Enrique Márquez vuelve a prender señales de alerta
Expertos en entrenamiento de debates políticos tienen una percepción clara de que esas confrontaciones entre candidatos a diferentes cargos públicos son un match de boxeo, una mezcla entre circo, fuerza y percepciones. El gran boxeador Mohamed Alí ganaba sus peleas en los debates previos a los golpes en el ring.
La cantidad opositora Xóchitl Gálvez Ruiz tenía en los debates la única posibilidad para un posicionamiento convincente en la confrontación contra todo el aparato político de poder de Morena, pero perdió el tiempo en el primer round y no sabe qué hacer para el segundo, el próximo domingo.
Los boxeadores ganan posiciones y ventajas en las imágenes de entrenamientos y en la ceremonia del pesaje en que suelen chocar los adversarios frente con frente y se llenan de insultos. Rocky Balboa nunca cayó en la provocación de Apollo Creed, y no por estrategia sino porque era su carácter, y logró en el ring hacer la chica a partir de la segunda pelea.
La víspera del segundo debate tiene la candidata opositora Gálvez Ruiz envuelta en confusiones de si debe ser ella o ahora escuchar a un segundo grupo de asesores o resguardarse cuando debiera estar fijando criterios políticos de sus posicionamientos rumbo a la confrontación del domingo o dando entrevistas para convencer a los entrevistadores de que ella está ganando las elecciones que hasta ahora ninguna encuesta sería le ha podido mover los porcentajes estimados de votos.
Xóchitl perdió el primer debate en el predebate y está perdiendo el segundo también en el predebate: no ha sabido poner tema, se la pasa enredándose en explicaciones de que es muy confuso tener tantos asesores, anuncia que ahora sí será ella solita y que no le hará caso a nadie y ni siquiera a los moderadores, pero en el fondo no ha sabido establecer una conexión con el electorado porque tampoco ha podido definir las razones vertebrales de su candidatura, lo que está dejando dos mensajes muy negativos: ella lucha por su candidatura contra sus partidos y no tiene la estructura electoral del PRI ni del PAN y en discurso de gobierno llegó a su nivel de incompetencia, y por ello no ha podido generar clima de opinión que le permita cuando menos presentar una imagen de relativa competitividad.
Justo en los momentos en que disminuyó la dinámica pública de la candidata oficial Claudia Sheinbaum Pardo, Xóchitl anunció dos días de guardar y se retiró del predebate público teniendo todo el escenario a su disposición para ir generando de manera programática discursos y contenidos que de alguna manera hubieran podido determinar los márgenes de definición del debate; al no preparar el clima previo a la confrontación del domingo, tampoco hay forma para suponer nocaut el domingo, sobre todo porque la candidata oficial ha construido un iglú en modo de teflón y las acusaciones de Gálvez Ruiz resbalaron en su adversaria y la acusadora perdió la vertical mostrando desesperación política.
Xóchitl surgió la candidatura con un perfil irreverente que no supo transformar en configuración personal de gobernante y hoy son más las quejas por sus groserías que afectan a sus seguidores –el no sean güeyes y los chicles– que por algún discurso programático que lograra configurar una propuesta alternativa a la de la candidata oficial; como se han perfilado las cosas en sus autoexculpaciones sobre el primer debate, todo indica que en el segundo cometerá los mismos errores.
La candidata opositora ha perdido el apoyo del PRI y de los priistas y el bloque dominante en el PAN no le va a alcanzar para convertir en estructura programática de campaña los 34 días que le faltan para las elecciones del 2 de junio. Los datos más importantes del periodo político entre el primer debate y el segundo han registrado la decepción, la declinación y el distanciamiento de buena parte del ecosistema intelectual y social no partidista que la había recibido, cuanto menos en el tono de los dos más importantes intelectuales, como La Santa Xóchitl en modo de Santa Evita.
Y queda la percepción de la principal falla estratégica de la candidata opositora: no lograr una articulación orgánica entre la estructura partidista del PRI y el PAN en modo de desprestigio y las corrientes sociales no partidistas que la recibieron como abanderada ciudadana, porque al final Gálvez Ruiz quedó atrapada en las redes de intereses políticos del PRI de Alito y del PAN de un Marko Cortés bastante repudiado por el panismo calderonista que no pudo incorporarse de manera real en la estructura opositora.
Al final, de acuerdo con expertos, los debates no aportan votos, sino sólo perfilan percepciones, y en ese espacio la candidata opositora aparece derrotada por la candidata oficial.
–30—
Política para dummies: la política se sostiene por la política.
El contenido de esta columna es responsabilidad exclusiva del columnista y no del periódico que la publica.
@carlosramirezh