se recuerda la ruptura López Portillo-De la Madrid. Decepcionado por la crisis económica derivada de un mal manejo de las divisas petroleras, por la falta de continuidad de un proyecto nacional de Estado con la privatización de la banca y desde luego a sabiendas de que le había entregado al poder a un grupo contrario a los intereses del desarrollo nacional, López Portillo concluyó en 1992: “fui el último presidente de la Revolución Mexicana”, aunque sin reconocer que en su sucesión a favor de Miguel de la Madrid el mismo había comenzado a cavar el fin de ese proyecto histórico.
Aún no se tienen claras todavía las razones, alcances y profundidades de la decisión de pausar la aprobación de la reforma judicial en los primeros días de septiembre, pero en ciertos sectores radicales de la 4-T también están recordando estos casos de la historia de las reformas del Estado en donde la real politik venció los proyectos reformadores.
El destino y fuerza política de la 4-T se decidirá en la primera semana de septiembre la continuidad o… pausa de la reforma judicial.
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Política para dummies: la política como real politik impone o derrota.
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@carlosramirezh